Las dudas de Trump sobre Guaidó no son suficientes

Después de casi año y medio de supremos esfuerzos para sacar a Nicolás Maduro del poder, con medidas que han generado mucho sufrimiento al pueblo venezolano, el presidente Trump el 19 de junio dijo al mundo que él nunca estuvo muy de acuerdo con la estrategia seguida. Trump pareció culpar a sus asesores, y luego agregó: "Creo que yo no estaba necesariamente a favor" de la política de reconocer a Juan Guaidó como presidente, pero "estaba OK con eso."

Los comentarios de Trump dieron la impresión el único pecado de Guaidó fue que no logró tomar el poder. Esta actitud basada en el cálculo político ignora lo que realmente está pasando en Venezuela que es mucho más complicado que el índice de aprobación de un líder político. También ignora el sufrimiento espantoso del pueblo venezolano a causa de las sanciones draconianas impuestas en agosto de 2019, las cuales fueron el resultado de una decisión en política exterior que ahora Trump considera simplemente un desacierto. Un precio se está pagando incluso por aquellos en Washington que están preocupados únicamente por el prestigio de los Estados Unidos. Lo que hay que resaltar es que Washington colocó toda su fe en un líder con poca experiencia en la toma de decisiones importantes, y que un fuerte resentimiento contra los EEUU está ahora siendo expresado por líderes y votantes venezolanos que previamente tenían actitudes muy diferentes, y que con los comentarios recientes de Trump, la credibilidad norteamericana cae a un mínimo histórico.

La noticia sobre el cambio de opinión de Trump hace necesario un análisis de los profundos cambios que han ocurrido políticamente en Venezuela. Esto es especialmente urgente porque los comentarios de Trump son inexplicables para aquellos cuya única fuente de información sobre Venezuela es la de los medios de comunicación comerciales. El análisis es aún más urgente luego de que recientemente la Casa Blanca tratara de echar para atrás la atención de la declaración de Trump al mismo tiempo que Joe Biden anunciara su oposición a cambios importantes en la política hacia Venezuela.

A pesar de esas palabras a favor de mantener el rumbo, los eventos han puesto en evidencia que el "hombre de Washington" en Venezuela, Juan Guaidó, ha demostrado ser experto en "fanfarronear" (palabra de Bloomberg) en el mundo diplomático, pero completamente carente del realismo político.

Las Torpezas y Desaciertos de Guaidó, Una Tras Otra

La información recientemente revelada referente a la compañía CITGO refuerza la desconfianza hacia Juan Guaidó a los ojos de muchos venezolanos, inclusive los de la oposición. El 18 de junio la vicepresidenta Delcy Rodríguez hizo público varios audios referentes a CITGO que pusieron en evidencia el grado de corrupción o incompetencia – o ambos – del gobierno paralelo de Guaidó. En febrero, Guaidó nombró a José Ignacio Hernández "fiscal especial", a pesar de que éste previamente representara a la corporación minera canadiense Crystallex en un esfuerzo exitoso de convencer a los tribunales norteamericanos que la deuda venezolana a la compañía le daba derecho a ser propietario parcial de CITGO. La vicepresidenta Rodríguez presentó evidencia que demostró que Hernández está ahora trabajando con ConocoPhillips, compañía que también está tratando de apoderarse de CITGO. El 28 de mayo, un tribunal de Delaware dio la luz verde para proceder con la venta de CITGO para poder compensar a Crystallex. La decisión no fue solamente un golpe a la nación venezolana, sino también al "gobierno" de Guaidó, que la administración de Trump había reconocido como el propietario legítimo de CITGO. Los audios de Rodríguez demostraron lo poco que Hernández estaba representando a Guaidó y compañía. Horas después, Hernández puso su renuncia.

El escándalo de CITGO es tan solo el último en una serie de torpezas y descalabros que han desacreditado a Guaidó. El año pasado, el encuestador simpatizante de la oposición Luis Vicente León reportó que la confianza en Guaidó había caído de 63 %, en enero de 2019 cuando puso en práctica sus esfuerzos para derrocar a Maduro, a 40 % en octubre. Además aquellos que creyeron en la promesa de Guaidó de expulsar a Maduro del poder en un plazo de tres meses declinaron de 63% a 21%. Con el coronavirus en marcha, otra encuestadora Hinterlaces, que ha manifestado mayor simpatía para el gobierno, reportó que 85% de los venezolanos aprueban la manera en la cual Maduro está manejando la pandemia, y 81% están de acuerdo con las negociaciones entre el gobierno y la oposición, apoyadas por Maduro y rechazadas en gran parte por Guaidó.

