Rumbo al barranco

A despecho de muchos adeptos al proceso, a quienes les parece una herejía el ejercicio que a diario uno hace desde una perspectiva progresista pero crítica, de su derecho a opinar sobre el rumbo del gobierno del Presidente Chávez, hoy escribo estas líneas apostando a que alguno de los funcionarios responsables del manejo de la economía de nuestro pobre país rico las considere y sobre todo se dejen de estar creyendo que uno se les come el cuento chino de que todo está bien, con tendencia a mejorar.

Las cifras recientemente publicadas en el informe anual del Banco Central de Venezuela – lean bien los apasionados, que he dicho Banco Central de Venezuela, no Fondo Monetario Internacional – respecto al desempeño económico de nuestro país, dan cuenta de un situación que si uno la analiza desprovisto de todo sentimentalismo y fanatismo político, auguran una situación económica terrible a la que ya nos estamos enfrentando y nos enfrentaremos en el futuro TODOS los venezolanos.

Durante el cuarto trimestre del año 2009, el Producto Interno Bruto (PIB) venezolano, experimentó un caída del 5,8%, como resultado según el BCV, de la crisis económica global, del debilitamiento de los precios del petróleo y de los recortes de producción acordados en el seno de la OPEP. No obstante, aún conservo fresco el recuerdo de cuando Chávez nos dijo que la economía venezolana estaba blindada, mientras vociferaba que le pusieran el precio del petróleo a 0 $. Estas cifras demuestran que el Presidente nos mintió. Y nos mintió porque acompañado a ese descenso brutal del PIB, hubo una disminución del valor agregado bruto del sector público de 0,3% y una caída del 7,0% de la actividad económica privada. Así mientras todos los países de la región comienzan a dar señales de recuperación frente a la crisis global, por estos lares aún esperamos que el submarino de Giordani asome su periscopio a la superficie.

La evolución económica del cuarto trimestre del año 2009, estuvo determinada por una disminución de la actividad petrolera del 10,2%, como de la no petrolera de 4,0%, donde sólo hubo crecimiento en el sector telecomunicaciones (10,5%) electricidad y agua (5,5%) servicios del gobierno (2,8%) y servicios comunitarios, sociales y personales (0,6%), mientras que van en caída libre los sectores de transporte (16,9%) comercio (13,9%), manufactura (6,9%), minería (4,8%) y servicios inmobiliarios (2,8%).

No obstante este panorama, los voceros oficiales no escatiman esfuerzos, en hacernos ver que estamos chévere. Aparte de los recortes de la OPEP, ahora mismo PDVSA y el Ministerio del Petróleo han estado suscribiendo un conjunto de acuerdos con distintos gobiernos del mundo – entre los que se cuentan Irán, China, Rusia y Bielorrusia, entre otros – y oh sorpresa! Empresas Petroleras Trasnacionales e imperialistas, como la Chevron – Texaco, para explotar la Faja Petrolífera del Orinoco, en condiciones donde principalmente el Estado venezolano y los trabajadores, obtendrán menores beneficios de esa actividad, lo que seguramente repercutirá no solo en el fisco, sino fundamentalmente en el ya deteriorado salario real de los cientos de obreros a quienes castiga la altísima inflación de la que seguimos siendo víctimas.

Por otro lado, señala el informe mencionado, que la contracción – sí animado compatriota leíste bien, dice CONTRACCIÓN - en la industria manufacturera estuvo determinada por caídas en el volumen de producción en las ramas de la actividad privada, tales como: Fabrica de muebles (-46,2%) vehículos (-17,8%), productos de madera (-12,8%), fabricación de maquinarias y equipos (-12,0% y edición e impresión (-9,2). Ahora bien, ¿cómo hará el Gobierno Nacional para impedir que la situación descrita empeore? No visualizamos ni a corto ni a mediano plazo una estrategia orientada a ello, toda vez que para nadie es un secreto que a propósito de la crisis eléctrica, actualmente el gobierno procurando ahorrar energía ha venido implementando cortes en el suministro eléctrico que definitivamente tienen ahora y tendrán en el futuro, un impacto negativo sobre la producción de bienes y servicios y sobre el empleo que agravará los problemas de este sector de la economía. Una mención especial nos merece, lo referido a los sectores de metales comunes y minerales no metálicos, los cuales sufrieron una disminución de -45% y -26% respectivamente, como resultado según el propio Banco Central de Venezuela del “…proceso de nacionalización adelantada por el Ejecutivo Nacional con miras a impulsar el nuevo modelo socio productivo.” Ahora bien preguntamos ¿a cuál nuevo modelo socio productivo se refieren? ¿A este modelo socio productivo que ha venido colocando sin ninguna planificación en manos de este Estado ineficiente que tenemos, fincas, papeleras, cadenas de supermercados, teleféricos, hoteles, edificios, industrias textiles, silos y almacenes, evaporando cientos de puestos de trabajo e implementando mecanismos administrativos burocráticos que lejos de depender de su propia producción, se adhieran cual parásitos a la menguada y cada vez más insuficiente renta petrolera nacional, sin generar riqueza y valor agregado alguno?. Expropiamos SIDOR y seguimos importando cabillas y rieles de ferrocarril ¿y entonces?.

