Policías pecho e` paloma

Creo -y por eso mi insistencia- en que la corrupción policial es la principal causa de la inseguridad que nos avasalla y mientras no se controle será imposible devolverle la tranquilidad y la calma a la ciudadanía.

De la misma forma, pienso que no es el único motivo que priva en ese desenfreno delictivo que mantiene a la gente prisionera en ese trayecto que encierra ir de la casa al trabajo y viceversa. Porque existen muchas personas que se arriesgan a deambular por las calles sin escatimar en la inseguridad, pero bien saben a lo que se exponen.

Lo que posiblemente desconocen y si tienen conocimiento de ello me atrevo a recordárselos -vale la pena en estos momentos de reforma policial- es el hecho de que los diferentes cuerpos de seguridad están filtrados por los llamados oficiales de vitrina, de anaqueles, de esos que se exhiben tipo pecho `e paloma, pero no contribuyen a mejorar la precaria seguridad que segundo a segundo cuesta la vida de tantas personas.

Sí, hablo de esos funcionarios que se desplazan de un lado a otro en sendas unidades patrulleras como si Maracaibo y Zulia y creo que toda Venezuela fuera una enorme caja de cristal.

Circulan por los sitios concurridos, sólo para mostrarse, pero evadiendo lugares conflictivos, que impliquen su intervención en un momento determinado. Y de tropezar con algún evento que atente contra la moral y las buenas costumbres, voltean la cara para ignorarlo.

Esos ejemplos los vemos diariamente. Salgan y transiten cualquier barrio, sector o urbanización, para que palpen la inseguridad, casos que al no prevenirse a tiempo, los leemos en los medios de comunicación social al día siguiente.

Es increíble como la gente sin conocimiento policial vea y olfatee tanto peligro, mientras los efectivos capacitados para tal fin, no observen esos hechos que verdaderamente les permitan ejecutar la función primordial y básica de una buena policía: la prevención.

Quién puede creer que los agentes no detecten, por citar un solo hecho, esas ventas de licores repletas de bebedores, que en sus carros con una actitud agresiva y desafiante se adueñan de las vías públicas, en tanto el resto de los conductores tienen que reducir la velocidad y calarse las colas, pues Dios libre que protesten o les llamen la atención, porque aquí un guapetón armado mata a cualquiera hasta por un suspiro.

Podríamos señalar infinidades de sucesos en los que a lo lejos, se advierte el peligro y, sin embargo, la policía no actúa, menos si los que patrullan el sitio son esos de repisa.

No interviene, primero; porque los policías corruptos esquivan las labores que no les represente dinero o algún otro beneficio en particular, segundo; porque ciertamente existe un alarmante déficit de efectivos y, tercero; porque hay un grupo de policías exclusivamente para los estuches de vidrios, tipo maniquí, que no cumplen con sus funciones.

A los oficiales exhibicionistas sólo les gusta el uniforme, la chapa, la pistola y la patrulla, por la estética y el poder que ello representa en esta sociedad.

No tienen vocación. Les incomoda servirle a la ciudadanía, muchos más en los momentos en los que se encuentran sobre la hora de culminar el servicio, o en los que consideren les pueda acarrear una citación a la fiscalía o algún otro contratiempo con la justicia.

Por eso, a este grupo de funcionarios hay que adicionarles los efectivos sin coraje, porque vamos a sincerarnos, para hacer un buen oficial se requiere de una buena dosis de valentía.

Hay muchos camufladas en los cuerpos del orden público, atraídos por el poder que representa la investidura de un policía, el sueldo y la estabilidad que, a pesar de todo, han logrado, pero carecen de arrojo para enfrentar las situaciones que garanticen la seguridad de la gente por encima de cualquier circunstancia.

Y lo grave es que todos estos funcionarios (los pecho `e paloma y los faltos de testosterona) gastan gasolina, rompen patrullas y uniformes, ocupan espacios, consumen el sueldo de un servidor eficiente, que de verdad si le eche ganas a la inseguridad.

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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