Hace
unos días me invitaron a un conversatorio, versaba sobre la corrupción y
pedían mi colaboración… pero ya que llevo más de tres años fuera de
Venezuela me excusé, pero a manera de colaboración dejé abierta una
pregunta la cual -en mi humilde opinión- debería haberse planteado en el
susodicho conversatorio.
La misma fue la siguiente:
¿De dónde es la engrapadora, el saca-grapas, la resma de papel y los clips que están en su casa?...
Pensando
que con eso me hacía entender, lo dejé así y la envié a los ciento y
pico de direcciones que aparecían en el CC de la invitación que me
llegó. Silencio absoluto, sólo una Camarada me respondió furiosa,
dudando de mi seriedad revolucionaria por hacer esa fatua y ridícula
pregunta.
Intrigado le hice una segunda pregunta, y algunas más que me surgieron:
¿En dónde comienza una persona a ser corrupta?...
¿Será acaso esa persona que se birla en la oficina donde trabaja unos lápices, o carpetas o papel, no es un corrupto?...
Y le pedía a esa persona que me increpaba que me aclarara:
- ¿Cuánto pagaste por esos programas que están dentro de computadora?...
- o… ¿por los videos de la película que viste anoche?...
- o… ¿por esa música en MP-3 que ahora escuchas ahora?
Y ante la duda, recordé algunas prácticas comunes en Venezuela tales como:
- Colearse en las filas
- Pagar sobornos para que no te multen
- La tarjeta de recomendación ante cualquier trámite.
- El nilón o imán en el medidor de electricidad.
- Pegarse del poste de alumbrado.
- Romper el medidor del agua para tener tarifa fija.
- Fingir un choque para borlarle unos bolívares al seguro…
- y así, etc… etc… etc…
Y terminaba con una última pregunta:
¿En donde establecerías el límite que separa a un corrupto de quien no lo es?...
¡¡SILENCIO!!,
ninguna de mis dudas ha sido aclarada, y ésa es la comprobación de la
que corrupción en Venezuela es algo más bien cultural que nos viene por
herencia.
Les
decía a mis camaradas, si van a hablar de corrupción, bien hablen de
ella, pero hablen de ella con sinceridad -sin tapujos- sin el ánimo de
caerle bien a unos, o de no caerle mal a otros.
La
corrupción no la inventó el socialismo, ha existido siempre en
Venezuela, llegó adherida a la planta del pie de aquellos quienes se
proclamaron nuestros descubridores y con el derecho divino de expoliar,
robar, violar y asesinar. La corrupción, vuelta tráfico de esclavos,
encomiendas, cédulas reales, contrabando fue la base de la fortuna de
los mantuanos venezolanos. Así como lo fue de nuestros héroes patrios
durante la independencia, quienes con poquísimas excepciones (Bolívar,
Urdaneta, Salón Mesa, Sucre, y pare usted ya de contar) terminaron como
terratenientes, y con fortunas que perduran hasta nuestros días.
Por
otro lado, la inmigración europea de los 40’s y 50’s la
institucionaliza, hace de ella una característica propia del estado, que
comienza por el Platinado y MPJ y que pasando por los cuarenta años de
la Cuarta República aún no ha terminado.
Y Camaradas, por favor, díganme: ¿De donde vienen más del 70% de los funcionarios públicos actuales?. ¡CARAJO!,
si los socialistas nunca fuimos más del 5% de la votación durante la
cuarta república… Y eso, independientemente de la cagada que nos
resultaron los dirigentes, que más ejemplo que los hermanitos Petkoff.
No me frieguen, si los que hicieron guerrilla urbana, esos quienes
atracaron a docenas de bancos les entregaban las bolsas de dinero a sus
dirigentes. Y estos “robolucionarios” terminaron vacacionando en Paris, o
comprando edificios en Caracas, casas en Miami o Madrid y pa’mas ñapa
como dueños de imprentas, revistas y periódicos, algunos de ellos
declarados aún “Chavistas” hoy en día.
No
la corrupción no ha terminado, y los corruptos siguen en el estado, en
el PSUV, en la administración pública, en fin EN TODOS LADOS, y no
porque los colocara la revolución allí, sino porque nunca se ha ido,
allí es donde siempre han estado, y forman una cofradía en donde se
cuidan los unos a los otros.
Camaradas,
si no consideramos la corrupción como algo cultural, difícilmente
podremos hablar con sinceridad de ella. Recuerden, la corrupción forma
hoy parte de nuestra cotidianidad, de nuestra vida, de nuestras
costumbres, de nuestra sangre, de nuestra herencia. Y, la misma no tiene
escalas, en ella no hay diminutivos, igual es ladrón quien roba poco o
el que roba mucho, y –por favor- no se ofendan por mis preguntas, ellas
son la comprobación de la que corrupción es algo “cultural” que corre
por nuestras venas.
Camaradas,
si no nos sinceramos y no tomamos la lucha anti-corrupción como algo
pedagógico, de principios de formación de la sociedad, de algo que nos
involucra a TODOS solo irán a ese conversatorios como los estudiantes
–patanes- de las huelgas de hambre: a caerse a coba, a comer cachitos y
tomar jugos.
Nos vemos en las teclas.