En la Asamblea Nacional más fue la bulla que la cabuya

Buenos días señoras y señores asambleistas que, yo: Fernando Soto Rojas, por ser el que más ha vivido de todos los presentes, asumo la responsabilidad de abrir el debate, mientras se nombra la nueva junta que la presidirá -desde hoy hasta el 2012- y, sin más que decir cedo la palabra a la compañera Cilia Flores sin límite de tiempo y el que quiera echar un camaroncito que lo haga, eso sí: sin roncar, hasta que ella se canse y nos canse –bueno sí, que yo sí y por lo tanto sí, afirmó Cilia, que los que están hoy acá presentes de la oposición son las mismas caritas del 99, no se me escondan que yo los conozco y sí aquélla vez se portaron bien no vengan hoy a desafinar este concierto de buena vecindad en este recinto, nunca jamás visto y que el mundo entero está pendiente de ustedes por ser mayoría y de otras cosas más que no se pueden decir en público y menos hoy, pero eso no es motivo para no recordarles que acá se vota con las manos levantadas que es la señal de costumbre con la cual se aprueban lo que se tenga que aprobar o desaprobar, ah, y también debo decirles que amaos los unos con los otros, no importa que nos pongamos bravos y nos saquemos los trapitos sucios, pero como nosotros trabajamos para el pueblo, la sangre no llegará al Río Guaire y hagámoslo bien que para eso nos pagan y, por último acepten sin chistar que el presidente y los dos vicepresidentes nos pertenecen a nosotros como minorías y ustedes como mayoría tienen que aceptarlo, ¡duélale a quien le duela!

Aplausos, muchos aplausos, demasiados aplausos lo que llevó al director de debates, pedir la atención debida al momento histórico, porque los que más aplaudían eran los escuálidos bien sonreídos y escuálido cuando ríe es peligroso.

-Tiene la palabra Alfonzo Marquina –aclaró Soto Rojas, pero por favor, señor Marquina no se extralimite que aquí todos quieren hablar y hay mucha materia que tratar y además se acerca la hora del almuerzo -le recordó quien después sería el presidente de la Asamblea. –Okey, señor director de debates -¿puedo hablar? – preguntó, Marquina. –Sí, hable. –Yo solamente lo que quiero aclarar, es, que acá estamos incompletos, nos han quitado a uno de los nuestros, quizás el más importante de nosotros y uno de los más votados de todos los presentes y ése es el segundo genio que ha parido el Zulia después de nuestro líder Manuel Rosales y me refiero sin escatimar esfuerzo alguno a Mazuco, señor Soto Rojas, -yo quiero a Mazuco con el alma y lo quiero ya aquí, o, sino se está violando la Constitución por una juez y, si usted no saca a Mazuco de donde lo tienen como sacó a David Nieves el de la Liga Socialista en su debido tiempo, entonces, no merece estar allí si no actúa y, si a Mazuco no lo traen hoy, le vamos a tirar la primera huelga de hambre en el Parlamento y que conste por secretaría que Mazuco será nuestro primer vicepresidente en vez de Aristóbulo que está cansado y viejo y además es feo, en cambio Mazuco es, un mozetón buenmozo y sin pena alguna Marquina reventó en llanto mocoso, por lo que María Corina Machado tuvo que auxiliarlo diciendo: –cállate mi papito que tengo que hacer y velar por ustedes hasta más no poder y, Marquina: que yo quiero a Mazuco, ¿Mazuco dónde estás que no te veo?

En eso tomó la palabra y el micrófono también, Eduardo Gómez Sigala, y sin respirar viendo a Cilia hablo: -lo que se ve acá es incoherente no se ve en otro país que le quiten a uno como oposición a sus diputados y eso ocurre sólo en los gobiernos comunistas como éste que le roban a uno como terrateniente dos hectáreas de tierra, para dárselos a los pobres para que jueguen bolas criollas, pues, por eso, sin confrontación alguna yo respaldo a Marquina y levanto mi voz de protesta por Mazuco que como ése no hay dos y su foto debería estar donde no está.-¿y quién demonio es Mazuco? Preguntó un diputado medio dormido y, en respuesta oyó, -Mazuco es José Sánchez el terror de los chavistas en el Zulia y entonces sin dolor de ninguna clase se perdió la concentración y la Asamblea explotó de emoción que el que no lloraba reía y el que no reía lloraba a favor de Mazuco y, Marquina repetía con tristeza sólida el Zulia sin Mazuco no vale un cobre.

Y nosotros sin querer también lloramos de rabia, pero no por Mazuco, sino por lo pobre del debate de los escuálidos en este primer encuentro en la Asamblea Nacional después de tanta alharaca para llegar a ella.


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Esteban Rojas


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