A 24 años del Guarenazo

“La propaganda es el arte de escuchar el alma de la gente”

Joseph Goebbels

A trece días de la llegada de nuestro comandante Hugo Chávez al país hemos estado percibiendo los diferentes escenarios de silenciosa pero persistente guerra mediática cuya finalidad es actualizar el caos y propiciar salidas violentas que solo beneficiarían a la derecha afanada en debilitar al chavismo herido con la enfermedad del máximo líder. El objetivo estratégico, a través de la sutil propaganda por los medios privados (nacionales y extranjeros) es apoderarse de la mentalidad, agudizando los prejuicios, usando mentiras, suposiciones, semi verdades y básicamente combinando el miedo con el odio, pretenden así dirigir a las colectividades. Cuando la información está convertida en un coctel de verdades que integra flagrantes mentiras, las primeras sirven para dejar pasar a las segundas. La idea es hacer que la población no piense (no analice, no razone, no estudie y no critique) la información, sino que se la trague. Dividiendo sistemáticamente la mentalidad con noticias que nada tienen que ver entre sí, motivan pulsionalmente los sentidos y la insaciable curiosidad, impidiendo el razonamiento lógico, logran de manera científica, la orientación del pensamiento colectivo y por su puesto la manipulación contínua.

Qué Hugo Chávez no vino al país, que se murió dos días después de ser operado en La Habana, que el vicepresidente (pro-cubano) es inconstitucional, que existe rivalidad entre él y el presidente de la Asamblea Nacional para dividirse al país, que se han llevado el oro, que intentan imponernos un gobierno-dictadura-cubano, que pretenden, en el caso de que nuestro comandante esté vivo, se juramente en secreto, violando la constitución, y suman y mezclan, medidas económicas consideradas patrañas del gobierno boliburgués, con estadísticas de la violencia, fundamentan la bomba mediática que cada día, cada minuto, proporcionan al cerebro del consumidor (el que traga la información sin digerir nada) de noticias propiciando la disociación psicótica. Sabemos que los medios privados pertenecen a las grandes corporaciones, y sirven a sus intereses capitalistas, tanto como sus anunciantes, las propagandas de las empresas forman parte de una propaganda mas grande, la del sistema capitalista.

La información no deja de ser un negocio hiperlucrativo, una mercancía que está regida a las leyes del mercado y no necesariamente a los criterios éticos. Tiene un valor en si misma. Las transnacionales van modelando al receptor de noticias (información que consumen como alimento, ropa, tecnología, sexo, armas, alcohol, etc) a partir de una ideología consumista que es igual en todas partes (globalización de los antivalores del capitalismo salvaje) como estrategia del mercado. Esto hace creer que si pasa en Tokio y en New York, en Caracas y Lima, en Londres y en Tripoli entonces es cierto. La información no es una evidencia de la verdad sino una interpretación estrictamente subjetiva de la misma, ni siquiera la imagen es una réplica de la verdad, ya que esta puede ser manipulada, forzada, “trabajada” con una finalidad estratégica. La información tiene entonces un objetivo fundamental a la hora de influir en la colectividad para que adopten una opinión y una determinada conducta, ya pre-establecida por los centros de formación ideológicas que el sistema capitalista tiene en sus medios privados de desinformación social.

Tienen la meta de crear espectadores pasivos y autómatas blandos, incitando emociones, provocando sentimientos enfrentados, disociando y fragmentando interior y exteriormente a la población, así logran producir agentes que no participan, ni protagonizan un proceso histórico político, simplemente como ovejas, siguen la orientación que los medios les brindan, sin tomar decisiones ni desarrollan la formación del pensamiento. Usan un determinado lenguaje, transforman una “verdad oficial” en “opinión personal”, contaminan, intoxican, envenenan, alteran, tergiversan, mienten, manipulan, distorsionan, verdades a medias, juicios de valor, exageraciones, omisiones, satanizan al enemigo, estigmatizan al grupo, bloque o nación que desean debilitar y destruir, y a sus seguidores, excluyen sistemática y exhaustivamente el debate, la crítica y la autocritica para mantener la hegemonía sobre la población. Ya en 1994 el Tribunal Penal Internacional (con sede en La Haya) estableció la responsabilidad de los medios en la masacre de la etnia Tutsi en Ruanda. ¿Cuánto más tendremos que esperar para llevar a Globovisión (y a todos sus tentáculos-medios privados- y derivados) y a sus dueños a la Corte Penal Internacional?

Mforti9@gmail.com


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Mario Forti

Astrólogo, filósofo, músico, tatankisi, escritor, poeta, critico, ddhh, tarotista, taoista, lector, meditación, yoga, sanación, terapias shamánicas integradoras

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