Mi palabra

Giordani, Néstor Francia y Nicolás

“Muchas veces la lengua corta la cabeza”
Proverbio árabe

Uno, ingeniero electrónico, fue hasta el 2014 Ministro del Poder Popular para la Planificación del gobierno venezolano. El otro licenciado en letras, y estuvo en PDVSA, como asesor en el área comunicacional. Nicolás Maduro, conductor de autobús durante 7 años, chavista por donde se le mire; descalificado por la oposición venezolana, desde el mismo momento de tomar las riendas del poder. La convicción, y visión futurista del Comandante Chávez, lo presentó ante el país, como el hombre con los cojones suficientes para enfrentar las pretensiones del coloso estadounidense, y la cantidad de opositores dentro, y fuera del gobierno.

Los dos académicos señalados, publicaron el mismo día, en esta página (APORREA) dos artículos apoyándose en los pasados pasos de la humanidad, y escudriñaron en los archivos de la historia, para tratar de ilustrar, y convencer a quienes visitan este medio informativo. Nunca los ejemplos son buenos, y menos para relacionarlos con etapas superadas, por una razón muy sencilla: un periodo no se parece a otro –menos con un enemigo tan poderoso, muy cerca de nosotros– pero antes tantos obstáculos, lógicamente se producen resbalones muy violentos, y quién no tenga la capacidad suficiente para sostenerse, empieza a titubear, pensando más en el regreso, que seguir sorteando los miles de vericuetos. Por supuesto, el pensamiento pequeño burgués, empieza a hacer mella en la conciencia del individuo, y busca culpables de la situación, donde estuvo anclado, y arremeten contra lo que consideran lo más débil, por eso, van creando la matriz de opinión con los sofisticados métodos del aparato burgués­­–imperialista, para tratar de salirse con las suyas.

¿Cuál es la táctica? Si revisamos los escritos con el tiempo suficiente –aunque algunos, son más largos, que la misma crisis del país–nos encontramos con miles de alabanzas hacía el Comandante Chávez –no sabemos, hasta donde llega la sinceridad–pero la desesperación es mala consejera, haciendo cometer errores a la persona, al caer en contradicciones muy visibles. El caso de Jorge Giordani, en su artículo reciente (LA MALDICIÓN E INMOLACIÓN DE CHÁVEZ) es por demás ilustrativo; agota todos los adjetivos para resaltar a Chávez, como combatiente, y Presidente, cuando estuvo a su lado, pero, hace como la vaca de patio, sino la pone adentro, la pone afuera, porque finaliza haciéndole un cuestionamiento sin ninguna ética, y moral, por haber nombrar a Nicolás Maduro, para reemplazarlo, cuando presintió que el final de su vida estaba muy cerca. El señor Giordani, en su escrito da un salto en el vacío, al darse cuenta, que el cuento es muy largo, y no concreta en lo que quiere decir, cuando todo el mundo sabe su posición; emplea un recoveco o rodeo tratando de marcar diferencia con la atolondrada oposición venezolana; al final, le falta poco para repetir la consigna de los guarimberos ¡Maduro, vete ya!

Es totalmente cierta, la opinión de una mujer del pueblo, quien hasta hace poco era adeca por los cuatros costados, cuando expresa de manera muy clara: “Casi todos los que han errado en el gobierno, o están señalados en actos de corrupción, cuando los tocan, salen renegando de Maduro, convirtiéndose en unos verdaderos enemigos”. La lista es larga, y ninguno es un “pata en el suelo”; con solamente escucharlos, nos damos cuenta, cuando están “maldiciendo” a todo aquel, que sigue convencido en la necesidad de apoyar a Nicolás Maduro. Nunca me imaginé a un Néstor Francia, llamar pavosos a los chavistas de la tercera edad, y menos de tratar de transportarse para no estar cerca de ellos.

Algunos opositores, al tratar de empujar para ver caer al gobierno, salen con tamaños adefesios, haciéndonos reír, porque no hay otra. Pongo, como ejemplo al articulista Rafael Enrique Chacón, quien le propone al Presidente Maduro, nombrar vice-presidente a Rafael Ramírez Carreño, porque ­–según él– es el salvador de la patria. El mismo Ramírez, parece haber agarrado las decisiones de la justicia en su contra por los señalamientos de corrupción, como un juego, al salir con una de padre y señor mío, al pedir un derecho de palabra en el congreso del PSUV, después de la cantidad de ataques contra Nicolás Maduro, culpándolo de todo lo que pasa en el país, sin mirar al norte.

No me sorprende en absoluto, estas voces con un estilo apocalíptico, menos, cuando acaba de aparecer la nueva versión de Vladimir Villegas: el ex-ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra. Es la misma función, desde la llegada del Comandante Chávez, con actores diferentes, pero sumamente peligrosos, porque están contaminados de la misma enfermedad de los opositores ya fracasados: el odio, muchas veces disimulado con la capacidad intelectual, que indudablemente tienen. Se comieron las maduras, y ahora ven de lejos las verdes.


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Narciso Torrealba


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