Qué tan sincero y viable es el “Acuerdo de Salvación Nacional”

Nos hemos mantenido por varias semanas, quizás hasta uno o dos meses, sin fijar posición de lo que viene ocurriendo recientemente en el mundo político de Venezuela.

Hoy viendo un cartel, publicado por la oposición extremista que lidera el ex diputado Juan Guaidó, (nada que ver con la locura de que es el presidente interino de Venezuela) nos encontramos con una sorprendente propuesta, hecha pública, de lo que demanda el llamado "Acuerdo de Salvación Nacional".

Hasta donde nos asiste el raciocinio entendemos que llegar a un acuerdo entre dos o más partes, sobre todo si se trata de pactos políticos, éstos o éste tiene que estar cargado, en primer lugar, de plena sinceridad, de un alto grado de compromiso, que busca realmente que cese un conflicto o en su buen entendido que mantenga, al menos, la paz y la cordialidad en el país, que en el caso de Venezuela, ha estado a punto de resquebrajarse.

Ese acuerdo, por sobre todas las cosas, debería contener en sus partes ciertamente requerimientos que coadyuven a romper definitivamente con el enfrentamiento y las hostilidades, pero sobre todo buscando que la situación país mejore en bien de todas las familias que integran a la nación, y no de un reducido grupo, como al parecer se pretende.

Guaidó, cansado de recibir derrotas tras derrota, apela ahora a este recurso, debido a que siente que el "agua ya le llega al cuello", pero vemos, al mismo tiempo, emulando un discurso "cantinflérico", que da un paso hacia adelante y otro hacia atrás, sobre todo a sabiendas que le queda poco oxigeno para seguir respirando en las lides del mundo político venezolano.

Si bien este imberbe de la política criolla, asomó este proyecto de paz y entendimiento, o como lo ha llamado , "Acuerdo de Salvación Nacional", azuzado por el imperio y por una élite derechista, "tira piedras", que cree que a la fuerza se arregla todo, no se explica entonces que parte del mismo deja saber que si el gobierno no sede a todas las demandas, el "bochinche golpista" seguirá su marcha, no sin antes mantener las sanciones y el bloqueo en contra del país.

Eso a nuestro entender refleja claramente la clase de calaña que está detrás del susodicho acuerdo, que aparentemente propende a la reconciliación de todos los venezolanos.

De pequeño aprendí un refrán que le oí muchas veces mencionar a mi amada madre, que ya partió de este mundo, que dice textualmente así: "Están pidiendo limosna con escopeta".

Por ello, previamente, debemos hablar primeramente de las demandas de ese acuerdo. El panfleto publicado por el equipo de Guaidó, ceñido al "Acuerdo de Salvación Nacional", expone como garantías, que las debe cumplir al pie de la letra el gobierno, la liberación inmediata de los presos políticos, cronograma de elecciones libres y justas, condiciones electorales, justicia "transicional" ¿?, y resolución de procesos judiciales.

Se incluye además el levantamiento progresivo de las sanciones, de acuerdo al cumplimiento del también llamado pacto.

En esta primera parte nos motiva hacer el siguiente pronunciamiento. Cómo es eso que se liberen todos los presos políticos. Aquí se ha querido confundir al pueblo y a la opinión pública con esta demanda. Se ha deseado hacer ver que los sujetos que están presos, muchos de ellos a la espera de juicios, que fueron detenidos solo por capricho, cuando la realidad es otra.

La oposición extremista pretende que se olvide que muchas de esas personas fueron agarradas infraganti, con "las manos en la masa", violando la ley. Es decir, a pesar que un buen número de ellos formaron parte de las escaramuzas golpista, que es un delito que debe ser condenado, a todas luces, se pide ahora, con "escopeta" montada, que hay que dejarlos libres.

Pero igualmente se pretende echar al cesto de la basura los actos vandálicos que protagonizaron los rebeldes opositores que participaron activamente en las guarimbas del pasado, quemando a gente viva, destruyendo bienes públicos, y otros conspirando activamente para derrocar al gobierno legítimo, que eligieron, de manera libre y democrática, la mayoría de los venezolanos.

Lo más depravado es exigir que el presidente Nicolás Maduro no debe concluir su segundo período de mandato, porque cuatro arrogantes, llenos de odio y frustración, desean retornar al poder a la fuerza.

A través de estas demandas la oposición extremista que lidera cojeando Guaidó apela al uso del "cuchillo en la mano". O el gobierno cumple o no se levantarán las sanciones, sin importarles, lo más mínimo, la suerte y el sufrimiento que están viviendo los venezolanos.

El panfleto publicado es tan descarado que incluso menciona sin desparpajo, y de manera amenazante, que si el gobierno no acepta las demandas de los querubines de la oposición de inmediato el país será sometido a mayores sanciones multilaterales y se bloqueará todo tipo de financiamiento para el Estado.

Pero además "Juanito Alimaña" y la banda que lo acompaña, amenazan que se apelará a la justicia internacional, por intermedio de la CPI, pidiendo, como de hecho ya lo están haciendo, enjuiciar al presidente Maduro, por supuestos casos de crímenes de lesa humanidad. Claro, esa vocería internacional, no toma en cuenta los verdaderos crímenes que se cometen a diario en Colombia, o como los que ocurrieron, recientemente, en Chile y Bolivia.

Aquí nos detenemos para preguntarnos de nuevo: Cómo es eso que se desea un "Acuerdo de Salvación Nacional", pero al mismo tiempo Guaidó mantiene el "hacha de la guerra en la mano" y exige que se enjuicie al principal interlocutor, en este caso al presidente Maduro, que todo el tiempo ha llamado al diálogo y a la reconciliación, pero al mismo tiempo a convocado los procesos electorales que por capricho de algunos sectores de la oposición han venido desestimando?.

No hay dudas que estamos frente a una oposición extremista cara ´e tabla. Mientras Guaidó presenta a la nación el tan cacareado "Acuerdo de Salvación Nacional, por otra parte sale a recorrer al país para convocar a los estudiantes que salgan a la calle a protestar y a manifestar, con miras a reeditar las guarimbas, para querer incendiar de nuevo a la nación por los cuatro costados.

Guaidó, a nuestro entender, no debería participar en ese diálogo que propende, más que buscar la reconciliación en el país, lo que desea es buscar el reacomodo personal, junto al de sus secuaces, que se han enriquecido con los dineros que le han sido confiscado a Venezuela, y con el fruto que han dado las empresas Citgo, en Estados Unidos, y Monómeros, en Colombia. Oposición seria sobra en el país para encausar de nuevo a la nación por el camino deseado. Pero no hay que olvidar que el país en pleno exige justicia.



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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