La excusa ideal para invadirnos

Si alguien tiene dudas sobre la política intervencionista e invasora de los Estados Unidos de Norteamérica, sólo tiene que escribir la frase “invasiones norteamericanas” en cualquier buscador de la Internet, y de inmediato obtendrá toneladas de datos que le dejarán bien claro que los gringos no andan con cuentos para invadir cualquier país, en cualquier lugar del mundo.
Los yanquis desde su nacimiento mismo como república, han querido para sí el continente americano. Posteriormente, convertidos ya en imperio, han hecho lo imposible por controlar la economía, las reservas energéticas, las reservas de agua y las materias primas de una buena parte del globo.

Al igual que Europa, y de allí sus coincidencias, los gringos han doblegado la resistencia de muchos pueblos, obteniendo con ello una muy buena parte de la riqueza que hoy exhiben, gracias a su poderosa maquinaria guerrerista. Pero en Vietnam les dieron una tunda y por primera vez el pueblo norteamericano entendió que es sólo en las películas donde los gringos no mueren. Un rechazo creciente a la guerra se generó dentro de esa población, obligando a sus gobernantes a cambiar de estrategia.
Se inventaron, para resolver este problema, la guerra librada por terceros (léase por mercenarios). La Contra Nicaragüenses, los talibanes de Afganistán, las fuerzas de Huseín en Irak y los paramilitares de Colombia, El Salvador y Haití son sólo una pequeña muestra de los grupos armados y financiados por los gringos, para ejecutar acciones militares destinadas a consolidar su posición de dominio y consecuente saqueo.
El problema con esos grupos es que además de costosos, no son leales por siempre y, para colmo, no han resultado todo lo eficiente que el Pentágono quisiera. Ello obligó al Departamento de Estado a desarrollar una estrategia política que le garantizara respaldo popular interno, a las acciones de guerra que contra países de su interés querían ejecutar.
Allí mismo nació la campaña de terror que ha convertido a millones de norteamericanos en paranoicos. El gobierno de Bush le ha metido el miedo en cuerpo a una buena parte de la población norteamericana con el cuento de que “por su postura a favor de la democracia y la libertad, miles de terroristas están listos para convertir las calles de Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades en escenarios de guerra”.

“La Guerra Preventiva” que le permite atacar a cualquier país, sólo por sospechas de que representa un peligro para su nación, es la medicina que Bush lo ofreció al pueblo norteamericano, para curar su miedo.
Las famosas armas de destrucción masiva de Irak fueron el primer ensayo de esa estrategia y el tiro les salió por la culata. Pensaban ir por Venezuela después de adueñarse del petróleo de Irak, pero están allí viviendo otro Vietnam.
Ahora, se equivocan quienes piensan que por estos “pequeños detalles” los gringos abandonarán el pillaje; es cuestión de supervivencia como imperio.
Justo en estos momentos están poniendo en práctica una nueva estrategia y su apéndice en el Medio Oriente es el encargado de materializarla. Se trata de “acciones bélicas en respuesta al secuestro de soldados o civiles”.

Con esa excusa han ocasionado una masacre en el Líbano y Palestina, al mismo tiempo que han calibrado la respuesta de la comunidad internacional ante el nuevo holocausto. El silencio cómplice de la ONU es la luz verde que esperaban para “masificar” la práctica.
¿Qué les impide ahora enviar unos soldados a Cuba como espías, para que sean detenidos y tener el argumento de poder invadir y destruir la isla?
¿Recuerdan aquellos soldados gringos que el gobierno venezolano expulsó por espionaje? ¿No sería un señuelo a ver si los apresaban y enjuiciaban en Venezuela?
Necesario es estar alertas y advertir a los pueblos del mundo sobre el desarrollo de esta nueva estrategia gringa, con la que pretenden justificar invasiones y destrucción de pueblos enteros.


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Alexis Arellano


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