Carta abierta al Cardenal Urosa Savino

Las formas me obligan a saludarte antes de entrar en materia, pero para
ser sincero desde el principio y estar en paz con mi conciencia, prefiero
obviar el saludo a riesgo de ser considerado mal educado.
Es que en verdad tú no mereces mi saludo, mucho menos mi respeto. No
puede merecer la más mínima consideración, quien en nombre de Jesús
convoca a un pueblo a la violencia, para defender los intereses de una
oligarquía corrupta y de corte fascista.

Tú sabes perfectamente que el pueblo venezolano ha dado reiteradas
demostraciones de fe en la democracia y en sus instituciones; ha
respetado la decisión de la mayoría en cada uno de los procesos en los
que ha participado e incluso, ha dado una contundente lección a tus
aliados sobre cómo se defiende en forma pacífica la democracia ¿de dónde
sacas, entonces, que habrá violencia si se aprueba la enmienda
constitucional?
¿Se corresponde esa afirmación con un análisis sociopolítico de la
sociedad venezolana o es el deseo de tu alma enferma por el odio hacia el
comandante Chávez?

Por otro lado, ¿quién te concedió autoridad para hablar en nombre de los
venezolanos?
Que yo sepa, en la República Bolivariana de Venezuela, nadie,
absolutamente nadie, fue consultado para darte el cargo que hoy ostentas.
¿Con qué moral, quien ha sido elegido por una minoría puede cuestionar
las acciones emprendidas por una Asamblea Nacional elegida por el pueblo?
¿De dónde sacas la legitimidad con la pretendes cuestionar una decisión
respaldada por un sector de la población que ha demostrado reiteradamente
ser mayoría? ¿Crees que el hecho de que tú y la cuerda de zánganos que
integran la conferencia episcopal adversen la enmienda, es motivo para
que el pueblo no sea consultado?
Bájate de esa nube, Jorge, que muy atrás quedaron los tiempos de la
inquisición en los que la decisión de la Iglesia no se cuestionaba.

Es verdad que nadie puede quitarte el derecho a estar en contra de la
enmienda, del Presidente y de esta revolución, pero por qué coño no lo
haces como hombre en lugar de estarte escondiendo tras la institución y
la palabra de Jesús.
¿Hasta cuando manipulas el mensaje de Dios con la intención de sembrar
odio en alma de los católicos venezolanos?
¿Sabes lo que logran con ese odio que les quema el alma? Rechazo y
división de la feligresía. Hace diez años, en Venezuela, nadie se
hubiese atrevido a escribir unas líneas como estas, pero hoy gracias a la
actitud amoral de Castillo Lara, a quien su oportunidad denuncié por un
intento de violación contra una amiga, y a tu servilismo e inconsecuencia
con la doctrina de Jesús, es frecuente leer y oír declaraciones del
pueblo llano mandándote al mismísimo demonio,

Mírate en el espejo de tu compañero de fechorías, Castillo Lara, quien
terminó rechazado por un pueblo que se cansó de sus ofensas y
manipulaciones. Él, que ofendió al pueblo afirmando que había vendido su
conciencia por veinte mil bolívares, concediéndole el triunfo a Chávez
en el referendo de 2004, terminó siendo abucheado por sus propios
feligreses, en su propia iglesia.
Mírate en ese espejo porque con la madurez política de este pueblo,
seguro correrás la misma suerte.

Si me permites una sugerencia, te propongo que en lugar de hacer lo que
vienes haciendo, te dediques a hacer una limpieza de tanto violador de
niños que hay en la institución que diriges.
Por último, quisiera invitarte a que asumas como hombre las consecuencias
de tus actos y en lugar de calificar esta y otras comunicaciones del
mismo corte, como el resultado del odio sembrado por Chávez; entiendas de
una vez por todas que la causa principal por la que millones de
venezolanos dejamos de creer en curas, obispos y cardenales está en la
existencia de miserables y embusteros como tú, Baltazar, Roberto y
algunos otros.


arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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