Toque de pimienta

Venezuela y el narcoterrorismo faraco-iraní

Con enorme complacencia han sido recibidas en los sectores más judeo-cristianos de nuestra población las revelaciones de la cancillería de Israel, según las cuales no solo hay células terroristas de Hezbolá operando en Margarita y en la Guajira venezolana, sino, además, aquí se les proporcionan documentos falsos a los pérfidos iraníes que recorren el continente en busca de guarandingas para fabricar bombas atómicas.

Así pues, resulta mucho más fácil obtener un pasaporte venezolano, con la cédula de rigor y licencia de tránsito, si usted se presenta en las oficinas del organismo correspondiente diciendo que va de parte de un ayatola.

La perfidia de dicha triquiñuela estriba en la enorme similitud que existe entre los ciudadanos de la antigua Persia y los de la República Bolivariana de Venezuela.

Para empezar ambos lucen igualmente desarrapados, cosa que de inmediato puede captar el más despistado de los agentes gringos de inmigración. Por lo general se trata de individuos mal afeitados, con barba de varios días, aunque menos corpulentos que Mario Silva, el de La Hojilla.

Por lo demás somos prácticamente indistinguibles unos de otros. El acento iraní se parece demasiado a la forma de hablar venezolana, por completo diferente de la argentina, que parece un dialecto italiano, sobre todo en materia de fútbol.

Según se dice, las células terroristas en Margarita entrenan en Macanao, que es una región desértica muy parecida a los paisajes del África subsahariana. Desde luego son maestros del camuflaje, pues, hasta ahora al menos, ni siquiera el espía Salazar ha podido dar con ellos.

Amen de todo lo anterior, no podemos olvidar que Venezuela sirve de soporte a los guerrilleros de las FARC, lo cual quedó ampliamente demostrado en la computadora de Raúl Reyes, muerto mientras pasaba una temporada en territorio ecuatoriano.

En cuanto al narcotráfico, es público y notorio que Venezuela obliga a los colombianos a producir marihuana y cocaína y luego, no conforme con tamaño abuso, se vale de técnicas subliminales para que 40 millones de gringos consuman tales drogas como si fuera Coca Cola.


augusther@cantv.net



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Augusto Hernández


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