El pantano felón

Saltar el charco no significa pasar el pantano, los zapatos se embarran como señal de paso. El golpe imperial se hace criollito y se nacionaliza, la quimera del pendejismo queda atrás en el limbo de la felonía insistente. Hay conciencias sin reservas y reservas sin conciencias; la revolución bolivariana no resiste más, los paliativos tratan de mantener a raya el cáncer que carcome el sueño material mental del pueblo.

Emerge una juventud revolucionaria de paquete Nokia en el bolsillo que pretende colocarse las botas rojas modelo “Converse” neoyorquina de los ochenta, para sustituir el pensamiento formado en lectura y fusil, cual símil de pedirle a Mickey Mouse combatir las Farc y acabar en un día con la revolución cubana. Allí está el pantano con el charco de por medio, los dinosaurios coordinan y dictan cátedra para mover los hilos de muñecos mediáticos. Evidentemente es necesario una generación de relevo, pero se convierte en hongo y bacteria cuando aprende de la misma enfermedad incurable que se va a sustituir.

La apatía que se respira en los espacios revolucionarios son indicadores de que algo no anda bien, hay un germen contaminante que inyecta la bacteria de la felonía, los candidatos sacan cuentas para sumar y la confusión popular resta. ¿Qué está sucediendo?...la respuesta es obvia: ¡carencia ideológica sin remedio curable!. Las cuentas no cuadran, los equipos políticos compiten en un “quita y pon”, los candidatos desconfían de sus camaradas y los camaradas aún mas de sus candidatos pues, ¡el olfato popular no respira olores agradables, siente hedores desagradables difícil de ocultar!

Por primera vez el proceso de cambio en Venezuela toca las puertas de la revolución; ¡o hay reacción, o hay traición!...la voz sabia que es voz del pueblo, pita a los candidatos “mamarrachos” que asquean y les grita: ¡fuera!...O se van, o colocan los espacios de poder en un vacío con la aparición del comodín de partidos aliados que pescan en río revuelto, en un extraño juego de recluta revolucionaria para restar y que con mucha pasión, goza el equipo opositor que se cuela como cucaracha en casa ajena.

La confusión está en la calle, las cartas están echadas, el líder tiene la última palabra ante un pueblo que piensa distinto una década después...¡no se está jugando a Rosalinda!...está en juego la revolución, el cambio, el socialismo y los nuevos tiempos por venir. Dijo José Martí: ¡Vale mas un minuto de pie, que una vida de rodillas!.


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Larry Márquez Peralta


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