La academia gringa se quita la máscara

El Comité Organizador de un Congreso sobre Ciencias Políticas que se celebrará en una ciudad del Medio Oeste de los Estados Unidos, no acepta trabajos que analicen la democracia venezolana, ya que no consideran a nuestro país como una democracia (SIC). Las causas de este exabrupto científico y académico, si así puede llamarse, son diversas. La más trivial, es la influencia que han logrado tener ciertos científicos sociales escuálidos venezolanos que, jugando el papel de víctimas, de exiliados y refugiados de esta horrible dictadura chavísta que les permite sin embargo regresar al país las veces que quieran, dar conferencias pagadas en Venezuela por universidades privadas, fundaciones y empresas apátridas y –de paso- llevarse a USA sus honorarios con dólares obtenidos a través de CADIVI, cosa que no podríamos hacer jamás los científicos verdaderamente bolivarianos. Aunque la producción científica de algunos de aquellos apátridas no sea precisamente de la mejor calidad, han logrado anidarse -gracias a influencias políticas- en importantes posiciones académicas de importantes universidades estadounidenses, desde donde pontifican sobre lo que debe ser o no ser considerado democrático en la historia de nuestra sociedad.

El lamentable caso de Honduras ha servido para que la elite política ultraderechista que gobierna los Estados Unidos, Obama, Hillary y Joe Biden incluidos, se quite su ridícula máscara democrática y- cual Retrato de Dorian Grey- dejen a la vista pública las repulsivas pústulas que corroen su piel. La democracia, ni siquiera la representativa, tiene cabida en un sistema gobernado por una plutocracia de banqueros, por el complejo militar-industrial, por el cenáculo de transnacionales, por la mafia cubana, por el lobby fundamentalista judío-neoconservador. Después de la condena mundial contra el golpe de Estado que el gobierno de los Estados Unidos apadrinó, sostuvo y sigue apoyando, la maniobra política del Departamento de Estado y de sus subordinados en la OEA es cabronear a los empresarios que financiaron el golpe contra el Presidente Constitucional Zelaya, al combo de políticos y militares corruptos, tanto hondureños como estadounidenses y venezolanos (SIC) escuálidos que sirven de guardia pretoriana a aquella minoría empresarial.

Esta es la verdadera concepción de la democracia que- salvo honorables excepciones- sostiene la academia estadounidense y la que deberían analizar sus cientistas políticos: ¿como podemos hacer para blanquear los crímenes cometidos por la dictadura de Micheletti para salvar la formalidad democrática?; ¿como podemos hacer para darle validez democrática a un gobierno fantoche como el de Karzai en Afganistán?, ¿como lavar el rostro y las manos ensangrentadas de Uribe en Colombia, para presentarlo ante el mundo como un defensor de la democracia, la libertad y los derechos humanos, amigo de los Estados Unidos?. ¿Como hacer, finalmente, para poder derrocar por la fuerza a los gobiernos populares y verdaderamente democráticos de Venezuela, Ecuador y Bolivia para poder consolidar nuestro dominio neocolonial sobre América Latina, sobre Nuestra América y que dicha intervención- como sucedía anteriormente- sea considerada por la comunidad internacional (hoy día integrada por los gobiernos de Estados Unidos, Israel y Palau (SIC) como una defensa de la democracia?; ¿como hacer para que el convenio militar que encubre la anexión de Colombia como el Estado 52 de la Unión estadounidense sea considerado igualmente un instrumento para la defensa de la democracia, la libertad, los derechos humanos y la lucha anti-drogas?

Un congreso de Ciencias Políticas dedicado a analizar científicamente esa nueva versión objetiva de la pseudo democracia que el gobierno de los Estados Unidos ha puesto en práctica consecuentemente en todos los países del mundo, para perpetuar su hegemonía mundial, difícilmente llegará a ser patrocinado por la academia estadounidense o sus subordinados en América Latina. ¿Se atreverían las instituciones académicas y científicas de la ALBA a dar ese paso?

LA ACADEMIA GRINGA SE QUITA LA MASCARA


(*) Investigador Nacional Emerito
mario.sanoja@gmail.com


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Mario Sanoja Obediente (*)

Escritor, antropólogo y docente universitario


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