Un presidente pederasta, genocida y pirata

Un jefe de estado es la autoridad suprema del Estado, el encargado de representar su unidad y continuidad tanto a nivel nacional como internacional. Es la máxima personificación del Estado, y su título determina la forma directa del tipo de gobierno: si es monarca, el Estado es una monarquía y si es presidente, el estado es una república. Entre las funciones de un jefe de Estado está la de ejercer el papel de árbitro y moderador de las instituciones del estado, además, tiene un gran papel en las relaciones exteriores, estableciendo diálogos y alianzas entre países afines.

Revisando los conceptos anteriores me llega a mi pensadora el agente naranja que gobierna a EEUU y pongo en duda que este sujeto representa la unidad de un pueblo conformado por nacionales (la mayoría descendiste de emigrados en segunda o tercera generación) y millones de migrantes, quienes han contribuido y contribuyen al crecimiento de la economía del país de Tío Sam. Sin embargo, la persecución, secuestro, encarcelamiento y deportación de expatriados, con papeles legales o sin ellos, me pone en tela de juicio sobre la condición de Jefe de Estado del gordinflón Trump. Lo mismo puedo afirmar con lo que tiene que ver con las relaciones exteriores. Es notorio que el presidente de USA viola reiteradamente tratados internacionales, aplica aranceles comerciales sin mantener diálogos entre las partes, así como también emplea medidas coercitivas ilegales contra otros países, las cuales ponen en riesgo la calidad de vida de quienes las sufren, igualmente, bombardea países como Nigeria en su papel de cruzado. Además, de la reiterada injerencia de Washington en los asuntos políticos de otros países, todo esto demuestra la incapacidad del gobierno estadounidense de actuar como árbitro y moderador.

Pero no solo lo anterior me obligan a titubear sobre la capacidad del anaranjado Trump para tomar decisiones como Jefe de Estado, esto lo afirmo por el accionar del presidente de EEUU desde el punto de vista personal. Es público el funesto comportamiento de este sujeto, tanto, que obliga a la prensa y las redes sociales de reseñar y resaltar su conducta como pederasta, genocida y pirata, aciagos procederes que desdicen el ejercicio de presidente de una nación cuyos líderes pretenden vender como la más poderosa del mundo. Tales conductas podrían considerarse como salvajadas repugnantes, acciones libertinas propias de un estado primitivo que generan rechazo del prójimo. Comportamientos que en el fondo atentan sin escrúpulos ni vergüenza contra la civilización y la humanidad.

Ya el rubicundo Trump no puede negar sus vínculos con el "suicidado" Jeffrey Epstein. En los archivos, en manos del gobierno y la justicia estadounidense, se ponen en evidencia registros de vuelos de sus aviones, documentos judiciales, correos electrónicos, fotografías, recortes de prensa y materiales con investigaciones sobre tráfico sexual de menores que lo vinculan con el presidente de EEUU. Estas pruebas, imposible negarlas, son suficientes para imputar, juzgar y encarcelar por pederasta, y desde luego, destituir al referido de su cargo de jefe de Estado. Se debe tener claro que un pederasta es la persona que comete abusos sexuales contra menores de edad, sobre todo en el contexto de relaciones sexuales con niños o niñas. Tal término (pederastia) no debe confundirse con "pedofilia" que hace referencia únicamente a la atracción erótica hacia menores de edad sin consumar el acto.

El mundo es testigo, de acuerdo con lo revelado en los archivos de Epstein, de los infaustos desenfrenos de una cáfila de potentados, personajes de la farándula y políticos, entre ellos el presidente Trump. Todos ellos incursos en el delito de pederastia, que cosiste en la práctica de actos sexuales de adultos con menores de edad, la cual constituye una agresión sexual y una clara violencia contra niños y niñas. A lo anterior se debe agregar, según denuncia de testigos de abuso físico, psicológico y explotación sexual y, como hay evidencias sobre todo tipo de abuso sexual tanto a Trump como algunos de los degenerados asiduos a las "paradisíacas" propiedades de Epstein, aquellos personajes pervertidos pueden ser juzgados y acusados de delincuentes.

Es imposible ocultar lo que es evidente, a pesar que los archivos fueron censurados por el gobierno de EEUU, que aquella verdad escondida (tachada en su mayoría) es una prueba de que algo oculta el gordinflón Trump. A pesar que al delito de pederastia le está agregando otra trasgresión de la ley federal como es el desacato, dado la obligación del gobierno de entregarle al Congreso los archivos de Epstein sin ningún tipo de censura.

