La guerra de 4ta generación y el caso venezolano (II)

La ultraderecha en Venezuela, en su afán por derrocar a nuestro presidente constitucional, Nicolás Maduro Moros, garante de darle continuidad a las políticas de inclusión social, legado del comandante eterno de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, aplica la llamada Guerra de 4ta Generación, poniendo en práctica cada vez con más ahínco técnicas basadas en diversas formas de organización y estrategias producto de las nuevas tecnologías.

El uso de armas de fuego y la formación de ejércitos profesionales al servicio de los Estados en reemplazo de milicias junto a la movilización de grandes contingentes y el uso de maquinaria bélica, parece cosa del pasado, la guerra como la conocemos se ha elevado a un plano superior.

Las grandes batallas se esgrimen ahora en un nuevo espacio, con ataques permanentes hacia objetivos políticos y económicos bien definidos. Venezuela ha sido testigo de un proceso de desestabilización sicológica y mental de la ciudadanía generando una sensación de desorden, inestabilidad social y una confusión que impide que la verdad se conozca.

En los últimos tiempos, la disociada oposición ha venido aplicando tácticas de guerra tipo enjambre, caracterizada por el uso de unidades autónomas y dispersas dedicadas al ataque de un objetivo común, elementos interactuantes y acciones ofensivas que de ellos se derivan, que no tienen forma pero están coordinadas para golpear al mismo tiempo desde todas direcciones. Tienen un objetivo de asalto claro que es fracturar la unidad, voluntad de lucha, y la cohesión del enemigo.

Lo importante no es la conquista del territorio, lo importante es la conquista de la sociedad atacada. De este modo, la sociedad embestida se comporta como quiere y determina el enemigo de cuarta generación. El territorio y su conquista son accesorios, cuando el contrario tiene una minoría mayoritaria conviviendo dentro de la sociedad atacada, y pertenece a la cultura y creencias del atacante.

Hoy día se atacan las masas mediante la combinación de ideas, tecnología, acciones de guerra armada y el absoluto dominio de los medios de comunicación; TV, prensa escrita, radio, y muy particularmente de Internet (Twitter, Facebook, Instagram).

La revolución informacional está cambiando la forma en que la gente lucha a lo largo de todo el espectro del conflicto. Lo está haciendo fundamentalmente mediante la mejora de la potencia y capacidad de acción de pequeñas unidades. La tecnología importa sí, pero supeditada a la forma organizativa que se adopta o desarrolla. Hoy la forma emergente de organización es la red

En este mundo reticular, con una multiplicidad de agentes que actúan autónomamente, usando las redes para coordinarse, el conflicto es "multicanal", se da simultáneamente en muchos frentes, emergiendo del aparente caos un "orden espontáneo" (el enjambre) que resulta letal para los viejos elefantes organizativos.

Para vencer una estrategia de guerra en red, de conflicto simultáneo y auto-organizado en todos los frentes, sólo cabe reorganizarse reticularmente y mejorar la propia capacidad informacional: hacer enjambre defensivo. Por eso es un error dramático aumentar la centralización y el control de los individuos: la única consecuencia real es debilitar la propia capacidad para formar redes espontáneas en el bando propio sin mermar las del contrario.



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Hector Herrera Jiménez


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