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La alarma creada en torno a una supuesta eliminación del inglés en los pensa oficiales de enseñanza no es otra cosa que la expresión de los temores primitivos de una pequeña burguesía ignorante.

Después de hacer correr los rumores más inverosímiles ante una pequeña burguesía aterrorizada por la “amenaza comunista”, las fuerzas neoconservadoras propagan la hablilla que anuncia la suspensión de la enseñanza del idioma inglés en nuestro sistema educativo. Y así como resultó ridículo que corriesen el rumor entre las clases populares que no podían adquirir sino un solo par de zapatos, de un modelo único, o no podrían viajar al exterior, cuando la oferta en ambos casos crecía alimentada por un consumismo casi sin límites, así resulta grotesco este infundió. Pero lo censurable del caso no es el origen del rumor. Ya se ha comentado en esta columna la atrofia cerebral de los conservadores, originada por su extremo individualismo que los desconecta de la realidad social (la parálisis del exocerebro). Lo criticable es la aceptación del mensaje por esa audiencia conformada por individualidades que han sido supuestamente beneficiadas, y así se lo creen, por una formación refinada proporcionada por instituciones educativas privadas, supuestamente elitescas. La verdad es que han sido estafadas, incluso en lo que corresponde a la enseñanza del idioma inglés. La mayoría ni siquiera “machuca” la lengua de Shakespiare, y la totalidad carece de un método racional para observar la realidad y producir juicios inteligentes. Repiten consignas como loros, muchas veces maltratando el castellano, sin tener sentido de las proporciones, y sin hacer la más mínima indagación sobre lo que ocurre en su entorno. Es decir, que siendo en realidad unos proletarios, pues son simples asalariados, asumen actitudes de burgueses, refugiados en un individualismo que los aísla del mundo.

Si este sector de la sociedad tuviese preocupaciones reales sobre el problema educativo, y en particular sobre la enseñanza del inglés, debería partir de la aceptación de la ineficacia del sistema vigente. Y, especialmente, de la correspondiente a la impartida por quienes explotan este servicio en el ámbito comercial privado. Estos, cuando no tienen intereses confesionales, distorsionadores de la realidad, son simples entes especulativos que buscan maximizar sus utilidades, con las excepciones del caso. En lo que respecta a la enseñanza del inglés, ninguno de estos pequeños burgueses con ínfulas de capitalistas, se ha informado del reciente convenio firmado entre el MED y el British Council, destinado a realizar mejoras pedagógicas en esta área del proceso educativo. Desde luego, ninguno se había preocupado, si estaban interesados porque sus hijos obtuviesen el dominio de este idioma, por verificar su avance en esta materia. Se sabe que en la actualidad esos centros educativos son simples depósitos para liberar a los padres de la carga de los hijos, mientras satisfacen sus “necesidades” sociales y económica propias de su “status”. De modo que la alarma creada, como las anteriores, no responde a la realidad, es únicamente el eco de una propaganda irracional.


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Alberto Müller Rojas


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