Introducción
Venezuela enfrenta una profunda crisis económica y social que se ha visto agravada por la polarización política. Esta situación ha obstaculizado la posibilidad de aplicar políticas públicas eficaces para el desarrollo del país. En medio de este contexto, resulta oportuno mirar hacia los modelos de éxito internacional que han permitido a otras naciones reducir la desigualdad y potenciar el crecimiento económico.
El caso de los países PADI (Países con Alta Distribución de Ingresos a favor de la Remuneración de Empleados como %PIB) se presenta como una referencia ineludible. Estos países han logrado que más del 50% de su Producto Interno Bruto (PIB) se destine a la remuneración de sus empleados.
Tomando como ejemplo estos modelos, Venezuela tiene la oportunidad de repensar su estrategia económica y social, con el fin de disminuir la desigualdad y aumentar el poder adquisitivo de su población.
La Trampa de los "Cuentos Chinos" en América Latina
En América Latina, los discursos populistas han alimentado una serie de mitos económicos que han frenado el desarrollo. Entre estos "cuentos" destacan:
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El proteccionismo como vía de desarrollo: La creencia de que cerrarse al comercio internacional protegerá la industria nacional ha demostrado ser contraproducente. Mientras América Latina adoptaba esta lógica, economías asiáticas como Corea del Sur, Singapur y China se abrían al mundo, accediendo a mercados internacionales y atrayendo inversión extranjera.
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El Estado paternalista como solución total: La expectativa de que el Estado resuelva todos los problemas económicos ha llevado a la ineficiencia y la corrupción. Este modelo ha promovido la dependencia de la ciudadanía, desincentivando la iniciativa privada y el emprendimiento.
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El discurso antiimperialista como excusa: La retórica que culpa al "imperialismo" de todos los males internos ha permitido a algunos gobiernos evadir su responsabilidad en la mala gestión de los recursos públicos. Esta narrativa distrae la atención de los problemas estructurales internos, como la corrupción y la mala administración de las finanzas públicas.
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El mito de la "viveza criolla": La exaltación de la "viveza" como símbolo de astucia ha derivado en una cultura del atajo, donde se premia la trampa y la corrupción en lugar del esfuerzo, la disciplina y la excelencia. Este rasgo cultural ha afectado la productividad y la confianza en las instituciones.
Estos "cuentos" han llevado a América Latina, y en especial a Venezuela, a caer en un círculo vicioso de pobreza, ineficiencia y estancamiento económico. La comparación con los países asiáticos —que supieron superar sus crisis a través de reformas estructurales, apertura económica y disciplina social— pone de relieve los errores cometidos y las oportunidades desaprovechadas.
El Modelo PADI: Un Camino para la Distribución Justa del Ingreso
El modelo de los países PADI (Países con Alta Distribución de Ingresos a favor de la RE %PIB) constituye una referencia concreta para la transformación de la economía venezolana. Estos países lograron que la participación de la remuneración de los empleados en el PIB superara el 50%, garantizando una distribución más equitativa de la riqueza. Este enfoque no solo reduce la desigualdad, sino que también dinamiza la economía al potenciar el consumo interno.
Los 10 países PADI con mejor desempeño en 2021 fueron:
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Suiza: 58%
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Alemania: 53,7%
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Islandia: 53,7%
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Canadá: 52,5%
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China: 52,4%
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Eslovenia: 51,7%
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Dinamarca: 51,6%
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Japón: 51,4%
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Francia: 51,3%
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Austria: 50,3%
Estos países comparten características comunes:
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Políticas de salarios justos: Los salarios se ajustan periódicamente para evitar la pérdida de poder adquisitivo.
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Instituciones sólidas y transparentes: Se promueve la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción, lo que aumenta la confianza en la economía.
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Inversión en educación e innovación: Se fomenta la formación continua y la capacitación de la fuerza laboral, aumentando la productividad.
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Meritocracia y disciplina: Los esfuerzos individuales se valoran y premian, reduciendo la cultura del atajo.
En el caso de China, su inclusión entre los países PADI es especialmente relevante para Venezuela, ya que muestra cómo un país en desarrollo puede aplicar políticas efectivas de redistribución del ingreso. A través de la creación de empleo masivo, la inversión en infraestructura y la capacitación de su población, China logró reducir la pobreza y dinamizar su economía interna. Sacaron 800 millones de personas de la pobreza en 5 años.
