Venezuela en guerra y cerca del Israel de América

El imperio norteamericano ha fracasado en menos de un mes con dos intentos de Golpes de Estado contra Venezuela desde la autoproclamación de Juan Guaidó como "presidente interino" del país. Después de tanta experiencia en tantos países del mundo donde han sido exitoso los golpes de Estado, al parecer en Venezuela, desde la llegada de la Revolución Bolivariana con el Cmte. Chávez y ahora con el presidente constitucional Nicolás Maduro, las estrategias usadas por el imperio van de fracaso en fracaso, lo cual debe tener bastante molesto al presidente ilegítimo Donald Trump. Sin embargo, los ataques suscitados contra el país en lo que va de año no tienen parangón, estamos viviendo literalmente una guerra declarada, manifiesta, real; apoyada por traidores apátridas de este lado de Venezuela; por asesinos de sangre fría del lado del gobierno de los EE.UU junto a sus cachorros que lo siguen, y con el respaldo del país más cerca de Venezuela, pero tan lejos en la consciencia bolivariana, Colombia: el Israel de América, cuyos gobiernos neoliberales que promueven el narco y el paramilitarismo se han convertido, como lo hicieran en la independencia de la mano de Santander, en el enemigo principal de Venezuela, quienes no conforme a los desmanes contra el país, le abre las puertas al imperio para una ofensiva militar. La derecha ofuscada por el poder político que le ha negado el propio pueblo, quiere servirse a sí mismo; pero acogiendo órdenes de los santandereanos y del imperio simultánemente, para colocar el futuro de la sociedad industrial global en sus manos, que no es más que nuestra Faja Petrolífera del Orinoco (el principal reservorio del mundo), ya que mientras en otros países el petróleo comienza a extinguirse, en Venezuela lo habrá por muchos años más. En función de esto, la idea es generar las condiciones viables, con mayor penetración estratégica, para impulsar una intervención militar, persistirán en la mal llamada "ayuda humanitaria", con más ataques terroristas cibernéticos a nuestras industrias básicas, cercar más al país, con más sanciones económicas-financieras, incursión del paramilitarismo, con falsos positivos, magnicidios, bombardeos a nuestra psiquis y control mediático.

Venezuela está en guerra y su enemigo más cercano es el Israel de América, Colombia. Desde Santander hasta Duque sus gobernantes han servido a los imperios para atacar, traicionar e invadir a la patria de Bolívar. Lo que no saben los ignorantes en historia y de misterios espirituales, tanto Duque como su amo del norte, es que nuestra fortaleza y resistencia de hoy se derivan desde nuestros ancestros, desde nuestros originarios, los cuales muchas veces hay que descifrar para entender mejor nuestra historia, pues aquí están muchas de las explicaciones de las causas que hoy vivimos, de dónde venimos, de lo que somos, de lo que seremos, de las luchas, de nuestras tragedias, de las cargas libradas y de las que habremos de librar. En esta tierra de gracia los libertadores libraron luchas contra los españoles, quienes con su biblia en mano (como arma de manipulación) y junto al poder de la iglesia (control religioso), se creyeron dioses y amos del paraíso; no obstante, los americanos jamás fuimos vencidos ni nos resignaremos. Bolívar como gran estratega demostró su capacidad política, su táctica revolucionaria, su ética, su talento, su profundidad filosófica, su compromiso moral, que le valieron como punta de lanza para embestir a sus adversarios, como al Rey Fernando VII. Junto a Bolívar se sumaron otros grandes como Miranda, Sucre, Páez y otros tantos más, cuya esencia forma el ADN que se ha encriptado en cada venezolano que lleva y siente a su Patria hasta en las vísceras, en aquellos emigrantes que hicieron nuestro suelo como suyo. Destruir a Bolívar y a su ejército fue una tarea difícil para España, a pesar de contar el rey con la más poderosa flota que haya enviado a este continente, con excelentes caballerías y un gran ejército reconocido —dirigido por el general Pablo Morillo, quien había peleado contra Napoleón y derrotado sus tropas—; de los saqueos y robos contra estas tierras, de la falta de alimentos al que sometieron a estos pueblos, de quema completa de ciudades como Barcelona; del asedio, amenazas y de las exigencias de rendición a nuestro valiente ejército por parte de las tropas españolas que comandaba Morillo. Pero la valentía, la resistencia y la fortaleza de nuestro ejército sorprendieron tanto a Morillo que, en algunas de sus cartas al rey, comparó la fiereza de aquel ejército como "leones y peleaban como gigantes". En otra oportunidad cuando Páez una vez más destroza las fuerzas de Morillo, en Mucuritas, éste le escribe al rey que "catorce cargas consecutivas de caballería sobre mis cansados batallones me demostraron que estos hombres están resueltos a ser libres". Ante esta situación, el rey lo increpó por las derrotas sufridas por "unos salvajes", a lo que Morillo le manifestó que "no son ningunos salvajes. Si usted me da un Páez y cien mil llaneros de Guárico, Apure y Barinas, le pongo a Europa completa a sus pies". Gracias a Dios esto no pasó, porque seguramente hoy seríamos una colonia de Europa.

