Uribe y la oposición venezolana… la misma miasma

No nos desfocalicemos, el conflicto con Colombia hay que valorarlo en su
justa dimensión y dar respuesta en cada uno de los escenarios para los
cuales fue montado.

No es Uribe el autor del plan, ese no pasa de ser un payaso que va en
retirada y un cipayo que sólo cumple órdenes. El verdadero enemigo es el
gobierno de los Estados Unidos quien diseñó el plan con un objetivo a
largo plazo y otro inmediato.

Sólo con la perfecta comprensión de esos objetivos; podremos generar las
respuestas adecuadas, desenmascarar a los farsantes y obtener una
victoria popular.

El objetivo a largo plazo de la novela colombiana se enmarca dentro de la
estrategia mediática de mostrar al gobierno bolivariano como un gobierno
forajido, vinculado a lo que han dado por definir como el
narcoterrorismo. En esto han venido avanzando peligrosamente, aunque se
han vistos obligado a cambiar de estrategia.

El éxito del gobierno venezolano en su lucha contra el narcotráfico, la
he hecho merecedor del reconocimiento de la propia ONU, desmeritando, con
ello, las constantes declaraciones de voceros gringos sobra la poca
colaboración de Venezuela y su desprestigiada descertificación anual
antidrogas.

Por ello concentran sus esfuerzos en acusar a Venezuela de protectora de
la guerrilla, al mismo tiempo que acusan a esta de narcotraficantes. Con
esta estrategia, Chávez y el gobierno venezolano resultan acusados
directamente de protectores de terroristas e indirectamente de vinculados
al narcotráfico; lo que a su entender abona el terreno para un desenlace
similar a aquel con el cual sacaron de circulación a Noriega en Panamá.

La respuesta venezolana contra esta parte del plan, debe también ser
concebida a corto y mediano-largo plazo. Por lo pronto, debe considerarse
el rechazo que en buena parte de Latinoamérica tuvo la actitud de Uribe,
para redoblar la ofensiva diplomática destinada a desenmascararlo.
De igual manera, debe mantenerse abierta la posibilidad del cese de las
relaciones comerciales y el cierre de la frontera, a efecto de generar
presión interna contra la mafia de Uribe.

Por último una sobredosis de calma para no caer en las provocaciones y la
trampa del colombianito con alma y sueños de gringo, es imprescindible.
A más largo plazo, debe seguirse trabajando en el fortalecimiento de la
lucha antidrogas; la denuncia internacional constante de los planes del
imperio y sus cipayos colombianos; el fortalecimiento de las relaciones
con el resto de Latinoamérica y la creación de una especie de OEA sin
Estados Unidos y Canadá.

El segundo objetivo del plan gringo es posibilitar el triunfo de la
oposición venezolana, en las próximas elecciones parlamentarias, a través
de la generación de un descontento popular y la tan añorada
desestabilización en la que trabajan desde hace once años. Sueñan con una
reducción del caudal de votos revolucionarios en beneficios de los mismos
que una vez pusieron el país y sus riquezas a su disposición.

No hay la más mínima duda de que los líderes de la oposición (si a eso se
puede llamar líderes) forman parte de ese plan. De hecho, ellos aspiran a
ser los grandes beneficiarios del conflicto. De allí nuestro llamado a no
“perder el foco”.

Necesario es desmontar en lo interno la acusación de Uribe, dejando en
claro que no porque a un inmoral como a él se le ocurra pedir que nos
intervengan organismos internacionales, debemos aceptarlo. Al mismo
tiempo, y a nivel mediático, debe mostrarse la inmensa coincidencia que
existe en la propuesta irrespetuosa e intervencionista de Uribe y lo
expuesto por una oposición venezolana que en su locura atenta contra la
dignidad de la patria y coincide en todos con aquellos que osan agredirla
y ofenderla.

arellanoa@pdvsa.com
Julio 2010


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Alexis Arellano


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