El movimiento socialcristiano y la Iglesia

El desarrollo del movimiento sindical en algunos países lleva al Vaticano a la celebración de reuniones internacionales en las que se va perfilando la idea de la creación de una Internacional de sindicatos católicos.

El desarrollo del movimiento obrero de clase y el crecimiento del socialismo (1891) no pasaban inadvertidos para el Vaticano. Los congresos obreros internacionales y las inquietudes sociales que en ellos se manifestaban, así como las acciones reivindicativas del proletariado organizado para imponerlas, alarmaban a la Iglesia, instrumento al servicio de las clases dominantes. Las asociaciones y cofradías existentes hasta esa fecha tenían más bien un carácter mutualista, de socorros, de ayudas. La Iglesia, ante las nuevas realidades del movimiento obrero, necesitaba transformar el sistema de sus organizaciones profesionales dándoles unidad e imprimiéndoles un espíritu combativo.

Reflexiones de los padres de la Iglesia. “La marcha ascendente de las organizaciones obreras y socialistas de todos los países ha sido inmensa en estos últimos años. Nosotros mismos hemos sido testigos de este gran movimiento que ha penetrado en los más amplios círculos y que ha adquirido una importancia considerable. Las organizaciones de los trabajadores buscan, en lo posible, emplear o conquistar los derechos políticos y el mecanismo de la legislación para asegurar así el triunfo de los intereses del proletariado y la conquista del poder político”.

La Iglesia, ante las nuevas realidades del movimiento obrero, necesitaba transformar el sistema de sus organizaciones profesionales dándoles unidad e imprimiéndoles un espíritu más combativo. “Jamás, seguramente, en ninguna otra época —dice la Encíclica Rerum Novarum— se ha visto tan grande multiplicidad de asociaciones de todo género, sobre todo de asociaciones obreras. De dónde provienen muchas de ellas, hacia dónde tienden y por qué vía, no es aquí el lugar de aclararlo, pero es una opinión confirmada por numerosos índices que ordinariamente son gobernadas por jefes ocultos y que obedecen a consignas hostiles a su vez al nombre cristiano y a la seguridad de las naciones.”

La Iglesia trataba de salirle al paso de ese despertar de las masas a través de su acción ideológica, poniendo todo el peso de su influencia espiritual al servicio de los planes de los gobiernos y de las fuerzas patronales. La iniciación de esta política “social” de una forma sistemática y obedeciendo a todo un plan, corresponde a León XIII y tiene su punto de partida en la citada Encíclica Rerum Novarum de 15 de mayo de 1891, es decir, en el preciso momento en que el movimiento obrero se muestra pujante y ante un proceso ascendente formidable. Con anterioridad habían aparecido otras encíclicas, y una dedicada a combatir los “errores del socialismo”, Quod Apostolici Muneris, del 28 de diciembre de 1878. A través de ellas la Iglesia mostraba su carácter de clase y reaccionario, cubriendo las formas de explotación, las injusticias y miserias en que se apoyaba el orden capitalista y en contra de los desheredados, empeñado en impedir el desarrollo social de las clases laboriosas.

La Iglesia, interpretando sus propios intereses de casta y los privilegios de las clases explotadoras, ante la radicalización de las masas oprimidas, venía a jugar su papel de clase, tratando de penetrar en el movimiento obrero para impedir que éste se rebelara apartándose de los principios de la Iglesia, que aspiraba a perpetuarle en el marco de la servidumbre y de la resignación porque “su felicidad no estaba en este mundo, sino en otro…”; defendiendo la existencia de ricos y pobres y la necesidad de la armonía entre “el capital y el trabajo”; condenando la lucha de clases, que desaparecería según ella, con la caridad de los ricos y exaltando la resignación de los pobres a las miserias que Dios les imponía en la tierra para ganar el cielo.

La Iglesia comenzó a polemizar con el socialismo, a atacar la obra de Marx y Engels, sus formulaciones filosóficas, los principios teóricos del socialismo científico y revolucionario, declarando la guerra al principio de la lucha de clases. La toma de posición del movimiento obrero frente a las falsas posiciones del socialismo utópico y de toda clase de ideologías reaccionarias inquietaban a la Iglesia, que se apresuraba a salir al paso de ese nuevo estado de conciencia de las masas. La Iglesia iniciaba su acción “obrerista” demagógica basada en los principios y concepciones sociales establecidas en la encíclica Rerum Novarum, actualizada en 1931 por la encíclica de Pio XI Quadragesimo Anno, animando la creación de Asociaciones, de Sindicatos, de Comunidades profesionales y confesionales para contrarrestar la acción de las organizaciones obreras de clase, dividirlas, impedir su desarrollo y neutralizar su acción reivindicativa. En Bélgica, Alemania y los países escandinavos, a finales de siglo antepasado empezaron a manifestarse con más fuerza sus actividades, celebrando congresos nacionales, preparando las condiciones para ir a la celebración de congresos internacionales por profesiones. Es decir, la Iglesia seguía el mismo camino, el mismo proceso de organización que habían seguido y seguían las organizaciones de clase. La Iglesia establecía una política de paralelismo frente a la acción educadora y revolucionaria del movimiento obrero y socialista. (El majunche copiaba el programa de Chávez)

A partir de esa fecha se incorporaba al movimiento obrero nacional e internacional la acción militante del movimiento socialcristiano, que, si no tenía una gran importancia, no por eso dejaba de ser un obstáculo más en el camino del proletariado hacia su verdadera emancipación. Las organizaciones católicas, profesionales, “amarillas”, al servicio de los patronos, manejadas por la Iglesia, jugaban su papel de traición (hoy como ayer) a los intereses de clase del proletariado. La burguesía acudía a la Iglesia para utilizar su influencia ideológica y contrarrestar el proceso político y reivindicador del proletariado; su adhesión a los principios del socialismo, en el que encontraba el camino de su verdadera liberación social.

En el año de 1900, los sindicatos socialcristianos buscan constituir una Internacional. El desarrollo del movimiento en algunos países lleva a la celebración de reuniones internacionales en las que se va perfilando la idea de la creación de una Internacional de sindicatos católicos.

En julio celebrase una Conferencia Internacional de estas organizaciones en Aix-la-Chapelle (Bélgica), en la que están representados los Sindicatos católicos de Alemania, Bélgica y Holanda. Esta Conferencia es el antecedente de una acción de relaciones internacionales de los sindicatos católicos que determinó la creación de un Secretariado internacional en la Conferencia celebrada en Zúrich en 1908, transformado más tarde en la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos.

manueltaibo1936@gmail.com

¡Gringos Go Home! Libertad para los cinco cubanos héroes de la Humanidad.

¡Los que quieran Patria, vengan con Chávez!

¡Pa’lante Comandante, estamos contigo! Lucharemos, Viviremos y Venceremos.

Hasta la victoria siempre y Patria socialista.


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Manuel Taibo


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