No solo pesa sobre Trump el epíteto de pederasta, también tiene reservado para la historia el de "genocida" por su complicidad con el criminal Netanyahu en sus acciones de exterminio del pueblo palestino en la franja de Gaza. El gobierno de Tío Sam ha entregado y aprobado la venta de diversos tipos de armamentos al gobierno sionista de Israel en los últimos años, especialmente a raíz del inicio del conflicto de Gaza. Entre las armas entregadas o aprobadas incluyen bombas aéreas guiadas, municiones para tranques, proyectiles de artillería, aviones de combates, misiles y vehículos blindados, 1.800 bombas MK-84 de 900 kg cada una, toda esta maquinaria bélica para destruir la franja de Gaza, contribuir con el genocidio y el extermino del pueblo palestinos. Es público y notorio que la Administración del presidente de EEUU, el gordo Donald, quien aspiraba el Nobel de la paz, aprobó una venta de armas a Israel por un valor de 4.000 millones de dólares, según corroboró el secretario de Estado Marcos Rubio: así contribuye el gobierno de Tío Sam al mantenimiento de la Paz en el Medio Oriente. Creo que le cuadra muy bien el remoquete de genocida.

La piratería es una práctica de vieja data que consiste en el saqueo organizado o bandolerismo marítimo por la cual se ataca a una embarcación con el propósito de robar su carga, exigir rescate por sus pasajeros o venderlos como esclavos y en ocasiones apoderarse de la nave misma. En verdad esto no es una definición tomada de un diccionario, este es el concepto que tiene la Convención de la Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, esta define en el artículo 101 la piratería como cualquier acto ilegal de violencia, detención o depredación.

Partiendo de la definición anterior y teniendo en cuenta el comportamiento del pederasta y genocida Trump en el Caribe, tenemos presente que el presidente de EEUU es un pirata, es decir una persona dedicada a la piratería, un ladrón del mar, un saqueador dedicado al abordaje de barcos en el mar para robar y también para escamotear las naves.

Todo comenzó con la militarización del mar Caribe con el envío de destructores con misiles, submarinos nucleares, portaaviones y cazabombarderos con la excusa de perseguir narcotraficantes que llevan drogas a EEUU. El resultado de esto fue la destrucción por bombardeos de pequeñas lanchas que supuestamente llevan sustancias estupefacientes a EEUU, el asesinato de más de 100 personas que no han sido identificadas, acusadas, sin pruebas, de narco terroristas. Lo más extraño es que tales naves no tenían ni el motor adecuado ni los combustibles necesarios para llegar a EEUU, así mismo, tampoco se recuperó la droga que supuestamente estaban a bordo de la nave, un vil asesinato.

Lo más patético de todas estas acciones es lo que está escondido detrás de estas masacres. El verdadero motivo de estas aciagas operaciones, no es el de la vigilancia del mar para impedir el tráfico de drogas, la auténtica razón es el robo del crudo que sale de los puertos de Venezuela hacia otros destinos. Estos actos de piratería fueron corroborados por el presidente de EEUU, quien afirmó en un acto público que se quedaría con el petróleo robado y con los buques confiscados, esto constituye una prueba de las ilegalidades de la llamada "incautación", mejor dicho, robo, de una mercancía que cumplía con todo los requisitos de navegación en aguas internacionales. El abordaje por vía violenta de las naves cargadas con productos venezolano es una prueba de la importancia que el gordinflón les da a las leyes internacionales. Da la impresión que el déficit de energía en EEUU se pretende cubrir mediante el robo de los tanques petroleros que llevan el producto a otros rincones del mundo. Así mismo, similar las acciones de la época medieval el pederasta, genocida y pirata Trump anunció un asedio en la costa venezolana para impedir la salida de los tanques petroleros, una manera de atentar contra la vida de millones de venezolanos que reciben beneficios con la exportación del crudo.

La comunidad internacional, además de la agresión contra los migrantes, la aplicación unilateral de aranceles, la aplicación ilegal de medidas coercitivas, la injerencia en la política de otros países, se debe agregar la piratería como una práctica reiterada del gobierno de EEUU. Ya no es robo de aviones venezolanos y de los activos como CITGO como ya lo ha hecho, ahora pretende debilitar la economía venezolana, impidiendo la exportación del crudo mediante actos de piratería y el bloqueo de las costas violando descaradamente las leyes internacionales de navegación. Por eso es bueno recordar una frase que escuché en una película sobre el capitán Garfio: "¿Te gusta? Una vez que has derramado sangre y repartido crueldad es difícil detenerte. ¡Es la vida del pirata!" Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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