Aquellos hombres y mujeres que lucharon por nuestra independencia fueron indomables, invencibles, sobrevivieron a los saqueos; comieron ratas, gatos, sufrieron violaciones, asesinatos, pero jamás se resistieron. Somos los mismos, el ADN de aquellos héroes lo llevamos en nuestra sangre, en nuestro archivo akásico. No nos asustan los nuevos inquisidores-genocidas, apátridas-traidores, sionistas-racistas, de esta época, porque son los mismos genes de aquel holocausto, solo que con nuevos rostros. El Santander-Israel de América sigue vivo, es el karma que conduce desde entonces las relaciones entre dos naciones hermanas, cuyo único "error" hace más de doscientos años fue materializar el nacimiento de la Gran Colombia, sueño de Bolívar y Miranda. Así como nos agredieron, pisotearon y dividieron en esa época, hoy pretenden hacerlo nuevamente por el petróleo, por nuestras tierras (tal cual Israel con Palestina), su sueño frustrado de tener la media luna de Venezuela se quedará ahí, en una quimera. Las relaciones entre ambos países ha estado marcada más por la traición que por la hermandad, por la entrega anti bolivariana de Colombia al imperio norteamericano, a tal punto que ha colocado su plataforma para una invasión contra Venezuela. También tenemos al imperio más perverso que haya habido en este planeta. Desde el expresidente Obama hasta el hoy presidente ilegítimo de Trump han utilizado las mismas armas que utilizaron los españoles contra el país: saqueos, robos, asesinatos, violaciones a los Derechos Humanos, ataques (ahora cibernéticos), quema de instalaciones a nuestras industrias básicas, en fin; solo que con instrumentos más sofisticados, pero las mismas estrategias, el mismo fin: robarnos nuestros recursos. El imperio español se vanaglorió con sus mejores hombres y armas para derrumbar a "unos salvajes" que resultaron ser más inteligentes que la fuerza. Hoy el imperio gringo ante la frustración de sus múltiples derrotas, no descarta ningún método para destruir a Maduro. Pero, una vez más estamos de pié, de rodillas jamás nos encontrarán, para defender nuestra tierra. Ni un pedazo más de tierra daremos a otra nación, nuestra soberanía no se discute. Una vez más pelearemos como Gigantes para atacar las cargas consecutivas de asedios que pretendan invadirnos porque estamos resueltos a ser libres las veces que sea necesario. Si Duque y Trump creen como otrora el imperio español que somos unos salvajes ignorantes, le responderemos de la misma manera como en Las Queseras del Medio. El espíritu de Bolívar, Miranda, Chávez, siguen vivos en nuestro ejército venezolano, en la sabana, en las montañas, en la selva, en cada hombre, en cada mujer, para defender la dignidad de un pueblo, no para poner a las naciones a los pies de EE.UU., sino para llevar con nuestra espada libertaria, con nuestro pensamiento bolivariano, la independencia de toda nuestra Patria Grande.



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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