¿Habrá o no invasión?

¿Por qué EEUU continúa otorgando licencias en medio de las amenazas de agresión a Venezuela desde el mar Caribe?

El negocio del gas entre Venezuela y Trinidad y Tobago no se detiene porque, en el fondo, la geopolítica y los intereses energéticos siempre

encuentran un camino, como el agua de los ríos, incluso en medio de tensiones.

Shell está a punto de obtener una nueva licencia del gobierno de Trump para reanudar trabajos en el campo de gas Dragon, un yacimiento offshore venezolano que colinda con aguas de Trinidad. Este proyecto, que involucra a National Gas Co. de Trinidad como socia, podría exportar hasta 300 millones de pies cúbicos de gas al día a partir de 2026, principalmente para alimentar la industria de LNG y petroquímicos en Trinidad, sedienta de suministro. La licencia anterior expira este mes de octubre de 2025, pero tras el recrudecimiento de sanciones en abril (que obligó a una "fase de cierre" hasta mayo), el Departamento del Tesoro de EEUU está dispuesto a extenderla o emitir una nueva, similar a la que ya le dió a Chevron en julio para el petróleo pesado, que beneficia a esas empresas transnacionales y a países aliados regionales, como el caso de Trinidad.

Venezuela, según las condiciones de la licencia, no recibiría divisas, ésta solo admite pago de deudas o retribución en "especies", para evitar que Venezuela tenga liquidez. De allí la devaluación del bolivar que provoca la crisis inflacionaria actual.

Sobre el "despliegue naval estadounidense":

Desde agosto de 2025, EEUU envió un grupo impresionante a las aguas territoriales de Puerto Rico en aguas del Caribe sureño, al menos tres destructores armados con misiles Aegis, un submarino de ataque, aviones F-35, drones Reaper y unos 4.500 marines, posicionados a unos 75 km de la costa venezolana (fuera de aguas territoriales).

"Oficialmente", se trata de una operación contra el narcotráfico, "aderezado" mediante ataques aéreos criminales contra Peñeros, pequeñas embarcaciones de pescadores o contrabandistas de gasolina con tripulación no identificada ni carga definida (al menos cuatro naves confirmadas, con 21 muertos), y declaraciones de

Trump de un supuesto "conflicto armado no internacional".

El presidente Maduro lo ha calificado de provocación imperial y ha respondido con ejercicios navales, drones y 25.000 tropas en la frontera, pero sin evidencia de una declaración oficial de guerra, para que se trate o sea el preludio de una invasión del territorio venezolano.

Se trata más bien de una escalada retórica y operativa para presionar al gobierno bolivariano, similar a los despliegues de 2019 y 2020, pero con énfasis en un supuesto, obviamente negado, tráfico de drogas.

¿Por qué el gas fluye pese a la tensión?:

Porque las licencias de EEUU son herramientas de política exterior: castigan a países que no le agradan al imperio, limitando ingresos, pero permiten proyectos que estabilizan la región (Trinidad es un socio de EEUU y clave en el Caribe anglófono) y además benefician a las petroleras sin enredarse en invasiones costosas. El Dragon está a solo unas millas de plataformas de Shell en Trinidad, lo que lo hace eficiente y de bajo riesgo. Además, en un mundo con transición energética hacia la energía "verde", el gas "limpio" de bajo costo es oro, y nadie quiere que se pierda por un show de fuerza en aguas relativamente cercanas a EEUU, a diferencia del medio oriente.

De manera que el despliegue naval estadounidense es un show mediático (con eventuales ataques quirúrgicos o extracciones selectivas, aunque también poco probables por el riesgo de escalada, además de unos cuantos ruidos de aviones para generar pánico interno) a fin de presionar la renuncia de Maduro o, al menos, forzar concesiones en negociaciones.

Una invasión real requeriría logística masiva, apoyo hemisférico que hasta hoy no se ha materializado y un casus belli claro, no ataques a pequeñas lanchas, mientras se firman licencias para que Shell y Chevron sigan operando bajo supervisión.

EEUU prefiere entonces el "maximum pressure" económico y simbólico –sanciones selectivas, recompensas y presencia naval– para erosionar al gobierno sin necesidad de botas en territorio venezolano.

Si quisieran controlar las instalaciones energéticas a sangre y fuego, no estarían facilitando que Shell y Chevron las usen en medio de las batallas. Al final, el petróleo y el gas son demasiado valiosos para "quemarlos", o destruir instalaciones en una guerra; es mejor quemar en las calderas esos combustibles, mientras negocian los oponentes.



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Omar Marcano

Trabajador jubilado del MPPCTII, Militante del PSUV, Ingeniero Eléctrico (USB, 1976)

 marcanoomarj@gmail.com      @pueblopatriota

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