Filosofando con Rosalito

Tal vez por facilismo y hasta por la irracionalidad del egoísmo político, muchos venezolanos no han sabido o no han querido interpretar qué ha intentado decirles el candidato de George Bush desde que aceptó ser el abanderado del oposicionismo. “Soy un hombre de ideas de avanzada”, ha dicho Rosalito desde la tribuna. Sin embargo, sus palabras se la ha ido llevando el viento, como si fueran simples burusas verbales.

Por eso, este trabajo realizado in prefundís, intenta recoger y rescatar el pensamiento progresivo y transformador de la expresión existencial del mensaje de Rosalito, ya que sólo de esta forma es posible desentrañar las claves y el alba de la sociedad propuesta por el candidato de la Casa Blanca. Entrando en el mundo del discurso, hemos querido analizar y limitar las palabras de Rosalito, sin tomar en cuenta la posición-sujeto de quien desenrolla sus fantasmas y va construyendo sus propios aforismos, como si de Nietzsche se tratase.

Habla que algo queda

Lo correcto y lo pertinente, como dice Greimas, es destacar “la dimensión semántica del lenguaje y la relación del sujeto con el mundo y con la historia”, ya que el problema del sentido trasciende el sistema lingüístico que nos da la tricotomía sujeto, discurso y situación. Aunque el camino se manifiesta incierto, sabemos que el esfuerzo por entender a Rosalito, bien vale la pena. Sin más preámbulos, entremos sin ofuscaciones en el conjunto de ideas que Rosalito ha ido madurando con sobriedad y precisión para salir del anonimato trascendental de un hombre cultivado debajo de una mata de plátano en medio de la soledad inhóspita de la provincia venezolana.

Rosalito, como lo sostiene Schopenhauer, corrobora que lo histórico no es ningún fenómeno original, sino que se presenta como un suceder ininterrumpido. Por lo tanto, Rosalito reflexiona que con la historicidad se elimina también la ciudadanía del hombre: “Le digo algo, Margarita que es una isla rodeada de agua”, (Globovisión, mitin de Rosalito desde La calle Igualdad de la isla de Margarita, 14/09/2006).

Fundamentando su conocimiento en la antropología kantiana y recogiendo la herencia de Rousseau, Goethe y Vico, el candidato del oposicionismo confirma el eterno retorno nietzscheano al revelar que “yo entro a casas que más o menos se ven bien y tienen los baños destruidos”. (Venevisión, El Informador, 18/09/2006).

Desconociendo la razón dialéctica que se adecua con el conocimiento hipotético-deductivo que le caracteriza, Rosalito se deslinda de la fenomenología de la existencia de Heidegger para adentrarse atrevidamente en el vitalismo francés de Bergson. Esta pluralidad de perspectivas, Rosalito la siluetea en su laureada obra Desde los Cantos de Pavarotti Hasta los Cantos de Ballenas”: “Yo creo que a veces las cooperativas y las asociaciones son buenas, pero no todas las veces tiene que ser así”, (Globovisión, concentración de Rosalito en el estado Táchira, 09/09/2006).

No conforme con lo anterior, Rosalito dirige su atención a la “filosofía de la praxis”, porque gnoseológicamente no excluye el análisis funcional como tal. Así sostiene: “Le voy a poner orden a ese Seniat que se la pasa maltratando, arrinconando, humillando a los comerciantes. ¡Bueno, esa es la sociedad que queremos!, (Globovisión, mitin de Rosalito desde La calle Igualdad, isla de Margarita, 14/09/2006).

Siguiendo en esta línea, Rosalito se adentra en el proceso unitario típico de lo real para asumir la medición dialéctica entre el hombre y la naturaleza: “Que sea la propia familia los que motoricen la construcción de sus viviendas sin escaleras”, (Globovisión, Rueda de Prensa en Valencia, 19/10/2006). Y profundizando como Wagensberg y Morin en el concepto de Complejidad recalca: “La banda de intereses o los intereses que están en el mercado para la adquisición de viviendas, nosotros consideramos que son buenos, que es una cosa buena que ha hecho este gobierno”.

En cuanto a la necesidad de desarrollar una nueva seriedad, el candidato del oposicionismo vislumbra esta realidad desde un clima de optimismo y omnipotencia. Por ello Rosalito, sintiéndose único heredero de los valores de su tiempo y de la reencarnación retrospectiva, expresa que “no hay que pedirle peras al horno”.

Entrando en la razón dialéctica del entendimiento y de la raíz moderna de la historia propuesta por Schelling, el abanderado de Bush descifra la vida desde el aliento postrero de la vida misma y, con la visión certera de la dialectividad del historicismo del alemán Dilthey, afirma sin emplear chuletas: “La gran mentira en este país con la salud es que la salud tiene que ser gratis, porque lo dice la Constitución de Venezuela. ¿Cómo va a ser gratis?”. Ante esta gran interrogación histórica, Rosalito se auto responde con dos afirmaciones: “La mayoría no quiere dádivas, no quiere burusas, quiere regalos” y "nosotros repartiremos la propiedad privada".

Sin pretender poner a Cuvier al lado de Darwin, ya que su intención no es construir una fotografía intelectual del sabio o del naturalista de los siglos XVII y XVIII, Rosalito se siente pontificado con los grandes filósofos que propugnan la palabra del viejo Zaratustra: “Hay un 30% más o menos, un 33% pudiéramos decir, que es lo que llaman el “chavecismo” o este sistema oficialista de gobernar, por su inmensa mayoría son parásitos que están viviendo del Gobierno, y que son subsidiados por el Gobierno”.

Como si usara un epígrafe de Píndaro a flor de labio, Rosalito ha tratado de hablar sobre la inmortalidad, las penas y las recompensas futuras encarnadas en lo que Rodó llamó el Neoidealismo: “Si son abstencionistas, es porque no se han decidido a votar”, (Globovisión, rueda de prensa del lunes 23/10/2006).
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Para finiquitar nuestro breve análisis, examinando la cuestión política de un intelectual como Rosalito, tal como fue concebida por Max Adler, Lúkacs y Kautsky, tenemos que reconocer la fecundidad y originalidad del pensamiento rosaliano. En tal sentido, Rosalito ha superado con creces el ámbito y el límite tradicional de la transformación gnoseológica de la relación teoría-historia al ahondar más allá del Estado-nación, al nivel contemporáneo de la globalización. Ejemplo de esto es cuando expresó: “El que lleva un chopo de esos viejos que se carga con tacos y esas cosas, cómo le vamos a dar cinco millones. A esos se les dará ahí una cosa, (Globovisión, rueda de prensa desde el estado Portuguesa, 23/10/2006).

Sin embargo, la mejor prueba de la coronación refinada e histórica alcanzada por su discurso transformador se concretó cuando Rosalito, sin que le temblara un músculo de la cara, dijo tajantemente: “No creo en cantos de ballenas”.

vchavezlopez@hotmail.com


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Vidal Chávez López


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