“La democracia de las elites, representativa, es contrarrevolucionaria. Un gobierno tomando decisiones encerrado en cuatro paredes expropiándole al pueblo su soberanía, es contrarrevolucionario”
Hugo Chávez

Para los que creen que la derecha respeta las instituciones del Estado, su Constitución Nacional, y toda la red de organismos que dan vida al gobierno y al poder que se ejerce a través de él, se equivocan. Cuando hipócritamente nombran a su comando con el nombre del padre de la Patria no están sino burlándose de la identidad del pueblo de Bolívar, ya que todo el mundo lo sabe, fue lo primero hicieron horas después de consumado el golpe de Estado del 2002, quitar sin vergüenza la propia imagen de nuestro Libertador de Miraflores. Pretenden oponer comando Bolívar al comando Chávez, este sólo detalle de la campaña debe obligar a los sesudos analistas a comprender la táctica que utilizan proveniente de Washington, cuya intención estratégica consiste en darle continuidad a una situación de desorden en materia de seguridad, alimentación, transporte, comunicación, energía, articulado al constante bombardeo mediático enfocándose en la deslegitimación de todas las instituciones del Estado, promoviendo un ambiente de confrontación que lleve a un vacío en el país en ocasión de las venideras elecciones presidenciales, asumido por todos ya perdidas por la oposición. Para los que piensan que la derecha venezolana cree en elecciones cuando llevan 14 años perdiéndolas, se equivocan. Y sino que analicen los ataques de El Nacional (Enrique Otero) al CNE siguiendo el plan trazado desde Washington. Los estudiantes fascistas reclamando elecciones legítimas no hacen otra cosa que lo que manda la dictadura gringa, engañar, mentir, tergiversar y manipular a través de los medios que ellos manejan. La razón de este plan desesperado es simple, van a perder otra vez, y trabajan ardientemente para boicotear y asertar golpes cotidianos a las instituciones fundamentales, insisten en la fragmentación dentro del Estado a fin de obtener explosivas reacciones, violencia que a la larga interrumpa el proceso democrático, Revertir la diferencia porcentual (18) a favor de nuestro candidato, es imposible en materia electoral, por eso trabajan en la oscuridad con una finalidad delictiva.

Nuestro comandante máximo en su último discurso del 8 de Diciembre pasado nos advirtió de esta y otras tormentas que aparecerían, y como siempre con el pensamiento bolivariano en mente, nos recomendó la unidad como principio orientador y guía para esta y futuras batallas sino queríamos ver perdidas todas nuestras victorias. Sabemos que la derecha criolla usa y abusa del discurso chavista, sus símbolos y sus colores, tratando frenéticamente de despertar cierto valor. El fin de esta maniobra es debilitar simbólicamente los emblemas revolucionarios. Todo lo que la derecha utilice para llamar la atención al nacionalismo y al patriotismo venezolano lo terminan desvirtuando, debilitando, deslegitimándolo. A tres semanas de las elecciones los “rumores” (especialmente fabricados desde Miami) siembran premisas de que el candidato sionista abandonará la gesta electoral. Seis millones y medio de electores han sido orientados falazmente hacia la idea de derrotar al chavismo 5 semanas después de su desaparición física. Desde la embajada gringa, origen y lugar de todas las directrices y matrices de opinión de la ultraderecha criolla, esgrimen el plan de desestabilización generalizado, un golpe a la estabilidad gubernamental y política a los más altos niveles del Estado.

El candidato de oposición es la pieza sionista gringa que pretenden implantar a través de la mentira y la manipulación mediática. Igual pasa en Siria, lo mismo hicieron en Libia, frente a la crisis del capitalismo mundial no tienen otra receta que la de operar con elementos construidos para seguir instrucciones, sin personalidad, sin criterio, sin un discurso propio, sin un plan de gobierno, sin arraigo, sin pueblo y por supuesto sin memoria. Para comprender las agudas contradicciones que operan en la oposición solo basta observar la dictadura que ofrece Primero Justicia en Petare, Estado Miranda, el desgobierno y las violaciones constantes a los derechos humanos, las persecuciones a los líderes chavistas y la impunidad con la que se sienten todopoderosos. En verdad es una guerra entre la elite y el pueblo trabajador. Es una confrontación directa entre la burguesía amañada a los dictados de la plutocracia gringa contra la revolución chavista que ha incendiado todo el continente del fuego de libertad, independencia y soberanía. Para nosotros Nicolás Maduro no solo derrotará al majunche agringado sino que dará inicio a una nueva fase de la revolución bolivariana y socialista. Una en la que el obrero, el trabajador, el cuadro revolucionario, con los valores socialistas y con la lealtad a un líder convertido en pueblo combatiente profundizará aun más la revolución. Cuando Chávez elige al obrero para darle continuidad al proceso revolucionario no se equivoca como líder y mantiene lealmente la práctica revolucionaria de darle poder al pueblo. Maduro representa al pueblo trabajador, el otro candidato solo es una decadente imagen de la burguesía desesperada y arrastrada a los pies del capitalismo y de sus defensores. La contundente victoria que vamos a darle a Chávez en las próximas semanas será histórica, y creará un precedente tanto político como ideológico. Desde Venezuela brillará aún más fuerte la estrella de libertad y emancipación de los humildes. Con Maduro el pueblo está seguro porque su gobierno será el autogobierno popular emancipado por Hugo Chávez. La comunidad organizada, el polo patriótico, el partido de gobierno, y sus líderes seguirán la marcha victoriosa que nos legó nuestro comandante hasta la victoria final. El plan gringo es acabarnos, nosotros estamos listos para acabar con sus cipayos y vendepatrias donde quiera que se encuentren.

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