Señor Aznar, su fenotipo lo traiciona

Desde aquellos debates entre el ex presidente del gobierno español, el señor Aznar i el oponente de otro tiempo, el señor Felipe González, quien lo derrotó la primera vez, el fenotipo de José Miguel Aznar, ultra derecha “de uña en el rabo”, como decimos en Venezuela, se me pareció acentuadamente al Fürer Adolfo Hitler. Cuando vimos aquella películas Los Hijo del Brasil, los clones de Hitler me hacían presumir la adolescencia i juventud de Aznar; un hombre que, además de este físico que descubre su alma o su pensamiento, si le recortamos el bigote i le dejamos uno casi cuadrado debajo de su nariz i si en su agitación, se le baja un poco el coqueto copete sobre su frente, estamos viendo a Adolfo Hitler en sus mejores tiempos de dictador de Alemania i de su Tercer Reich. De paso diré que González el Felipillo, tampoco salió nada bueno, i menos para los venezolanos que lo vimos en complicidad con el delincuente número uno de nuestra historia, el bachiller Carlos Andrés Pérez. Pero, además, a Aznar, con sus decisiones, nos hace pensar que a su apellido, a veces, se le podría cambiar la zeta por la ese. Este menudo hombre no solamente es un político fanático de la derecha más recalcitrante, sino una persona que no medita lo suficiente las grandes decisiones que deben tomarse con rapidez pero con inteligencia; no con precipitación, tal como acusó desde un principio a la ETA del atentado ferrocarrilero en Madrid, o cuando convino con Bush i Blair sumarse a la guerra en Irak, para exponer la vida de inocentes soldados españoles, i para apoyar los turbios negocios de guerra de Estados Unidos i su “madre patria” Inglaterra. Siempre recuerdo una de las mejores i viejas definiciones de inteligencia como la de Claparede: “inteligencia es la capacidad de resolver inmediatamente, situaciones nuevas”. En esto i en otros que, vemos a veces por la prensa internacional, el señor Aznar creo que ha defraudado a muchísima gente en su país i en el mundo, por su inestabilidad cultural i emocional; porque habiendo llegado a ser presidente de un país como España (combinado con una monarquía), debía haber fortalecido sus estructuras morales i, aunque equivocado, tener la valentía, el coraje o la dignidad de reconocer que se equivocó; pero jamás estar haciendo el ridículo de decir que no apoyó el golpe de estado del 2002 en Venezuela, cuando su embajador en comparsa con Shapiro lo representaron, i para colmo, le han demostrado que habló con el dictador brevísimo Carmona Estanga, telefónicamente, para congraciarse con él i hacerle llegar sus efusivas felicitaciones, para complacer además, a su patrón George W. Bush, que lo debía tener informado previamente, como se ha demostrado que, el golpe estaba planeado en detalle en Washington con mucha anterioridad. Afortunadamente la posición de Rodríguez Zapatero i del Ministro Morantinos, no le han dejado oportunidad de seguir mintiendo. Apoyar a Bush i convalidar un golpe de estado, mancillando la patria de Simón Bolívar (cuya grandeza histórica debe ser respetada hasta en el país colonialista que derrotó) i por ser una de las más transparentes democracias del mundo, le pareció, en cambio, su mejor anotación a ganador, porque todavía sueña con que, plegándose incondicionalmente al imperio anglosajón, lo iban a convertir en el héroe que devolviera a España el Peñón de Gibraltar. Lo que no sabemos todavía, es si esta actitud a favor de las imposiciones del imperialismo norteamericano, el señor Aznar las compartía con el Rei Juan Carlos.

Lo cierto es que ante el pueblo venezolano i ante el mundo entero, el señor Aznar quedaría mejor como persona, aunque pésimo como político, si admitiera sus errores, producto de una mentalidad retrógrada, impropia de un dirigente político del siglo XXI. De lo contrario, dudaríamos hasta de su preparación i conocimientos, recordándonos precisamente este adagio español: “Con capa de letrado/ anda mucho burro disfrazado”.

Lo cierto es que el huracán Chávez, estremeció a la península ibérica a su paso por Madrid, levantando polvo en cantidad, para descubrir verdades i mentiras, porque no se puede estar mintiendo a medias como pretende el señor Aznar. Aquí le recuerdo las coplas de uno de sus más grandes compatriotas, el inmortal Antonio Machado: ¿Dijiste media verdad? / Dirán que mientes dos veces / si dices la otra mitad.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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