¿Cómo se puede atacar de esa forma tan inhumana, paradójicamente esgrimiendo argumentos de falta de humildad, a alguien que, independientemente de sus razones (sean propias de una debilidad puntual o un error de apreciación producto de sus pasiones), expresara libremente su opinión y malestar?. Independientemente que sea considerada esa opinión para algunos, de mal gusto, interesada o inoportuna, y para otros, de una verdad incuestionable y fiel prueba de su valor y compromiso para con el proceso, el punto central es que se trata de su opinión, y a nadie se le puede obligar a retractarse de su propia opinión. En todo caso cabría una observación o llamado de atención respetuoso, si dicha opinión constituyera una ofensa para alguien o una trasgresión a las buenas costumbres, pero jamás coaccionar al individuo a cambiarla o retractarse de ellas, eso no tiene otro nombre que censura.
El reclamo vehemente de Walter Martínez tuvo una repercusión inesperada, sobre todo por el pésimo manejo que se le dio a dicha coyuntura. Mucha gente que apoya este proceso, se vio reflejada en ese clamor de angustia y pesar en esas palabras tan sentidas, y se identificó con el transmisor de las mismas, con el hombre leal que está dispuesto a dar la vida por la revolución, pero que en medio de su impotencia por las cosas desafortunadas que ve a diario, no encuentra otra alternativa que gritar al viento su descontento, y refugiarse en la esperanza de que, al menos, alguien lo escuche y lo atienda. Lamentablemente esa sensación de angustia se agudizó por todas las circunstancias desafortunadas que acontecieron después, y que no vale la pena recordar nuevamente.
Pero hay algo más preocupante aún, y es que esa angustia se está volviendo impotencia, al evidenciarse que a pesar del avasallante llamado popular para el regreso de Dossier, y demás programas emblemáticos de VTV, ese llamado parece tener oídos sordos, y eso inevitablemente a la larga, se transforma en desesperanza y frustración... y el peor enemigo de una revolución es eso, la perdida de la fe en ser escuchados. Los oídos de una revolución nunca deben negarse a los gritos del pueblo.
Jesús Manuel Toro
C.I.: V-14328658
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