El petróleo o la vida

Quienes tengan un poco de conocimiento de historia debieron aprender que todas las guerras ocurridas en el planeta, a lo largo de muchos siglos, han tenido y tienen una motivación económica o un propósito expansionista. Al final de la querella las desgracias, la destrucción, la estadística de los miles o millones de muertos, heridos o mutilados no les importan a los protagonistas de la barbarie. Desafortunadamente el ganador de la conflagración se apoderará, mejor dicho, se robará las riquezas del pueblo vencido, el objetivo de la invasión y quizás, se asignará para si los territorios ajenos.

"Todos los caminos conducen a Roma" es un vetusto aforismo que demuestra lo expresado en el párrafo anterior. Cuando el Imperio Romano se anexaba el territorio conquistado era obligatorio construir caminos que transportaran a Roma las riquezas de la región usurpada, además, para llevar hacia la ciudad imperial los tributos que los nuevos vasallos deberían pagar al emperador. Quizás, en recuerdo a lo anterior los aviones que parten de Sudamérica hacia África, Asia y Eurasia deben hacer escala en algunas de las capitales de los antiguos imperios. Es casi obligatorio continuar pagando tributo a las viejas supremacías.

Es sabido que los reyes Castilla y Aragón no hicieron declaración de guerra contra los pueblos del Nuevo Mundo (más antiguos que los de Europa), sin embargo, asesinaron, arrasaron culturas completas, se robaron grandes riquezas, se apropiaron de los territorios conquistados a sangre, sudor y fuego imponiendo el idioma del conquistador, formas de vestir y religión. Hasta la Iglesia Católica, cómplice del genocidio cometido en las tierras conquistadas, consiguió su beneficio. Es por eso que se exigía a los nuevos sometidos a recibir el bautismo de forma obligatoria, en caso de negarse a acoger el sacramento sería asesinado, o esclavizado o se le arrebataría los hijos y la esposa si los tuviera. Una vez que los pueblos originarios comprendieron las intenciones de los imperialistas arribados del otro lado del mar junto a los frailes, le declararon la guerra al usurpador, es la llamada resistencia de los pueblos originarios.

Modernamente los ganadores de una guerra tienen muchas formas de cobrar el triunfo: robo de las riquezas, contratos para reconstruir la ciudad arrasada que ellos destruyeron, facilidades para instalar empresas oriundas de la nación triunfadora, prestar dinero al territorio perdedor a intereses leoninos, firmar tratados de libre comercio que faciliten grandes ganancias al país invasor, exportar productos hacia el país sometido de tal manera que sus empresas paguen aranceles muy bajos, instalación de bases militares del país vencedor. Este último caso lo tenemos en Japón. El gobierno de EEUU cometió el peor caso de terrorismo conocido hasta ahora contra los pueblos de Hiroshima y Nagasaki con un saldo de más de 300.000 muertos, además de la destrucción de las ciudades, al mismo tiempo, las secuelas de la radioactividad, resultando, por medio de este acto criminal, ganador de la conflagración. Consecuencia del triunfo de Tío Sam en Japón opera una red de instalaciones militares distribuidas por todo el país. Con una concentración significativa en la isla de Okinawa donde está la Base Aérea de Kadena, la más grande y activa Fuerza Aérea de EEUU en Asia Oriental y se conoce como la "piedra angular del Pacífico". En este enclave habitan más de 20.000 militares estadounidenses. Una buena recompensa para el triunfador de la guerra Japón-EE UU.

En mi época de mozo se conocía por las historietas una frase repetida por los ladrones con intención de robar a un transeúnte, una vez sorprendido le gritaba "la bolsa o la vida", es decir, el maleante le concedía el derecho a vivir a cambio del dinero que llevaba el infeliz caminante. Parece ser que los imperios, entre esto los EEUU, les concede a los países el derecho a vivir en paz a cambio de la posibilidad de una invasión de la cual le sacará algún provecho, por lo general materia prima. Una amenaza como la de cualquier bandido de la cual recibirá un beneficio a cambio de la vida de los habitantes de un país.

Lo anterior describe el caso de lo que sucede en Venezuela que por años sufre las agresiones provenientes de EEUU, ataque que no tienen ninguna justificación sino el interés del gobierno de robarse el petróleo y otras riquezas resguardas en las entrañas de la tierra. Los venezolanos y los no nacionales que hacen vida en la tierra de Simón les parece escuchar al yanqui el grito "el petróleo o la vida", en el entendido que para tener derecho a vivir en paz le debemos entregar todo el crudo que ellos deseen.

Prácticamente el gordinflón Trump le ha declarado la guerra al pueblo venezolano basado en mentiras como son: actos terroristas cometidos por el presidente Maduro, la producción y el comercio de drogas, la operación de cárteles como el "tren de Aragua" y el "cartel de los Soles" dirigidos por Maduro y otros funcionarios. Tales acusaciones han sido desmentidas por agencias policiales radicadas en USA, por la ONU y otras agencias internacionales que investigan lo referentes al tráfico y la producción de estupefacientes. Las amenazas se han concretado con la militarización de las aguas del Mar Caribe con el envío de destructores, portaaviones, submarinos y aviones que se aproximan a las costas venezolanas con intención deliberada. Es la manera de amedrentar al gobierno del presidente de la República Bolivariana con la intención de obtener la renuncia del gobierno para colocar en Miraflores un gobierno títere. Como, por ejemplo, una marioneta entreguista como la goda María Corina quien le facilitaría, en caso negado de ser presidente, a las compañías petroleras gringas las posibilidades de saquear el crudo resguardado en la Faja Petrolífera del Orinoco, la mayor acumulación de petróleo del mundo con 1200 millones de barriles de petróleo. Este propósito es descarado, ya lo anunció el presidente Trump, la antigua jefa del Comando Sur, algunas senadoras republicanas quienes se consideran con el derecho de apropiarse nuestro petróleo a cambio de nuestras vidas.

"O te bautizas o te esclavizamos" era la recomendación de los frailes a los pueblos originarios, "el petróleo o la vida" es la insinuación de los yanquis a los venezolanos. Por fortuna los hijos de Bolívar tienen experiencia en la lucha para lograr su independencia, ya lo hicieron hace más de 200 años y estoy seguros que estarán dispuestos a resguardar lo que tanto les costó. El pedófilo Donald Trump, quien se en su campaña electoral para el segundo mandato se presentó como defensor de paz, hoy pretende llevar el conflicto bélico al Mar Caribe involucrando a México, Colombia y Venezuela, la coacción a Nigeria y a Sur África, sin olvidar su complicidad con Netanyahu en el genocidio de Gaza y la entrega de armas a Zelenskyy, una guerra donde han muerto innecesariamente miles de jóvenes.

Entre "el petróleo o la vida" los venezolanos evidentemente escogen vivir, sin embargo, están dispuestos a defender el crudo que les pertenece. No se dejarán robar el mineral que le corresponde y que por muchos años fue escamoteado (siglo XX) por las compañías gringas en complicidad con gobiernos complacientes de la burguesía nacional. La vida le enseñó al venezolano que hay que pelear por lo que le pertenece y no existe la posibilidad de permanecer impasible e inerme ante una amenaza a la seguridad nacional. Entre el petróleo y la vida de seguro los venezolanos elegirán las dos, permanecerán con vida para defender lo que les pertenece. La paz y la vida son derechos inalienables que no se pueden negociar, quizás por esto el líder afro estadounidense Malcon X sentenció: "No puedes separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz, a no ser que tenga su libertad". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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