Ocho Horas para Trabajar, Ocho para Dormir y Ocho para Vivir

Fue el carpintero neozelandés, Samuel Parnell (1810-1890), quien ganó notoriedad por su significativa frase para los trabajadores: “los hombres tienen ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas que deben ser para su recreación y para ellos mismos”. Paralelamente, fueron las luchas por los derechos humanos y la acción de los obreros Mártires de Chicago (1886) quienes conquistaron la reducción de la jornada laboral a ocho horas. Sin embargo, a más de un siglo de esa gesta, no ha habido ningún otro tratamiento contra la explotación del obrero, a pesar del progreso tecnológico de la industria, que exige un menor uso de fuerza humana de trabajo.

Por desgracia, tales adelantos son solo disfrutados por clases privilegiadas que nada han hecho por erradicar los males del mundo: hambre, desempleo, analfabetismo, epidemias, narcotráfico, guerras, contaminación. Sin duda que para la oprimida clase trabajadora, el régimen social actual es tan miserable como la esclavitud o el feudalismo, pues la reducción horaria que en el pasado significó una reivindicación social, hoy es insuficiente para la calidad de vida.

Ocho horas de trabajo diario, sumadas a ocho horas para dormir, son más que dos tercios del día, ya que a la larga representan dos tercios de nuestra totalidad de vida. Si ésta, en promedio, ronda los 75 años, un cálculo inteligente nos revelará que el hombre actual pasa 50 años entre el ganarse el pan y el dormitorio; y que en el mejor de los casos, cuando protege sus ocho horas de cultura y realización personal, ello solo totaliza 25 años para vivir esa existencia deseada.

Necesario es concluir que si la vida humana es corta, la del asalariado lo es más. Por ello, nosotros, herederos de los revolucionarios de Chicago, jamás renunciaremos a la aspiración ancestral por implantar un modelo de vida que nos haga dueños de todas nuestras horas. Igualdad en las relaciones de trabajo y propiedad social en la industria son el único camino. "No más deberes sin derechos, ningún derecho sin deber”.

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Jesús Silva R

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

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