Luego en mayo ocurrió el desastre de la incursión marítima militar desde Colombia con el fin de capturar a Maduro, un plan que fue apoyado por Guaidó y que terminó erosionando aún más la confianza en él. Guaidó se comprometió a pagar 213 millones de dólares por la intentona, y con eso se desataron preguntas referentes a la fuente del dinero y cómo estaba siendo administrado.

Los Adversarios de Guaidó en la Oposición

Otro incidente que produjo dudas en cuanto al manejo de una gran cantidad de dinero fue la remoción por parte de Guaidó de Humberto Calderón Berti como su "embajador" en Colombia en noviembre de 2019. Calderón Berti reportó que la ayuda humanitaria destinada a Venezuela estaba siendo desviada por representantes de Guaidó. Dijo a la prensa: "No inventé esto. Las autoridades colombianas me alertaron y me enseñaron documentos". También alegó que en un seguimiento que hizo, descubrió casos de doble contabilidad con el dinero de la ayuda humanitaria. Las dos partes hicieron acusaciones, pero el hecho innegable es que, a diferencia que los acusados por Calderón Berti, el ex–"embajador" en Colombia es un estadista con una reputación de honestad, además de haber servido como ministro de energía y minas y de relaciones exteriores y presidente de la OPEP.

Hay otro político de larga data con una reputación de integridad impecable que representa un desafío aún mayor para Guaidó desde adentro del campo de la oposición. Claudio Fermín, quien fue el primer alcalde elegido de Caracas en 1989, ha emergido como la figura más sobresaliente de la oposición moderada. Desde el comienzo de su carrera política ha sido conservador en política económica (como es el caso de la mayoría de los líderes de la oposición "moderada") y por eso no puede ser considerado un compañero de viaje de los chavistas.

Hasta al final del año pasado, los moderados, que favorecen la participación electoral y rechazan la vía no-institucional al poder de la derecha radical, fueron intimidados por el apoyo de Washington para el "cambio del régimen", una posición también promovida por los medios comerciales internacionales. Pero al final del año pasado, los moderados fueron a la ofensiva cuando por primera vez se unificaron y agruparon en la Mesa de Diálogo Nacional (MDN). Los congresistas de la MDN quienes son miembros disidentes de los partidos políticos principales de la oposición, con el voto de los chavistas, eligieron un nuevo presidente de la Asamblea Nacional para reemplazar a Guaidó. Como resultado, la Asamblea Nacional se dividió en dos entidades y cada una alegaba ser la legítima.

Los moderados no solamente lograron la unidad organizacional, sino también empezaron a arremeter contra la oposición intransigente que, siguiendo la línea proveniente del gobierno de Trump, aceptó las negociaciones pero solamente bajo la condición que Maduro abandonara el poder. Asombrosamente, Fermín, cuya trayectoria política es muy lejos de ser de la izquierda, acusó al liderazgo de Guaidó de colaborar con los imperialistas. "Es la primera vez" declaró "que observo que el imperialismo se cocina en los calderos venezolanos … Es la primera vez que vemos venezolanos que salen a pedir que nos intervengan".

Fermín y la MDN rompieron abiertamente con la narrativa usada por la oposición radical y Washington que afirma que el sistema político venezolano en su totalidad es ilegítimo. No solamente Fermín reconoce explícitamente la legitimidad de la presidencia de Maduro, sino también la del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el Consejo Nacional Electoral (CNE). De hecho, la MDN tomó la iniciativa para ir al TSJ y plantear que la Asamblea Nacional, debido a sus divisiones internas, nunca iba a lograr las dos terceras partes necesarias para renovar el CNE, y pidió que el tribunal nombrara sus cinco miembros. La decisión del TSJ de hacer los nombramientos fue denunciada por Washington y la Unión Europea.

El Boicot Electoral

Hay mucho en juego, ya que el CNE va a supervisar las elecciones para la Asamblea Nacional en diciembre. El partido naciente de Fermín, "Soluciones para Venezuela" ya está comenzando a participar en la contienda electoral y ha entrado en negociaciones con "Redes", que es otro pequeño partido dirigido por otro ex-alcalde de Caracas, Juan Barreto. Al mismo tiempo Fermín descarta "cualquier alianza con aquellos que defienden las sanciones y el bloqueo económico contra la nación".

