Caminito que el tiempo ha borrado...

Hace unos días el rrrégimen celebraba a soto voce el primer aniversario de ese esperpento que ellos llaman viaducto.

¿Y por qué a soto voce? Se preguntarán mis indignadas compañeras amantes de la haute couture. Pues para eso estoy aquí, para responderles y denunciar el ultimo atropello de este desgobierno tiránico y depravado.

Resulta, mis conmocionadas amigas, que como resultado de esa obra de infraestructura mucha gente quedó viviendo en condiciones infrahumanas. Me refiero a los habitantes de la carretera vieja de La Guaira.

Ya se que nos importa un pepino esa gente de baja ralea, pero es que de algo tenemos que colgarnos si queremos derrocar al inquilino de Miraflores y su corte de aduladores.

Durante los días de gloria, cuando se desplomó el viaducto, en medio del regocijo aprovechamos para bombardear al desgobierno mientras cantábamos Alé Limón. Recuerdo aún, con lágrimas en los ojos, aquella trocha que tanto nos dio de que hablar. Aquella cámara fija de Globovisión que mandamos a instalar para transmitir, en vivo y directo, una tragedia que no llegó a suceder.

Luego la construcción atropellada de ese puente de campaña que, dicen, será indestructible, aquel valiente reportero contando tornillos faltantes, la gente ignorante arriesgando sus vidas, las de sus familias, lanzándose por el puente aún a sabiendas de que la muerte acechaba, porque si algo hicimos y con insistencia fue advertirles que no iba a durar más de dos meses en pie. Ese viaducto era una bomba de tiempo y el tiempo pasó y la bomba… Bueno, no les voy a contar lo que ya saben.

Un año ha pasado desde aquel nublado día, cuando cortando una cinta de bandera, una de esas a las que le sobra una estrella, se inauguró el viaducto dejándonos, a la gente decente de este país, sumidos en la más profunda indignación.

Pero erraron en sus cálculos estos engendros castro-narco-computador de Raúl Reyes avalado por la Interpol-chavistas. Erraron como suelen errar quienes se creen sus propias mentiras y, otra vez, por tratar de engañar a muchos con esos espejismos de progreso, olvidaron al señor que vendía chicharrón (después les explico que es eso) allá en la carretera vieja.

Juan Gómez se llama el infortunado, un hombre que hoy ve como su sueño de pequeño empresario de la gastronomía criolla se le escapa de las manos. Nuestra cámara fija no fue capaz de filmar entonces esa tragedia en desarrollo, no fuimos capaces de adelantarnos al futuro ominoso que acechaba al chicharronero.

Pero ahora lo tenemos enfocado con un gran angular. Por lo tanto, desde hoy, amigas mías, Juan Gómez somos todas, y no digas ni pío, Ana Julia, porque estamos haciendo patria.

Ya basta de ser cómodos, ya basta de querer llegar a La Guaira en veinticinco minutos, es hora de sacrificarnos como nunca antes lo hemos hecho. Marchad mis admirables y bien conservadas damas, comed chicharrones de Juan Gómez y cuanta fritura asquerosa vendan por esos lares, tomad, eso si, sobre dosis de Alka Selzer Ultra Plus, soportad con estoicismo los estragos de una indigestión segura que la patria pide a gritos nuestro máximo sacrificio. Gritad vuestras consignas a los cuatro vientos: ¡Con mi chicharrón no te metas! ¡Ni una autopista más! ¡Chávez, devuélveme mi trocha y mi país!. Y no os preocupéis, mis esbeltas damas, por la ingesta excesiva de carbohidratos y grasas saturadas, que marcharemos tanto y tan arriba que no habrá chicharrón, ni celulitis, ni dictatorzuelo tropical que pueda con nosotras. Claro, que una vez logrado el objetivo nuestro primer decreto será prohibir el chicharrón.

Atentamente,

Marifer Popof.

Presidenta del frente de damas indignadas con todo lo que haga el gobierno.


tongorocho@gmail.com




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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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