En los últimos días vi una pregunta etérea, lanzada al azar en la ciberautopista donde colisionan sin reparo mensajes, agresiones y sinrazones. Pero me llamó la atención. Decía, sin ser literal, algo así: “Con todo respeto quiero preguntarle a mis amigos chavistas por qué siguen apoyando al presidente”. Inmediatamente respondí, metódico y convencido, las primeras líneas que me lastaron a la cabeza y al corazón. Sin embargo, mucho de lo que dije me siguió dando vueltas. Sobre todo porque esta batalla apenas comienza y pareciese que no nos damos cuenta.
Veamos algunas cosas. La campaña de la oposición -no digamos ya la coyuntural de este 26 de septiembre, sino la que metódicamente desarrolla desde que se dieron cuenta de la seriedad del proyecto revolucionario- intenta hacer mella en la cualidad moral de la revolución magnificando las dificultades propias de la gestión gubernamental. Es verdad, son muchos los problemas con las que combatimos día a día: delincuencia, inflación, lagunas en la gestión gubernamental. Pero todo eso que se cierne sobre nosotros, no tiene otra salida más allá que profundizar el proceso revolucionario. Pensemos por un momento. ¿De dónde provienen todas estas contradicciones? Inseguridad, ¿no será acaso producto de la brecha social entre los pocos que tienen y los muchos que necesitan, aderezado además por la máquina publicitaria del consumo que nos presenta el ser asociado al tener? Alto costo de la vida ¿no tendrá acaso que ver con el sistema de producción injusto donde aquellos que ostentan el capital se encargan de reproducirlo a costa del trabajo de los demás? Incapacidad del Estado ¿es que acaso no se heredó la superestructura liberal que habían logrado llevar a la reducción de toda su capacidad operativa, sin mencionar la profunda desvalorización del imaginario del trabajador público?
Ellos se ríen, se burlan y minimizan esta realidad porque no entienden la trascendencia y la complejidad del cambio. Se quedan en el momento, en el instante, y no valoran el proceso y las condiciones sobre las cuales trabaja la revolución. Dicen que tenemos 10 años. Pues ese no es tiempo suficiente. Una generación no podrá llevar a cabo el profundo cambio cultural, de mentalidad, que necesita el pueblo para emanciparse y tomar las riendas de su propio destino. No se trata de soluciones prefabricadas, de recetas que lleven la paz y la felicidad a toda la tierra. Se trata de una lucha. De ella formamos parte todos y cada uno de los venezolanos. El cambio nos pertenece, pero debemos pelear por él. Como decía Jorge Rodríguez, el mártir del pueblo que murió a manos de los esbirros: El socialismo se conquista peleando.
Durante el paro petrolero que puso en jaque al país, que lo intentó llevar al borde de la locura y el caos, surgió desde lo más profundo de las entrañas del pueblo una poderosa consigna: “Con hambre y desempleo con Chávez me resteo!!!”. Esto no quería decir simplemente ponerse a las órdenes de Chávez como una condición inquebrantable e incuestionable. Era la manifestación de una idea. De la necesidad de construir un nuevo país, una nueva forma de relacionarnos, una nueva premisa en lo social, político y económico. Ese futuro lo tenemos al alcance. La única salida para los problemas del país está en la profundización de la revolución, en el fortalecimiento del poder popular, en la construcción del socialismo. La solución para el país no está en el mismo agujero de explotación capitalista que nos trajo hasta acá y que hoy defiende la casta opositora sin decirlo abiertamente. Eso es lo que tenemos que sopesar en cada una de las batallas que debemos librar, desde dentro del proceso revolucionario, desde dentro del país, y hacia el resto del mundo. Es por ello que hoy más que nunca estoy plenamente convencido la convicción inquebrantable del pueblo venezolano, la determinación absoluta de hacer valer la soberanía de esta tierra de valientes, pasa por acompañar una vez más la propuesta del presidente Chávez; la única persona que, desde el poder, no le tiembla el pulso para marcar el camino, con la misma fortaleza que emana de las entrañas mismas de la patria en reconstrucción.
¡Patria socialista o muerte
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