La curvatura del voto

Buscando la cuadratura del círculo, me consigo por error la curvatura del voto zuliano.

Aquí, los politólogos y expertos en campaña tiran la toalla ante las veleidades del estado con más votantes en el país. Partidos y candidatos, cada quien a su manera, persiguen a los dos millones 246 mil 152 electores para que brinden su apoyo a su proyecto de país o sucumban ante la sinvergüenzura usual de canjear pulsaciones en la máquina de votación por neveras, becas o cualquier otra prebenda.

El voto zuliano en ocasiones repite aquella definición de Santayana de fanático: aquél que redobla su esfuerzo cuando ya ha olvidado su propósito. La lógica indica que si usted apoya determinada visión de país, su voto debería ir en apoyo de quien promueve dicho proyecto. Pero es aquí donde el voto zuliano se hace curvo y esquiva toda lógica.

Ejemplos sobran: el trabajador que labora para el gobierno nacional, que dice apoyar la gestión del presidente candidato, pero que se “autosuicida” por intereses personales, familiares o políticos y a la hora del pulgar mete el dedo donde no es. O el hombre o mujer que, sumido en la pobreza, escoge la opción de aliviarla por unos días en lugar de erradicarla por siempre.

Ya el presidente Chávez puso el dedo en la llaga sobre el curvo sufragio de estas tierras, cuando se preguntó como podía ganar en el Zulia con 10 o 15 % de ventaja, para que luego el candidato que la revolución coloque en la mesa pierda por similar diferencia.

Y no se trata de copiar a los votantes del antichavismo, que no dudan en elegir ciegamente al candidato que mas insulte al presidente, así su gestión sea la peor: la basura que inunda mi casa o el hueco que se traga mi carro son culpa de Chávez, nunca de Eveling o de Pablo. Votar para que Chávez se vaya y, en el intermedio, sufrir y hacer sufrir a los demás. Así, dos o tres parroquias de Maracaibo, con su vocación de kamikazes, deciden por todo el Zulia.

En todo caso, ya de este lado, no podemos remedar al marino que en el día hace todo su esfuerzo por mantener el barco a flote, y en la noche se ocupa de hacerle pequeños boquetes al casco, una disociación sicótico-electoral que no la cura ni el fulano Dr. House de la serie gringa. Y a los “chavistas” con Pablo Pérez, el 7 de octubre no busquen el centro de votación, sino un manicomio, para que junto a María Antonia se les cure la manía.

Periodista y docente universitario

Boscan2007@gmail.com

@raboscandanga



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Rafael Boscán Arrieta

Periodista y Docente universitario

 boscan2007@gmail.com      @raboscandanga

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