Lecciones para Venezuela: Redistribuir el ingreso para reactivar el consumo interno
Para Venezuela, adoptar el enfoque PADI puede ser una estrategia efectiva para enfrentar la crisis económica. La actual política de bonificaciones por parte del gobierno ha dejado de lado el salario mínimo como pilar fundamental de la justicia social. Esta práctica ha precarizado el empleo, generando un poder adquisitivo insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de la población.
El camino hacia la redistribución del ingreso en Venezuela requiere:
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Ajuste periódico del salario mínimo: Cumpliendo con el artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el salario mínimo debe ajustarse al costo de la canasta básica. Esto fortalecería la capacidad de consumo de los hogares y estimularía el aparato productivo nacional.
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Inversión en educación y capacitación: La formación de la fuerza laboral debe alinearse con las necesidades del mercado, fomentando la empleabilidad y la productividad.
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Reducción de la polarización política: La confrontación constante entre el gobierno y la oposición impide alcanzar acuerdos de Estado. Un consenso nacional sobre la necesidad de redistribuir el ingreso podría marcar el inicio de un nuevo modelo de desarrollo.
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Fomento de la disciplina y la meritocracia: Es necesario superar la "viveza criolla" y construir una cultura de la responsabilidad, el esfuerzo y la honestidad.
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Fortalecimiento institucional: Se requiere la modernización de las instituciones y la lucha frontal contra la corrupción, para que el sistema de distribución del ingreso sea transparente y eficiente.
Crítica constructiva: La polarización política como obstáculo para el desarrollo
Un elemento crucial que frena el desarrollo de Venezuela es la polarización política extrema. La constante confrontación entre el gobierno y la oposición impide la formulación de políticas de Estado a largo plazo. En este contexto, el país no ha sido capaz de seguir el ejemplo de los países PADI, que lograron crear consensos nacionales para avanzar en la distribución equitativa de la riqueza.
Para superar esta situación, se necesita:
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Diálogo político efectivo: La creación de mesas de trabajo con participación de todos los sectores políticos, sociales y económicos.
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Acuerdo nacional para la reforma salarial: Impulsar una política de ajuste periódico del salario mínimo, como un compromiso entre el Estado, los empleadores y los trabajadores.
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Superación de la cultura del conflicto: Dejar de lado las posiciones irreconciliables y avanzar hacia una agenda de desarrollo compartida.
En ese sentido, los "cuentos chinos" de la política latinoamericana han dejado a Venezuela atrapada en un ciclo de pobreza, desigualdad y crisis institucional. Sin embargo, los países PADI ofrecen una hoja de ruta clara para avanzar. La clave está en redistribuir el ingreso nacional de forma justa, garantizando salarios dignos que estimulen el consumo interno. Siguiendo el ejemplo de China, Venezuela podría reactivar su economía, reducir la pobreza y avanzar hacia el desarrollo.
Para lograrlo, se necesita voluntad política, consenso nacional y la superación de la polarización que ha paralizado al país. Es hora de abandonar los "cuentos" y avanzar hacia una realidad de justicia social y desarrollo económico compartido.
Anexo:
(*) Qué significa ese dicho de los "cuentos chinos":
La expresión "cuentos chinos" se usa para referirse a historias falsas, exageradas o poco creíbles que alguien intenta hacer pasar por verdad. La frase tiene una connotación de desconfianza, ya que implica que la persona que cuenta el "cuento chino" está intentando engañar, manipular o crear una ilusión difícil de creer.
El origen de la expresión se asocia con la percepción que se tenía en Europa sobre la cultura y las historias provenientes de China. Durante la época de las grandes exploraciones, las descripciones de China llegaban a Europa a través de comerciantes, viajeros o misioneros que contaban historias exóticas, extrañas y, en muchos casos, difíciles de verificar. Estas narrativas parecían fantasiosas o inverosímiles, lo que llevó a la expresión "cuentos chinos" como sinónimo de mentiras o exageraciones.
Hoy en día, el término se usa de forma coloquial para señalar cualquier tipo de engaño, promesa incumplible o argumento que suena irreal. Por ejemplo, si un político promete resolver todos los problemas económicos de un país de forma rápida y sin costo alguno, la gente podría decir que está contando "cuentos chinos".
En el contexto económico y político
En el ámbito político, la expresión suele utilizarse para criticar discursos populistas o promesas políticas vacías. Muchos líderes políticos, especialmente en América Latina, han sido acusados de contar "cuentos chinos" cuando prometen soluciones mágicas para problemas estructurales. Esto se asocia con el populismo, ya que se presenta una solución fácil y rápida a problemas complejos, pero en la práctica no se cumple.