Dos de los cinco nuevos miembros del CNE se identifican con la oposición, pero se oponen al llamado de Guaidó de boicotear las elecciones de diciembre. Uno de ellos es el hermano de Bernabé Gutiérrez, secretario nacional de organización de Acción Democrática (AD), uno de los partidos más grande de la oposición. AD oficialmente se opone la participación en las elecciones de diciembre, pero está sujeta a un debate interno intenso, por no decir belicoso, sobre el asunto. El Departamento de Estado de los EE.UU. ha amenazado con imponer sanciones contra Gutiérrez y otros dirigentes que responsabiliza por actuar en forma no democrática en la disputa partidista interna.

La lucha dentro de AD sobre la participación electoral demuestra cuánto ha cambiado la política venezolana desde hace un año cuando Guaidó contó con el apoyo de toda la oposición en sus esfuerzos por tumbar a Maduro. Otro partido grande de la oposición, Primero Justicia, también está sujeto a conflictos internos entre una corriente dirigida por Henrique Capriles (y apoyada por, Carlos Ocariz, el ex–alcalde de un municipio de Caracas), quien está más abierto a la posibilidad de participación electoral, y Julio Borges de la línea dura. Bloomberg reportó que varios congresistas de Primero Justicia han solicitado recientemente que el Departamento de Estado retire su respaldo a Guaidó en favor del menos intransigente Capriles. Al lado de Acción Democrática y Primero Justicia, el partido de Guaidó, Voluntad Popular, es relativamente pequeño y de extremo radical, cuyo principal activo es el firme apoyo que sus líderes reciben de Washington.

Guaidó y sus aliados atribuyen el surgimiento de la MDN a que el gobierno venezolano supuestamente comprara a sus dirigentes. El Secretario del Tesoro Steven Mnuchin impuso sanciones contra siete congresistas de la MDN a quienes acusó de "corruptos" y alegó que "trataron de bloquear el proceso democrático en Venezuela." Pero la MDN no puede ser descartada tan fácilmente. Las encuestas de opinión en Venezuela demuestran el apoyo de la mayoría de los venezolanos a la posición de la MDN sobre la participación electoral y su oposición a un nuevo round de abstencionismo propuesto por la derecha radical.

Ante un cambio tan agudo de la opinión pública en Venezuela, Washington se enfrenta al dilema de si debe modificar su política hacia Venezuela, inclusive su intervención en los asuntos internos de los partidos de la oposición. Tanto los asesores de la Casa Blanca como Joe Biden no están convencidos de la evaluación realista de Trump. Pocos días después de las declaraciones de Trump, su secretaria de prensa Kayleigh McEnany dijo "Nada ha cambiado. Trump sigue reconociendo a Juan Guaidó como el líder de Venezuela." Al mismo tiempo Biden criticó la voluntad de Trump de hablar con "matones y dictadores como Nicolás Maduro."

Estas últimas declaraciones son razón adicional para analizar objetivamente lo que está pasando en Venezuela y lo que la mayoría de los venezolanos está sintiendo. Lo cual es muy diferente a las ilusiones de los formuladores de política exterior en Washington y lo que están reportando los medios comerciales.

El verdadero desafío para Washington, y también para los medios, es explicar cómo es que después de hacer llamados a favor de un golpe de estado en Venezuela, de amenazar con una intervención militar, de implementar medidas draconianas contra la economía venezolana, de acusar a Maduro de ser narcoterrorista, y de depositar su fe inquebrantable en Guaidó, Trump ahora tiene un cambio de corazón. No solamente Trump, sino el establishment político de Washington tienen mucho que explicar.

Este artículo fue traducido al español con la ayuda de Carmen Sánchez de Ellner y Michelle Ellner

Steve Ellner es profesor jubilado de la Universidad de Oriente en Venezuela y actualmente un Editor Asociado de la revista Latin American Perspectives. Es editor de Latin America’s Pink Tide: Breakthrough and Shortcomings (Rowman & Littlefield, 2020) y "Latin American Extractivism: Dependency, Resource Nationalism and Resistance in Broad Perspective" (Rowman & Littlefield, 2021).



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Steve Ellner

Profesor de historia económica en la Universidad de Oriente (UDO) desde 1977. Su libro más reciente (como compilador) es La izquierda radical en América Latina: Complejidades del poder político en el siglo XXI.

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