Despidiendo 90 directivos, Eveling Trejo ahorra más que botando 480 “salserines”

Como creerle a la alcaldesa Eveling Trejo de Rosales el cuento de que eliminó el Instituto Municipal del Ambiente (IMA) y no dejará en la calle a los trabajadores, si su esposo, Manuel Rosales, así como Daniel Ponne, en el corto tiempo que estuvieron en la Alcaldía de Maracaibo no hicieron más que mentirle a los obreros y empleados.

      La señora Trejo se olvida de un hecho que ella conoce plenamente porque era primera dama cuando Manuel Rosales en su afán de hacer caída y mesa limpia en el ayuntamiento, se deshizo de una buena cantidad de trabajadores engañándolos, les decía que si renunciaban les cancelaría la liquidación y nunca les pagó. A otros les hicieron la vida imposible a fin de que abandonaran los cargos y tampoco les cumplió. Luego, al ser acusado de enriquecimiento ilícito huyó a Perú y llegó Daniel Ponne para peores penas.

      Ahora estamos al frente de otra situación en la que como siempre, las consecuencias las paga el obrero. La señora de Rosales decide eliminar el IMA y  arrojar por un barranco unos 2700 obreros, con el mismo infundio de que una junta liquidadora evaluará esa carnicería laboral para no dejarlos sin trabajo, que les cancelará las prestaciones sociales, que los cesanteados tienen la alternativa de organizarse en cooperativas, en fin, cualquier argumento increíble ante esa filosofía criminal sustentada en que sólo es posible desarrollar el municipio echando a la gente pobre. 

      Más  cuando sus propias declaraciones la ponen en evidencia, porque todavía bajando los sueldos de acuerdo con la recién aprobada Ley de Emolumentos, bota a 90 directivos entre directores, subdirectores, asesores, gerentes y la alcaldesa Eveling Trejo se ahorra más dinero que despidiendo a 480 “salserines” (trabajadores del barrido manual). ¿Por qué no lo hace?, obviamente que por sus intereses, mis amigos lectores, pero saquen la cuenta para que vean que la carga para la Alcaldía no son los obreros sino los altos funcionarios y la gente del entorno de la alcaldesa.

      Todos sabemos que los directores y subdirectores municipales hablando de austeridad y de que no hay dinero para las obras, se fueron aumentando el sueldo hasta ganar 12 mil BsF mensuales, 12 millones de bolívares de los viejos.

      Y el artículo 12 de la Ley de Emolumentos estipula para un alcalde o alcaldesa siete salarios mínimos mensuales (8.567,23 BsF) y aclara que: “los emolumentos de los altos funcionarios y altas funcionarias, personal de alto nivel de dirección del poder público municipal y de elección popular deben ser fijados en función de la población, situación económica, presupuesto consolidado y ejecutado, ingresos propios, disponibilidad presupuestaria con la que cuenta sin afectar los gastos de inversión y el ámbito territorial del municipio, siempre que no exceda el límite de este artículo”.

      Todavía si los sueldos de los directivos marabinos fueron ajustados a 7 millones de BsF mensual –que no creo se los hayan bajado 40 por ciento-, botando 90 hablamos de 630.000 BsF, cifra superior a lo que pueden ganar 480 “salserines” con un salario mínimo de 1.233, 89 BsF, por cuanto este monto sólo llega a 592.267 Bsf.

      Estos cálculos no toman en cuenta otros beneficios como el pago de tique cesta y que probablemente hay “salserines” que ganan un poco más del salario mínimo, pero lo que quiero es colocarles un ejemplo fehaciente el cual les permite a ustedes, amigos lectores, desmontar fácilmente esa falsa teoría de la alcaldesa Trejo basada en que la única alternativa de hacer obras en el municipio es liquidando obreros. Obviamente se pueden tomar otras medidas como despedir directivos.

      Además, cesantear 90 funcionarios de rango no incide en nada en la municipalidad, porque todos sabemos que en ese ayuntamiento hay direcciones y gerencias hasta para exportar. Con las plazas y los puestos de jerarquía que existen en esa corporación, se surten a las del resto del Zulia y todavía sobran cargos y jefes como el grueso de los marabinos no tienen idea.

      Así  que a otro perro con ese hueso, como decimos en criollo. Lo que sucede es que resulta más fácil sacrificar obreros en una Alcaldía, donde la máxima autoridad que debería protegerlos, está convertida en sus propios verdugos.

albemor60@hotmail.com 


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Alberto Morán


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