Recientemente fui a una zona barrial, que queda subiendo desde la Avenida Andrés Bello, prácticamente en el centro de la ciudad, a un sector de la misma donde habitan o luchan, vecinos que vienen emigrando desde zonas de Barlovento donde no consiguen trabajo ni maneras de vivir adecuados para ellos y sus familiares.

Esos espacios siguen siendo iguales a como los conocí por razones de trabajo en 1973, el pueblo en la pobreza y su vecindario abandonado. Sobrevivientes.

En estos espacios de sobrevivencia, la delincuencia se manifiesta abiertamente, es más es tu vecino. Es la materialización del concepto que esa delincuencia es el resultado de un entramado de factores, pobreza, pocas oportunidades, sin liderazgo transformador solo aprovechador.

Y uno de los factores que influye en la aparición de la delincuencia a partir de las condiciones sociales imperantes, es el factor urbanístico, el espacio físico, que por sí solo trasmite un mensaje negativo de desesperanza más fuerte que una campaña publicitaria.

Por esa razón escribí que para la erradicación de la delincuencia además del componente policial y judicial y los factores sociales y económicos que lo hace una manifestación más compleja, es necesario tratarlo multidimensionalmente, y donde el factor urbanístico es esencial. Lo urbano, la arquitectura es el espacio inmediato que nutre nuestra conciencia diaria y constantemente, por lo que todos los psicólogos señalan que ese espacio que habitamos, afecta nuestras relaciones, nuestra identidad, sin darnos cuenta nos va moldeando y contribuye a realizar nuestras aspiraciones y también nuestras frustraciones.

La desorganización del entorno urbano, la precariedad habitacional, la falta de espacios públicos significativos y la segmentación territorial alimentan una cultura donde la violencia se normaliza y la marginación se reproduce.

Además este proceso de urbanización es parte del clasismo expresado en lo urbano, donde las clases bajas, trabajadoras, son excluidas del bienestar general de la población y lanzadas a sitios insalubres que de otra forma no serían ocupados.

Sin llegar a pensar que vivir en el Country Club ni en un museo, te hará una buena persona y siendo indudable que la vida en el barrio no afecta en nada a las personas de buen espíritu, evidentemente que los barrios fueron dejados al azar urbano o crecieron de forma tal que favorecen el aislamiento físico y social del resto de la ciudad, y a lo interno sus estrechas calles, laberínticas, esquinas estranguladas, zonas sin iluminación, crean lógicas territoriales que facilitan la impunidad o la reproducción de micro poderes vinculados todos a la delincuencia.

Y la ausencia de autoridad es notable, por lo que hare aparte una propuesta socialista.

Es necesario por ello incorporar a las políticas de seguridad y presencia de autoridades, una renovación urbanística, no solo de los barrios caraqueños sino de todas las ciudades y pueblos de Venezuela que transforme el espacio físico, y genere nuevas referencias emblemáticas, con alegorías de un buen vivir presentes en cada paso que se de en el entorno urbano.

Una Renovación Urbanística de Caracas 2025, con un Plan Urbano, centrada en sus barrios y comunidades, sería una nueva verdad sobre lo que pensamos del ciudadano de hoy y del futuro, dignificándolo tal como lo quería y decía constantemente Chávez, y que sea un elemento más en la destrucción de las cadenas que amarran la conciencia y el vivir de la Venezuela que hemos heredado.

Cuando los barrios y zonas pobres y de difícil acceso sean un barrio es rediseñado con criterios de inclusión, belleza y funcionalidad, urbanísticos, artísticos, naturales, participativos, comunitarios, productivos, no solo se envía el mensaje "Tú nos importas" sino que es la encarnación de otra forma, soñada, de vivir y convivir.

La mejora del entorno refuerza el sentido de pertenencia y la autoestima colectiva, factores clave en la prevención de conductas delictivas. Espacios como plazas, parques, integración de lo deportivo y lo cultural convierten espacios en polos de encuentro y construcción de tejido social, ofreciendo alternativas tanto simbólicas como prácticas frente a los lugares capturados por actividades delictivas.

Así como pensamos transformar al mercado en un instrumento al servicio del bienestar y dignidad del venezolano, también la arquitectura y el urbanismo representan instrumentos insustituibles para llegar a ese Bienestar y a la dignidad.