La LUZ que perdura

El 29 de mayo de 1891, en un momento de profunda transformación nacional, el entonces presidente Raimundo Andueza Palacios firmó el decreto que elevó el Colegio Federal de Varones de Maracaibo a Universidad del Estado Zulia.

Este acto no fue un hecho aislado, sino la culminación de un ferviente anhelo regional y una respuesta a una necesidad crítica en la Venezuela de finales del siglo XIX, un país que emergía de las guerras civiles y comenzaba a vislumbrar el camino hacia la modernidad.

El 11 de septiembre de 1891 se realizó el inicio de actividades de nuestra LUZ, en medio de una ceremonia cargada de simbolismo y esperanza. No fue un simple trámite burocrático, sino la materialización de un sueño colectivo. El rector del Colegio Federal, Pedro Luengo, tuvo el honor de aperturar el acto.

La poesía de Udón Pérez, uno de los grandes literatos zulianos, y el soneto de Idelfonso Vázquez, le dieron un marco de belleza y solemnidad al evento. Pero fue el discurso de orden pronunciado por Manuel Dagnino el que trascendió para encapsular el espíritu de la naciente institución.

Sus palabras, proféticas y llenas de sentido, quedaron para la posteridad: "La naciente universidad asegura a la juventud zuliana un foco perenne de intensa luz, según las medidas de sus facultades y será sombra en la inteligencia, pero luz indispensable en la voluntad y en la conciencia".

Dagnino no solo hablaba de impartir conocimientos, "sombra en la inteligencia" sino de forjar carácter, ética y ciudadanía. "Luz indispensable en la voluntad y en la conciencia". Estaba fundando una Universidad con vocación de servicio y con la misión de iluminar no solo las mentes, sino también el alma de la región.

Francisco Ochoa, su primer rector, asumió la titánica tarea de organizar y dirigir esta luz perenne. Desde sus inicios, LUZ se erigió como un bastión de libertad de pensamiento y un motor de desarrollo para el Zulia.

Hoy, nuestra Alma Mater se debate en luchas por mantenerse en pie. Es hora de honrar la promesa de aquel septiembre de 1891: Que la luz, nuestra LUZ, nunca se apague y perdure por siempre.



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Douglas Zabala


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