Los retos de Barack Obama: Irán y Afganistán (II)

El primer mensaje del presidente afgano Hamid Karzai al presidente electo Obama fue muy similar al que formularon los líderes pakistaníes a Petraeus: "Finalizar los bombardeos aéreos de Estados Unidos que provocan bajas entre los civiles". Su mensaje fue enviado poco después de que las tropas de la coalición bombardearan una fiesta de bodas en la provincia de Kandahar y mataran a 40 personas, según informes de prensa. No hay indicaciones de que la opinión de los afganos "fuera tomada en cuenta".

El comando británico ha advertido que no hay una solución militar al conflicto en Afganistán. Según The Financial Times, el comando militar dijo que hay que entablar negociaciones con el Talibán.

Eso arriesga un desacuerdo entre Gran Bretaña y Estados Unidos.

Los temas ya están sobre la mesa, escribe Jason Burke, un corresponsal de The Observer con una larga experiencia en la región: "El Talibán ha estado involucrado en conversaciones secretas sobre la finalización del conflicto en Afganistán en un `proceso de paz’ de amplio alcance patrocinado por Arabia Saudita y apoyado por Gran Bretaña".

Algunos activistas afganos por la paz han planteado sus reservas en relación con ese enfoque. Prefieren una solución sin interferencia extranjera. Una red creciente de activistas para la paz está convocando a negociaciones y a la reconciliación con el Talibán en la Jirga Nacional de la Paz, una gran asamblea de afganos formada en mayo del 2008.

En una reunión en mayo en apoyo a la Jirga, tres mil políticos e intelectuales afganos, principalmente de los pashtunes ­el grupo étnico más grande­, criticó "la campaña militar internacional contra los militantes islámicos en Afganistán y convocó al diálogo para terminar la lucha", informó la agencia France-Presse.

Bakhtar Aminzai, presidente interino de la Jirga Nacional de la Paz, dijo en la reunión de apertura que "el actual conflicto no puede ser resuelto por medios militares y que solamente las conversaciones traerían una solución".

Un líder del Despertar de la Juventud, un prominente grupo afgano que se opone a la guerra, expresó: "Nosotros debemos terminar el afganicidio, el asesinato de Afganistán".

Un sondeo en un Afganistán desgarrado por la guerra es difícil de hacer, pero los resultados merecen ser tomados en cuenta. Una encuesta hecha por canadienses encontró que los afganos favorecen la presencia de soldados canadienses y de otros países (Un resultado que fue titular de primera plana en Canadá). Otros hallazgos deben ser examinados con minuciosidad.

Solamente 20% de los afganos encuestados "piensan que el Talibán prevalecerá una vez que las tropas extranjeras se retiren"; tres cuartos apoyan las negociaciones entre el gobierno de Karzai y el Talibán; y más de la mitad favorece un gobierno de coalición.

Por consiguiente, la inmensa mayoría discrepa del enfoque de Estados Unidos y de la Otan para militarizar aún más el conflicto, y parece creer que la paz es posible si hay negociaciones.

Un estudio de los milicianos del Talibán realizado por el periódico canadiense The Globe and Mail, aunque no sea una encuesta científica tal como señala el periódico, ofrece sin embargo datos considerables. Todos ellos son afganos pashtunes del área de Kandahar.

Se consideran "muyahidines" (guerreros santos) y siguen la antigua tradición de expulsar a los invasores. Casi un tercio informó que al menos un miembro de su familia había muerto en bombardeos aéreos en años recientes.

Muchos dijeros que combatían para defender a aldeanos afganos de los ataques aéreos por parte de tropas invasoras. Pocos afirmaron estar luchando en una guerra santa global o ser leales al líder talibán Mullah Omar. La mayoría decía que combatía por principios y el establecimiento de un gobierno islámico, no por un líder.

Nuevamente, esos resultados sugieren posibilidades de un acuerdo negociado de paz sin interferencia extranjera.

En la revista Foreign Affairs, Barnett Rubin y Ahmed Rashid recomiendan que la estrategia de Estados Unidos en la región se desplace de más tropas y ataques en Pakistán a un "gran convenio diplomático forjando un compromiso con los insurgentes (...) y encarando un arreglo de las rivalidades e inseguridades regionales".

El actual foco en lo militar "y el terrorismo subsiguiente", advierten, podría conducir al colapso de Pakistán, un país con armas nucleares ­con su secuela de graves consecuencias­. Esos autores recomiendan al futuro gobierno de Estados Unidos "poner fin a la dinámica cada vez más destructiva del Gran Juego en la región". Eso podría conseguirse por medio de negociaciones que reconozcan los intereses de las partes involucradas dentro de Afganistán como también de Pakistán e Irán, pero asimismo de India, China y Rusia, que "tienen reservas respecto a una base de la Otan dentro de sus esferas de influencia" y están preocupados por las amenazas "planteadas por Estados Unidos y la Otan" como también por Al Qaeda y el Talibán.

El próximo Presidente de Estados Unidos, escriben Rubin y Rashid, debe terminar con la "búsqueda de la `victoria’ por parte de Washington como solución a todos los problemas, y con la renuencia de Estados Unidos a involucrar en la diplomacia a competidores, oponentes o enemigos".

En fecha temprana, en cualquier número de puntos en la zona de peligro, la administración de Obama podría actuar para romper el ominoso ciclo de violencia.



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Noam Chomsky


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