Derecha feliz

Por fin vimos sonreír a María Machado. La alegría de quienes insisten en resucitar al TOCOCHA no tiene límites. Organizaron unos comicios primarios para decidir no sólo quién sería el contendor del Presidente, sino también para elegir a quienes optarían por gobernaciones y alcaldías. Fueron unas elecciones, que como debe ser en un país democrático como el nuestro, contaron con todo el apoyo técnico del CNE, un poder autónomo que hasta aceptó las normas elaboradas por los organizadores del evento. Quedó claro entonces que el CNE procesaría la data recogida y entregada por los interesados, a partir de las 7.691 mesas puestas a la orden de la oposición, y que el ente comicial haría la totalización a ser divulgada por los patrocinantes.

Es evidente que se trató de un proceso en familia, en el cual si bien se optaba por un número limitado de plazas, no había testigos de mesa con posiciones contrarias, porque la razón de fondo era y es, salir de Chávez. Además, ya los cinco precandidatos a la presidencia habían acordado un programa a ser cumplido por cualquiera de ellos que lograra la mayoría de los votos. Pura buena fe y camaradería pues, porque entre gente decente parece que sobran las máquinas captahuellas y la tinta indeleble, y que hasta pueden destruir cualquier evidencia en resguardo de los inocentes que los apoyan, o que permita cuestionar la cifra real de asistencia a las mesas.

Sin embargo, la “limpieza” de un acto con participación de “tres millones de personas”, en un proceso electoral que batió record de velocidad en la operación de los votantes ante las máquinas, y que sorprendió hasta a los mismos organizadores, según dijo emocionada la señora Albanes, quedó en entredicho cuando poco después del escrutinio, varios de los precandidatos manifestaron su inconformidad con los resultados. Tal es el caso de Antonio Ecarri y William Ojeda en Caracas, Rómulo Herrera en Los Teques y de Rafael Velazquez en Yaracuy.

El problema es que ya no hay cuadernos para el reconteo y por lo tanto los recién nombrados o cualquier otro “quejoso” como los llama el neo-lechuguino Ramos Allup, se quedaron con los crespos hechos. Pero, si se engañan entre ellos mismos, ¿qué podrá esperar el resto de los 18 millones de venezolanos que conforman el padrón, y que no acudió al llamado de la derecha, a pesar de la decisiva cobertura y presión de los medios de comunicación privados?

En el contexto del proceso de cambios que lidera el Presidente, pareciera que el resultado mejora el panorama de la campaña, porque permitirá una mayor confrontación ideológica entre clases, en relación a lo que habría sucedido si el candidato de la derecha fuese Pablo Pérez, un adeco de extracción popular que podría confundir al menos al sector menos alerta del chavismo, calificado como “Light”.

Con Capriles las cosas son más claras. Él, junto con sus más cercanos colaboradores, es digno representante del empresariado rancio, de la estirpe de aquellos bautizados como “Los Amos del Valle” por Herrera Luque, o como “Los Doce Apóstoles”, en un texto que le costó prisión y exilio a Pedro Duno, por los años setenta, en tiempos de la democracia representativa de CAP, Gumersindo Rodríguez y del ahora reconstruido Diego Arria.

Así que por más que edulcoren el discurso, sus intereses no cuadran con el de las Misiones Sociales, ni con la ayuda cubana en Barrio Adentro, ni con eso de darle real a viejitos que ni siquiera cotizaron para el SSO, ni con las listas mensuales de nuevos pensionados, ni con la protección de los trabajadores residenciales o antiguos conserjes, y mucho menos con el ajuste sistemático de las pensiones según las mejoras del salario mínimo. Tampoco creo que el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles, ni el cine nacional, puedan seguir contando con el enorme impulso que han recibido durante la gestión bolivariana.

Para ellos pobre es pobre y debe saber ocupar su puesto. En consecuencia, los terratenientes recuperarán sus latifundios, regresarán los “meritócratas” a PDVSA, se romperán los vínculos con la OPEP para volver a abrir el chorro de petróleo y bajar el precio del barril y se privatizará nuestra industria petrolera. Se cerrarán todas las universidades creadas por esta “dictadura castro-comunista” empeñada en culturizar al pueblo, y obviamente se reanudará la tutela de la embajada norteamericana en la conducción del país. Tampoco se continuará la construcción masiva de viviendas de bajo costo, y MERCAL y PDVAL se convertirán en sendas empresas privadas, como demanda el dogma capitalista. Del proyecto ferrocarrilero ni hablar, su concreción sería un duro golpe a quienes controlan el transporte de personas y alimentos, cosa que no conviene a la visión neoliberal del capitalismo periférico.

Verdaderamente, la soberbia de la derecha la enceguece tanto, que aún cree que después de 13 años, durante los cuales se abolió el analfabetismo y se abrieron los ojos al pueblo, la gente que ha sido beneficiada por el actual gobierno, que es la inmensa mayoría de los venezolanos, se quedará con los brazos cruzados.

Mientras tanto, no vale la pena aguar la alegría del “trabuco”. Esperemos para ver cuánto tiempo durará la unidad y cuánto el respeto al CNE. Por lo pronto, las fotos con Barboza, Ramos Allup, María Machado, Leopoldo López e Ismael García, todos en primera fila celebrando sus “tres millones” de votos, son conmovedoras. Faltó alguien de Bandera Roja para cerrar el círculo desde los extremos.

Pero sí conviene resaltar por sucia y oportunista, la actuación de la derecha y de su principal medio escrito, en relación con la lamentable muerte accidental en Maracay, de un señor de 42 años, deportista y estudiante de una aldea universitaria. En ese momento se les olvidó el sistemático descrédito que hacen los medios de la UBV y de sus cursantes, y de inmediato calificaron al occiso como el mártir que desde hace años busca la oposición carroñera. Con el perdón de los zamuros.

charifo1@yahoo.es


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Douglas Marín


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