Mi palabra

¡Espero el regreso del monigote para saber que va a pasar!

"Si aparece alguien sólo para provocarte,

limpia el polvo de tus zapatos y sigue adelante".

Paulo Coelho.

Este lunes muy temprano, en medio de una mañana con una temperatura muy fría, lo que les permite a los llaneros presagiar un día con un fuerte sol; de esos, que últimamente se presentan con tanta intensidad, capaz de encender las hojas secas desprendidas de los árboles en medio del intenso verano, me conseguí a un amigo; casi echaba chispas, a pesar del agradable clima de la hora. Prácticamente no me dejó hablar, y lo poco que dijo, creo que muchas personas lo están pensando: "Estoy esperando el regreso del monigote, para saber que va pasar, hasta cuando el chantaje de los gringos con este provocador de oficio"

El compañero se alejó, dejándome en un profundo silencio, a pesar del agitado comienzo de la semana, despertándome la misma pregunta el cual me acompaño por largo rato: ¿Qué va a pasar de presentarse el payasito en una esquina de cualquiera ciudad del país, con sus acostumbradas provocaciones, seguidas de las mismas amenazas dirigidas por el jefe del circo Donald Trump? Esta misma interrogante revolotea en la mente de muchas personas; aunque un compañero muy malicioso, y precavido, cada momento repite una expresión aprendida en sus andanzas, como vendedor de cuanta fiesta patronal conoció: ¡Cuando la mercancía no la quieren, hay que ofrecerla cada momento sin desesperación, rechazando las provocaciones!

La diferencia entre la mercadería que habla el amigo, y la promocionada por los gringos, como el caso del autoproclamado, es, que este se ha prestado para que lo utilicen, como un medio de provocación para sus fines de expansión en busca de sus ansiados recursos, para finalmente largarlo, como un auténtico desecho. ¡Lo último! Le programaron un recorrido al pelele, empezando por Colombia, hasta llegar a Estados Unidos, el verdadero objetivo y destino del disfrazado viaje, para después desplegar y desparramar una parafernalia tratando de revivir a un desahuciado, desorientado y perdido, a pesar de todos los recursos mediáticos, hasta cargarlo de la mano, como si llevaran a un niño al kínder.

¿Dónde está Guaidó? En estos momentos los únicos que pueden dar información de su paradero, es Trump y su pandilla, porque después de su presentación fantasmagórica "como el verdadero y legítimo presidente de Venezuela" desapareció de los medios, como cualquier noticia creada para crear zozobra y desesperación en la población al estilo del cuento de Gabriel García Márquez (Aquí va a pasar algo). lo único que nos queda, es repetir la expresión de consolación: ¡Les vamos a creer para que no se pongan bravos!

Una de las grandes estrategias del imperialismo, y sus manejadores de turno, es precisamente la habilidad para crear la provocación para después lanzar el anzuelo y esperar que caiga la presa. En el caso del gobierno venezolano se han conseguido con un escollo imaginable al no morder la carnada. No les queda otra, sino seguir ensayando, porque todas las acciones que han puesto en práctica, han venido chocando con la conciencia de un pueblo aguerrido, que no da marchas atrás, y por el contrario viene templando su combatividad, sacando a relucir las enseñanzas del Comandante Chávez.

Nada de lo que haga el fracasado va impactar, a menos que asuma el poder por la vida de una invasión. Ganas no le faltan al imperialismo, pero a la vez, lo vienen pensando, como si estuvieran planificando un nuevo viaje a la luna. La centellante expresión del Comandante Chávez, en una de sus inolvidables arengas al pueblo: ¡Yo, no soy Chávez, yo me siento rencarnado en ustedes! Retumba en los confines de la patria; mientras el arrastrado de Guaidó, va tener que repetir todo lo contrario: ¡Yo, no soy Juan, yo me siento rencarnado en el imperialismo, y estoy viviendo una horrible pesadilla! Desde la época del osado y valiente José Antonio Páez, se han presentado casos parecidos, pero ninguno llega a la infamia y servilismo de este autoproclamado, a quien la historia va enterrar boca abajo, por si acaso le dan ganas de seguir haciendo el indigno papel en contra de su propio pueblo.



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Narciso Torrealba


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