Maracaibo, capital de la provincia

La ciudad de Maracaibo realiza su existencia en permanente comunicación y contacto con la gobernación andina, alejada de su capital Caracas, una ciudad muy encerrada en aquel lejano valle donde está asentada. Por Maracaibo pasan las embarcaciones que descargan en Gibraltar las mercancías, municiones, armas, gobernadores y vecinos con destino a Mérida. A la hora de los asaltos, de los indios bravos, de los piratas saqueadores, bajan de Mérida, de La Grita y de los pueblos altos los recursos; y más pronto está en Maracaibo el auxilio de Mérida que el de Caracas. Un natural proceso histórico, abonado por la geografía, convierte a la ciudad del lago, ciudad del Caribe, en ciudad andina. Francisco de Cáceres se detuvo en Maracaibo, cuando apenas comenzaba a ser ciudad, para auxiliarla, y quiso incluirla en su jurisdicción. Las rivalidades de Gibraltar, jurisdicción andina, con Maracaibo, jurisdicción caraqueña, no reflejan otra cosa sino la vecindad y colisión de intereses, que debieran y pudieran ser comunes. En el orden político y económico, una poderosa razón se agrega: a medida que avanza el siglo XVII, Maracaibo crece en importancia, por su situación geográfica. Es ciertamente un punto estratégico en la defensa de Caracas, pero también de los Llanos, de Mérida y de todo el Nuevo Reino, además de un puerto vital para la economía de un numeroso grupo der provincias dependientes unas de la Real Audiencia de Santo Domingo y otras de la de Santa Fe. Así quedará demostrado ampliamente en el siglo XVIII, cuando se y transforme en uno de los "puertos mayores" para el comercio de exportación con las Metrópoli y, en consecuencia, en lugar vital para la estrategia militar del Caribe, lleno de ingleses. La política de la Audiencia bogotana de ensanchar sus fronteras hasta más allá de las Sierras Nevadas, en detrimento de la jurisdicción de la Audiencia dominicana, creadora de las gobernaciones del Caribe y de la Tierra Firme, se verá compensada con la agregación de Maracaibo al gobierno de Mérida. Durante el siglo XVIII, hasta la creación de la Real Audiencia de Caracas en 1786, la ciudad del lago será el "antemural del Nuevo Reino".

Mediante una real cédula del 31 de diciembre de 1676 se ordenó la anexión de Maracaibo a la provincia de Mérida. El texto enviado a la Audiencia de Santa Fe expresa que "atendiendo a las conveniencias de mejor gobierno y defensa que se seguirán a las ciudades de Maracaybo y Gibraltar de estar unidas y devajo de un mismo gobierno, juntamente con lo que por este medio se facilitará y aumentará el comercio de sus vezinos y crecerán los derechos Reales, e resuelto que se haga la agregación de la ciudad de Nueva Zamora de la laguna de Maracaybo al gobierno de Mérida y la Grita y, por consiguiente, a esa Audiencia[…]".

El gobernador Madureira se traslada de Mérida a Maracaibo para hacer efectiva la anexión. Fue recibido por el cabildo el 13 de mayo de 1678. Desde ese momento se convierte en capital. Oficialmente no existió una provincia de Maracaibo, en el sentido político-administrativo. La ciudad se incorporó a la gobernación de Mérida; desde el momento mismo de su anexión se convirtió, de hecho, en ciudad cabecera, principal, capital porque los gobernadores se residenciaron en ella, a pesar del calor; se denomina provincia de Mérida, La Grita y Maracaibo, pero luego se reduce el nombre al de la capital, esto es, que cambia la designación por la fuerza del hecho histórico de la capitalidad. Maracaibo será el centro de la provincia andina desde 1678 en adelante.

Los gobernadores que suceden a Madureira viven en Maracaibo y la provincia termina llevando sólo ese nombre. Son éstos: maestre de campo Antonio de Vergara y Azcárate, toma posesión en Mérida el 12 de mayo de 1681, y el 13 de diciembre en Maracaibo; José de Cerdeño y Monzón, 1687; Gaspar Mateo de Acosta, 1694; sargento mayor Laureano de Escaray, 1701; maestre de campo Pedro de Esmayle de Lovato y Bobadilla, 1708; Francisco de la Rocha Ferrer, 1712; Guillermo Tomás Roo, 1717; teniente coronel Manuel Fernández de la Casa, 1723; Ignacio Torrero Montenegro, 1729; capitán Juan José de Valderrama y Aro, caballero de Calatrava, 1734; teniente coronel Francisco Antonio Salcedo, Orden de Santiago, 1741; teniente coronel Francisco Collado, 1746; Francisco de Ugarte, 1751, suspendido por la Audiencia, acusado de fraudes, en 1754; sustituido interinamente por Antonio Guil y Gonzaga; coronel Francisco Javier Moreno de Mendoza, 1758; teniente coronel Alonso del Río y Castro, 1765; teniente coronel Francisco de Santa Cruz, 1775; coronel Francisco de Arce, 1782; coronel Joaquín Primo de Rivera, 1786; Juan Ignacio de Armada, 1794; coronel Fernando Miyares González, 1799; coronel Pedro Ruiz de Porras, 23 de julio de 1810.

4. La provincia de Barinas:

Desde su fundación en 1577, Barinas formó parte de la provincia de la Grita. Pasó, en consecuencia, a ser jurisdicción de Mérida desde 1622 hasta 1678 y luego de Maracaibo, al convertirse esta ciudad en capital de toda la provincia. La economía agrícola y pecuaria convirtió a Barinas en un polo de desarrollo impresionante, especialmente a la hora del tabaco. El tabaco de Barinas lo fue por antonomasia a mediados del siglo XVIII. No es de extrañar que el procurador general de la ciudad llanera representara, el 19 de enero de 1784, la conveniencia de crear una provincia separada del gobierno de Maracaibo.

El 15 de febrero de 1786, una real cédula erige la provincia, segregando de Maracaibo la ciudad de Barinas y su jurisdicción. Se la denomina" por ahora y hasta nueva providencia" comandancia y no gobernación: En sus términos "ha de exercer el comandante que ahora elija, y los que en adelante sucedieren, mientras no disponga otra cosa, las jurisdicciones política y militar, con las funciones del Vicepatronazgo Real, como también la Subdelegación de Real Hacienda, con dependencia de la Capitanía General e Intendencia de Caracas en lo que respectivamente corresponde a sus Juzgados". En la práctica se trata de una provincia, igual a las viejas, sólo que con las reformas ya introducidas en el proceso de integración en torno a Caracas.

El primer comandante fue Fernando Miyares González, un hombre que tendrá distinguida actividad desde ese año de 1786 hasta 1818, no sólo en Barinas, sino también en Maracaibo y Venezuela. Estará al frente de su gobierno hasta 1798. El segundo y último fue el teniente coronel Miguel de Ungaro y Dusmet. Hombre de inclinaciones populares, hasta el punto de representar a los pardos (el pueblo mestizo, la mayoría) en la Junta que se forma en 1810. En 1808, la Audiencia de Caracas dio el gobierno político al coronel Antonio Moreno y dejó a Ungaro sólo el militar. La Junta que se forma en 1810 asume todas las funciones y respalda a Caracas, no a Maracaibo, reticente ésa ante los nuevos acontecimientos políticos.

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Manuel Taibo


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