Bajas pasiones

Así son y así se seguirán siendo, por eso, el pueblo venezolano no les permitirá el regreso. Me refiero a esos opositores recalcitrantes, que ni siquiera se ponen de acuerdo en función de seleccionar los candidatos únicos, para medirse en las elecciones del 23 de noviembre.

Prueba de ello es que sólo lograron consenso en siete estados del país y continúan con los traspiés en las alcaldías. La ambición de poder está muy por encima de lo que debiera ser un proyecto político serio y unitario.

Fue vergonzoso el careo entre jefes de las diversas toldas políticas tradicionales contradiciéndose y reclamando una parte de esa apetitosa torta que para ellos ha significado el poder en Venezuela.

En la IV República, con el Pacto de Punto Fijo no había problemas. El trozo más apetitoso estaba en Miraflores, pero los que quedaban por fuera igualmente tenían su buen pedazo asegurado.

De manera, que los gobiernos se convertían en una pantomima, porque en el fondo lo que había era un gran acuerdo entre un pequeño grupo de oligarcas, que se dedicaban a disfrutar del dinero y del poder en detrimento de los cinturones de miseria que, ante tanta rapiña, expoliación, desidia e indiferencia, se fueron formando en diferentes rincones del país.

Ahora la situación se les hace cuesta arriba. El pueblo conoce de sus apetencias personales, sabe que quieren recuperar los espacios perdidos para continuar lucrándose a costa de la gente humilde.

No tienen rumbo fijo, sólo quieren ser candidatos a como de lugar, sino para ganar en las elecciones, esperar el momento oportuno a fin de negociar sus votos y retirarse con una bola de billete en el bolsillo. Ese es el estilo de los candidatos de los viejos partidos y nunca cambiarán.

Por eso, los opositores son capaces de lo que sea, incluso, se les brotan sus bajas pasiones, como el caso del ex ministro de Defensa, Raúl Baduel, quien sorpresivamente organizó un show mediático y, entre otras cosas, señaló que debía salirse del presidente Hugo Chávez de inmediato, aunque disfrazó la aseveración con que no se hiciera de forma violenta.

Es evidente que todavía piensan en el golpe. Además, no tienen argumentos y menos proyectos que presentarle al país. Aparte de sus desmedidas ambiciones, se enredaron en la manera irresponsable de escoger los candidatos a dedo y unas encuestas que no convencen a nadie.

Se estrellan con la escogencia que hizo el PSUV con todo y el pataleo de los enemigos del proceso, que insisten en desacreditarlo, pero lo que sucede es que realmente no se recuperan del semejante golpe que para ellos significa esta organización política y democrática en el país.

(*)Periodista

albemor60@hotmail.com




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Alberto Morán(*)


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