En el sector construcción, que tradicionalmente ha sido la locomotora económica de las actividades no petroleras, hubo una disminución del 3,5%, derivado según se señala de “…los ajustes presupuestarios en el sector público, que ocasionaron una disminución del 8,9% en la construcción demandada por este sector, para el período reseñado”, para señalar más adelante que “…el menor nivel de demanda del sector público se encuentra asociada a una menor ejecución de obras de las empresas públicas (-3,1%) y del sector gobierno (-14,4%)”. Es decir, hay y habrá en lo sucesivo menor inversión pública en el desarrollo de obras, lo que además contrasta con la poca oferta de insumos necesarios para la puesta en marcha de este sector, tales como el cemento por ejemplo, que fue expropiado por el gobierno supuestamente con un objetivo estratégico, pero cuya ausencia en los expendios del mismo, no obedece de acuerdo a las cifras a un incremento de la demanda por construcción de casas, acueductos o puentes. En este sentido vale destacar que la construcción demandada por el sector privado experimentó un crecimiento de 7,6%, originado en mayor medida, según el informe, a la ejecución de obras de carácter residencial. ¿No cabe entonces la posibilidad de una alianza con este sector, en función de que juntos empujemos el carro del crecimiento económico y la prosperidad en la misma dirección?. Creo que eso no solamente es posible, sino necesario, porque aunque el Estado seguirá jugando durante muchos años más, un papel determinante en la economía debe entenderse en el alto gobierno, que solo no podrá lograr que la economía nacional se oriente hacía una senda de crecimiento y prosperidad. Y es aquí que necesitamos a un Estado fuerte sí, un Estado que regule, que intervenga, que proteja a los ciudadanos de la especulación privada, pero que a su vez establezca mecanismos de estímulo y confianza que atraigan a nuestro país inversión nacional y extranjera, de carácter privado, que unidos al esfuerzo gubernamental, sean capaces de sacarnos de este atolladero.

Por otro lado, el informe señala, algo que hasta el desespero se han negado a aceptar los voceros económicos de nuestro gobierno, como lo es una sensible baja en el consumo (-6,7%) y una dramática caída de las inversiones (-19,6%). Respecto al primer punto, es decir el consumo, es imposible que se crea que con PDVAL, MERCAL y otros mecanismos subsidiados del sector alimentos nacional, se puede mantener a un país entero. Primero porque a pesar de que debemos reconocer que en ese sentido el gobierno ha hecho un significativo esfuerzo, dichas redes siguen fundamentalmente ofertando productos importados (las importaciones bajaron un -39,8%) que en lo absoluto estimulan la producción nacional. Y segundo, porque con la devaluación de la moneda que hoy por hoy acusamos, sumado a la inflación que sigue siendo muy superior a los ajustes de salarios y a la regulación de los precios de muchos otros alimentos, lo que han hecho es estimular la especulación de los comerciantes, quienes ante la ineficacia de CADIVI, en la entrega de las divisas necesarias para importar materias primas o productos para su transformación, recurren al dólar paralelo trasladando el costo al consumidor final que como siempre es el que termina pagando los platos rotos. ¿Quién va a invertir un medio en este país donde el Jefe del Estado ordena expropiar un bien que a la postre descubrimos que era del Estado (caso del Edificio La Francia, que es de la Universidad de Oriente) y hace otro tanto en zonas industriales para destinarlas a construir viviendas (caso Zona Industrial de Barquisimeto), dejando tras su paso solo empresas cerradas y cientos puestos de trabajo destruidos?. Súmenle a esto la creciente ineficacia del denominado gasto social, donde como sabemos, buena parte del dinero termina invertido en cosas absolutamente improductivas tales como los famosos Fundos Zamoranos y Núcleos de Desarrollo Endógeno, cuyos beneficiarios ni siquiera han sido capaces de poner un tomate o un producto terminado en los anaqueles de Mercal o PDVAL. Definitivamente vamos muy bien orientados y a paso de vencedores…… pero hacia un barranco.

rubenvillafa@hotmail.es


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Rubén Villafañe


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