Bolivia: la masacre de Huanuni y la crisis de Evo



La semana pasada se produjeron enfrentamientos, a bala y dinamita, entre “mineros cooperativistas”privados y mineros asalariados estatales en las minas de Huanuni, Bolivia. El saldo fue de 16 muertos, más de 100 heridos, casas incendiadas y otros daños. Los cooperativistas tomaron por asalto a la mina estatal de estaño. La policía se retiró y los dejó actuar.
La imagen de lucha de pobres contra pobres, no cambia el fondo de la cuestión que es la pelea de los mineros asalariados de Huanuni por la total renacionalización de la minería contra cooperativas privadas, muchas encubriendo a grandes empresarios.
En la década del 90 los gobiernos neoliberales liquidaron a la antigua Comibol estatal (Corporación Minera de Bolivia), dejando en la calle a decenas de miles de trabajadores. La caída de los precios del estaño, y el agotamiento de las vetas más ricas, hizo que las multinacionales no tuvieran interés en la explotación. Por eso se entregaron áreas mineras a cooperativas de trabajadores. Como la utilidad era miserable fueron un “rebusque” para trabajadores desocupados (como, por ejemplo, es el caso de los “cartoneros” en Buenos Aires). Pero, con el aumento de precios de los minerales la situación cambió y se impuso la lógica del sistema capitalista dominante. "Hay una franja pequeña de cooperativistas que están a nivel empresarial, una pequeña franja que tiene nivel de acumulación de capital, que son dueños de las cooperativas", admitió el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Alfredo Rada. En casi todas las cooperativas, los socios más poderosos contratan trabajo asalariado en condiciones precarias y crecientes.
Los mineros estatales de Huanuni producen 200 toneladas de estaño al día. Con su esfuerzo ahora se obtiene una utilidad de 7 a 8 millones de dólares (www.econoticiasbolivia.com).
Al margen de que haya sectores oligárquicos interesados en producir conflictos violentos y desprestigiar al gobierno, lo ocurrido en Huanuni es consecuencia directa de lo actuado por el gobierno de Evo Morales. Este, al asumir, nombró de ministro de minas precisamente al líder de los cooperativistas, Walter Villaroel. La Federación Minera lo denunció, ya en ese momento, como privatista, enemigo de la minería estatal. El ministro alentó a los cooperativistas a ocupar áreas y los eximió de impuestos. Esto produjo una escalada que culminó en esta tragedia.
La COB, la Federación Minera y las federaciones de maestros hicieron un paro general y a una marcha de protesta desde El Alto hasta el Palacio de Gobierno, el martes 10 en repudio a lo sucedido, en solidaridad con los mineros de Huanuni y exigiendo la nacionalización de las minas y de todos los recursos naturales para que sean explotados bajo control obrero.
Los hechos produjeron una crisis política. Evo Morales echó a Villarroel. La oligarquía y la derecha de Podemos aprovecha para atacar al gobierno. El nuevo ministro, Guillermo Dalence, informó que se relanzará la Comibol. En Huanuni solo hubo una tregua para enterrar a los muertos. Morales dijo que pasó los peores días de su vida.
Evo al frenar las nacionalizaciones y negociar con la derecha, la fortalece y envalentona. Ya paralizó a la Constituyente ante la presión oligárquica, frenó las nacionalizaciones y la reforma agraria. Ahora dejó que masacraran a los trabajadores mineros. Es hora de que la movilización obrera y campesina imponga sus demandas con la movilización.
Llamamos a la solidaridad con los heroicos mineros de Huanuni, protagonistas de todas las epopeyas proletarias de la historia boliviana, y con su lucha por la total nacionalización con control obrero. Esta medida, junto a la reforma agraria, entregando todas las tierras de la oligarquía a los campesinos pobres para que las trabajen, son también la mejor forma de quebrar la espina dorsal de la reacción oligárquica.

*El Socialista, Movimiento Socialista de los Trabajadores de Argentina



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