La carta de renuncia de Eduardo Fernández a Copei, devela algo más que la soberbia copeyana y de sus engendros amarillos. No es casual que la renuncia se produzca justo cuando la MUD estrena a Torrealba como Secretario Ejecutivo. Dirigida al “Presidente y demás miembros del Comité Nacional de Copei”, revela dos aspectos fundamentales de la política cuartarepublicana.
En primer lugar, la ausencia en el oposicionismo de cualquier debate democrático doctrinario y sobre los problemas o dificultades de la nación, para enfrentar las causas económicas, ambientales y políticas, que como “país periférico” del imperio, ante la crisis mundial capitalista, obviamente nos afecta, al igual que la guerra sicológica y económica de las EEUU, de los oligarcas, los contrabandistas y guarimberos, contra el país.
En segundo lugar, prueba como se desfigura cada vez más la tan cacareada coartada de “Unidad Democrática”, mostrándonos una variopinta fauna de intereses golpistas y opositores, en claros enfrentamientos, que los muestra sin proyecto ante el país, lo que obliga a la vez a los revolucionarios, a esforzarse por hacer una clara ubicación y diferenciación de los adversarios y/o enemigos, para atinar en el diagnostico.
Si bien todos ellos, los de viejo y nuevo cuño, buscan regresar al fracasado pasado de dominación oligárquica cuartorepublicana, hay quienes argumentando sin éxito principios socialcristianos o socialdemócratas -como a veces lo han reivindicado Eduardo Fernández o Henry Ramos Allup- alegan la invalidez del proyecto socialista y las bondades del capitalismo y su “libre empresa” en clara caída planetaria.
Por otro lado, existen los vulgares sinvergüenzas oportunistas, igualmente faltos de razón, y no pocas veces de moral y ética, que con desparpajo y récord talanquero, saltan de un partido o concepto “filosófico” a otro absolutamente opuesto, siendo capaces de apoyar, fomentar y/o cometer crímenes, o incluso jugarretas contra la patria, siempre que esto les retribuya algún beneficio en lucro o figuración mediática. Recordemos tan solo, a maestros en estas lides, como Ismael García, Chúo Torrealba, Henry Falcón, Andrés Velázquez, Dinorah Figuera, Carlos Berrizbeitia, Salas Romer, Capriles Radonski, Julio Borges, José Albornoz o Simón Calzadilla, por solo citar a los más desfachatados.
La renuncia de Fernández demuestra lo acertado de la expresión del Secretario General de AD, cuando dijo “La oposición está como se ve…” y la del propio renunciante al expresar “…ninguno de los partidos de la oposición pasa de cinco puntos.”
No queda duda pues de las divisiones de la reacción por intereses personales, éticos, morales y políticos irreconciliables, pero debemos tener presente que a la masa opositora votante la une hasta ahora el antichavismo fomentado por las élites oligárquicas. Tampoco olvidemos que, pese a su caimanera interna, la derecha ha demostrado el mínimo de coherencia necesaria para sintonizarse con la conspiración desestabilizadora que no pocas desgracias ha causado al país.
Si sabemos claramente ubicar los grupos y sectores de la oposición, superando las dificultades económicas, así como las deficiencias y errores que ya conocemos, motivando y movilizando a nuestra base bolivariana, la contrarrevolución seguirá de derrota en derrota y los chavistas, de victoria en victoria.