Justicia para Fedecámaras

Lo que le faltaba a una disminuida Fedecámaras es que unos mozalbetes
la vinieran a regañar en su propia asamblea anual, pero así son los tiempos
que corren. A los chicos de las universidades privadas les dieron cuerda y
ya no hay quien los pare. Un día de éstos se le rebelan a su mismo mentor
ideológico, el motolito cura de Montalbán.

La pequeña derecha le reclama a la gran derecha mayor derechismo.
Estos alumnos se presentaron en el evento magno de los empresarios, les
mostraron sus manos blancas y les cantaron sus trece. Como siempre,
leyeron sus discursos y, de nuevo, la cosa no salió como calculó la agencia
de publicidad. Hubo “ruido” en el mensaje y algunos magnates, echando
chispas, abandonaron la sala.

La perfomance no era una sorpresa para nadie, todos sabían lo que
iba a pasar: llegarían los jóvenes, leerían sus libretos, serían aplaudidos
y se marcharían. El canal de la oposición repetiría la puesta en escena
hasta el cansancio –al fin, Ravel confesó que él aconseja a los chicos- y la
gran prensa la desplegaría en primera plana. Sin embargo, luego del momento
conmovedor en que uno de los tribunos juveniles le dijo a los pures
fedecamaradas que “ustedes son nuestros padres”, el siguiente orador rompió
el encanto. ¿Pero qué dijo?

El chamo espetó en su autómata lectura: ustedes, los empresarios,
“en este momento están cumpliendo de manera ineficaz porque no tienen
arraigo nacional ni nacionalismo, no asumen retos y pretenden que el Estado
los proteja”. ¡Santa María de Ipire! En dos líneas calificaron de
antinacionalistas, cobardes (no asumen retos) y parásitos (pretenden la
protección del Estado), a quienes segundos antes identificaron como
“nuestros padres”.

El joven orador (o leedor) no se detuvo y prosiguió: “Han perdido su
sentido de lucha y conciencia social. Se olvidaron de la sociedad porque
algunos están ganando mucho dinero…Se les olvidó la responsabilidad social y
el progreso de Venezuela. En medio de un mundo de Cenicienta en el que
ustedes viven, se están haciendo la vista gorda y no ven lo que está pasando
en el país”.

Algunos empresarios no aguantaron la descarga y se marcharon, más
calientes que plancha de asiático. Los alumnos manos blancas, sin duda, se
pasaron de injustos. No se puede exigir a los capitalistas venezolanos un
mayor nivel de fascismo. Ellos lanzaron el paro de diciembre de 2001 que les
costó, según propia confesión, 300 millones de dólares. No importa,
prepararon y financiaron todo el movimiento que culminó en el golpe contra
Chávez el 11 de abril de 2002. Su entonces presidente gremial, Pedro
Carmona, asumió la Presidencia de la República. En 48 horas fueron
derrotados, pero no se rindieron.

En diciembre de ese año, lanzaron el sabotaje petrolero de dos meses.
Doblegados de nuevo, financiaron la guarimba, tomas de plazas e incursión
de paramilitares, hasta ser vencidos electoralmente en el referéndum de
2004. Todavía se jugaron a Rosalinda con Rosales en 2006 y se la ganó un
indio bravo. Por todos estos sacrificios, Fedecámaras merece un desagravio
de esos jóvenes, de la agencia que confecciona los discursos o del ejecutivo
televisivo que se jacta de darles semejantes consejos. Es justicia.

earlejh@hotmail.com


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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