Mesa de las mesadas

La mesa oposicionista, llamada irónicamente de la unidad, se acerca a su desunido final. Los viejos partidos y uno que otro con nuevo nombre, se vacilaron de lo lindo a la denominada “sociedad civil”, con sus ONG, sus manitas blancas y sus clubes apolíticos e independientes, es decir, puros. “El que reparte y reparte”, le susurró Ramos Allup a Ramón Guillermo Aveledo y éste respondió con el pulgar en alto y un guiño de lo más cuartorrepublicano.

Leopoldo López y su gente andaban como plancha de chino. Saber que a uno se lo están engullendo en caldo de ñame no es nada gratificante. A la misma temperatura se achicharraba Enrique Mendoza, siquitrillado por los chicos de Primero Justicia, a quienes financió y lanzó a la vida política. Pero la vida es así y todo es un carnaval, que diría la inmortal Celia.

Hubo gente que frenó en la raya del ridículo. El dicharachero ex presidente de la FCU, Ricardo Sánchez, renunció a contarse. Iba de último en las encuestas. Quiso cubrir su rajada con un gesto de “desprendimiento” y negoció con María Corina Machado. Yo te apoyo y tú me pones como tu suplente. Hecho. Ocurre que esas primarias no son en llave. Quien llegue de segundo, será el suplente en la circunscripción. Sánchez, al rajarse, dejó mal a los padrinos de su abortada candidatura, los ex rectores Giuseppe Giannetto y Benjamin Sharifker. La pena con estos señores es mater y retuerce el alma, pero quién los manda.

El sainete montado por María Corina y Ricardo Sánchez contó con la animación de Gerardo Blyde. De esta manera, Primero Justicia se mastica a Carlos Vecchio, a quien apoya el indignado Leopoldo López. El partido de Julio Borges ha aprendido rápido las tácticas de AD y Copei. La Mesa de la Unidad, en cuanto a maniobras políticas, es una insuperable escuela. Primero Justicia deja así en el camino a un ex alcalde y un ex gobernador, Leopoldo López y Enrique Mendoza. Y Yon Goicoechea que no se ponga mingón.

La mesa de las mesadas, donde el derecho a ser candidato cuesta entre 20 y 60 mil bolívares fuertes, decidió hacer primarias en unas 17 circunscripciones (de 87). Con todo, se le armó la de Dios es Cristo. Lo demás fue “consenso”, es decir, una repartición entre los cogollos de siempre. Atrás quedaron los impolutos de la “sociedad civil”, los manos blancas de las protestas fashion y los intelectuales buenos para nada de la derecha.

Desde la otra acera, vemos el avance de la restauración puntofijista en el cotarro opositor. Ya marcaron la pauta en las elecciones para alcaldes y gobernadores: un neo-adeco en el Zulia, un copeyano en Táchira, un adeco en la alcaldía metropolitana, uno de Proyecto Venezuela en Carabobo, un adeco en Nueva Esparta y así. Los llamados independientes y “sociedad civil”, una vez utilizados, fueron enviados a freír espárragos.

La historia se está repitiendo a pies juntillas en la llamada mesa de la unidad. Lo de cobrar para poder ser candidato fue una jugada magistral de la vieja política. Pusieron a pelear a los “sociedad civil” en unas primarias, mientras ellos, pícaramente, se consensuaban en 70 circunscripciones. Lo del “consenso” fue de una exquisitez puntofijista digna de una partida de dominó entre Rafael Caldera y Gonzalo Barrios.

Lo de María Corina y Ricardo Sánchez, con Carlos Vecchio y Leopoldo López como víctimas, es una burda jugada demasiado evidente, pero también una muestra de que los nuevos políticos aprenden rápido las viejas tretas. Así se juega en la mesa de las mesadas y las mecidas.

earlejh@hotmail.com


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

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