El plan de intervención de EEUU en Venezuela sigue los mismos lineamientos de las múltiples intervenciones que han realizado en muchas otras partes del mundo. Se desarrolla sobre una misma plantilla, la cual es adaptada a las características concretas de cada país agredido y tiene la flexibilidad de no ser lineal, ni con fecha fija de culminación, sino de tener varias opciones finales, pues escogerán la más adecuada a la realidad existente en ese momento; una duración ilimitada, que dependerá de las dificultades que encuentren en su desarrollo, y la posibilidad incluso de suspender o abandonar definitivamente su ejecución. Es un casi "como vaya viniendo, vamos viendo", sólo que el "viniendo" y el "viendo" son estudiados y planificados con los más sofisticados métodos existentes de observación y análisis de la realidad concreta. Un equipo de especialistas en distintos campos se encarga permanentemente del diseño y seguimiento del programa.
Lo anterior no significa que sean infalibles, que tengan el control total de todos los factores presentes, ni que dispongan de todo lo necesario para ser exitosos. Si así fuera, el mundo estaría perdido. Lo primero es desacreditar en todos los campos y ámbitos al gobierno declarado enemigo, iniciando con su presentación como el agresor. Ellos "se defienden" y para eso "lamentablemente" tienen que pasar a la ofensiva. Es como hace la entidad sionista genocida que llaman Israel, no en vano es uno de sus mejores aliados, junto con los colonialistas salvajes de siempre: los ingleses. En segundo lugar, se lo presenta como como un tirano sanguinario de su propio pueblo, un salvaje poseedor de todos los vicios existentes y capaz de asesinar a sus progenitores si fuere necesario. El enemigo es el instrumento de las fuerzas del mal, provenientes del mismísimo infierno, que además constituyen una amenaza para el resto del mundo libre, sano, honesto, justo y bueno.
Los anteriores objetivos se logran a través de la gran prensa transnacionalizada, comprometida sólo con los intereses imperiales que la financian, y de periodistas o comunicadores individuales, dispuestos a venderle su alma al diablo, y mucho más si está disfrazado de Dios. Mientras tanto, se desarrolla un plan perverso económico financiero para ahogar la economía del enemigo, de tal manera que no pueda ni siquiera levantar un poco la cabeza, ni aspirar una bocanada de aire, ni tomar un descanso, que le permita recuperar fuerzas. El imperio no da treguas. Un último elemento, necesario para el éxito del plan, lo constituye la existencia de una oposición interna, capaz de llevar adelante su papel de dañar la resistencia a la intervención, dificultar la unidad nacional requerida, potenciar el descontento popular y desplegar acciones de sabotaje interno, que comprometan mucho más al gobierno en su necesidad de mantenerse.
Dentro de estos programas maquiavélicos de intervención, juegan un papel muy importante los sucesos que dan, al agresor imperial, un pretexto para iniciar la fase final del plan: invasión, incursión armada, asesinato dirigido, extracción o una combinación de éstos. Así, en 1846, al norte del río Bravo, México, una patrulla estadounidense realizaba, por órdenes presidenciales, una misión ilícita en territorio mexicano, por lo que fue enfrentada por fuerzas de este país. Esta acción dio a EEUU el motivo para declarar la guerra a México, cuyo resultado permitió que conservara Texas y se apropiara de los ricos territorios de Alta California y Nuevo México. En 1898, el acorazado USS Maine explotó y se hundió en el puerto de La Habana, lo cual fue utilizado por EEUU para declarar la guerra a España, luego de acusarla de agresión. En los setenta, se concluyó que el hundimiento no fue por ninguna mina, sino por una explosión interna. La guerra le dio a EEUU el control de Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas.
En 1964, en el golfo de Tonkin, la inteligencia gringa presentó dos ataques navales vietnamitas: uno inducido por EEUU al ingresar en aguas territoriales de Vietnam del Norte, y otro que nunca ocurrió, sino totalmente inventado, como causa para profundizar la guerra de Vietnam. Documentos desclasificados en 2005 muestran que el presidente Johnson y McNamara fingieron estos incidentes para sus siniestros propósitos. Para invadir Panamá en 1989, los gringos también se valieron de un incidente entre un oficial de su Marina, víctima de disparos en un control de carretera, luego de un enfrentamiento. El caso actual del peñero, hundido por la cuarta flota delictivamente con un misil, junto con sus tripulantes venezolanos, por supuestamente transportar drogas, es un montaje de los expertos de las entregas controladas de drogas, un "falso positivos" nefasto, que usó jóvenes venezolanos pobres reales, a quienes asesinó, y hoy sus familiares lloran. ¡Alerta entonces!