Democracia por fuera, dictadura por dentro

Entre unas cosas y otras:  

 la crisis económica que ha percutido la crisis so­cial causada por el mayor enriquecimiento de los dueños del dinero a secas y por los que se han apropiado o han dilapidado el dinero pú­blico;

 la virtual defenestración de la débil y debilitada izquierda oficial a su vez derechi­zada, afín a la monarquía y proclive a mantener el statu quo que, aun de manera irrisoria, de algún modo le favorece en el reparto del poder político;

 el desvanecimiento y el papel semidecorativo de la izquierda real en los parlamentos;

 la desaparición traumática, para aviso a navegantes, de un juez controvertido pero que trabajó en favor de lo que pueden considerarse cau­sas sociales y en general de izquierda;

 la justicia de los estamentos superio­res desvergonzadamente involucionada… si es que no lo estuvo siempre;

 la desaparición, por el momento, de “Pú­blico2, el único diario oficial de izquierdas, a la que seguirá la caída de las empresas asociadas asimismo a la progresía aun descafeinada de Globo­me­dia, Prisa, etc,, y con ello emisoras de radio y canales de televisión de voca­ción izquierdista o dotadas simplemente de conciencia social;

 la contundencia empleada por las policías regidas por las ins­tituciones de la derecha en las manifestaciones de protesta tie­nen lugar que augura tiempos aún peores;

 los privilegios de las castas dominantes que chocan frontal­mente con la depaupera­ción paulatina de la clase trabajadora y en general de las clases desfavorecidas;

 el triste papel de los sindicatos en todo este caótico estado de cosas;

 la desigualdad galopante y el ahondamiento en la misma;

 la mayoría absoluta de la ultraderecha, prácticamente en el parlamento y en la inmensa mayoría de ayuntamientos y autono­mías...

 Todo ello en conjunto constituye el mapa político, económico y social de un país con la cáscara de una democracia burguesa y la pulpa de una dictadura virtual; una dictadura constituida no por un dictador sino por varios repartidos por todos los estamen­tos políticos, económi­cos, empresariales y judiciales. Sin hablar del peso que sigue teniendo la Iglesia católica…

 España es diferente de los demás países europeos. Mil cosas y percepciones lo atestiguan. Pero siempre diferente por la dis­tancia entre la crudeza, inci­vilidad y abusos del poder de los que la dominan habitualmente, y la preca­riedad y debilidad de los siempre sometidos y zarandeados por la prepotencia y pri­vilegios medievales de los otros, descarados o solapados cada vez con más cinismo. Y la que nos espera...

 25 Febrero 2012

  richart.jaime@gmail.com


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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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