La crisis política del mundo moderno se debe a la falta de gobierno y a la existencia de un modelo de gobierno ineficaz e inútil. Cuantas veces nos emocionamos en la cuarta república con el presidente que ganaba. Mi memoria me lleva a los años 73 cuando “el pueblo” volvía al poder con Calos Andrés Pérez, luego el 78 cuando por fin íbamos a encontrar los reales con Luis Herrera Campins y lo único que mejoró fue la venta de torontos en Venezuela; llegó el 83 cuando luego de un desastroso gobierno y la devaluación nos esperanzábamos en un presidente que nos resultó borracho y adúltero: Jaime Lusinchi, o Bochinche. Después en el 88 soñamos que con el retorno del Gocho CAP Venezuela volvería a los 70 cuando la “nacionalización” petrolera y la abundancia de billete por todos lados nos permitía el “ta’ barato dame dos”, bueno, aquello nos resultó en un “tá carísimo, otro día será”. Al fin llegamos al 94 cuando ya convencidos del problema de la partidocracia y habiendo olvidado los pecados pasados del Viejito nos ilusionábamos con 100.000 casitas por año y un presidente independiente de los partidos. Ese gobierno fracasó cuando usando gente como el “izquierdista” y “frustrado candidato presidencial” Teodoro llegó a liderizar lo que el Viejito ya no podía: la privatización de Venezuela. No se me olvida que ese seudo-izquierdista me quitó mi régimen de prestaciones sociales diciendo puras mentiras y con la complicidad de una CTV de sindicalistas ladrones, como ha sido casi toda su historia.
En fin, 25 años perdidos! Qué frustración tan inmensa! Ya yo casi me integraba al creciente grupo de venezolanos que cada vez se unían a la abstención y al absoluto desprecio de la política. Esta es la experiencia que se repite en muchos lugares del mundo donde la democracia oligárquica del estilo gringo se ha impuesto a la fuerza y con el cuentico terrorista de cuidarnos del coco (el socialismo y su democracia popular). El problema es que la democracia oligárquica nos lleva a esa historia de 25 años, y más, que he relatado y que finalmente nos deja frustración, desencanto, rabia e incredulidad. Lo peor es que para que no nos venga el Coco entonces nos refugiamos en aquel refrán de “más vale mal conocido que bueno por conocer”, y con ello nos calamos los inútiles gobiernos que han existido en la historia de esta democracia gringa y oligárquica en muchos lugares del mundo, incluída nuestra pasada cuarta república. Y es que es frustrante tener gobiernos que no hacen nada y simplemente ir extendiendo la esperanza de que llegue uno antes de que uno se muera. Ese es el status quo o el viejo-nuevo orden mundial.
Recuerdo que para principios de 1998 yo no tenía mucho interés ni en Chávez ni en votar en aquellas elecciones. Me alegraba por su acto heróico del 92 pero no lo percibía ideal para la presidencia. Me equivoqué. Fue a mediados del 98 cuando el discurso de Chávez comenzó a llamar mi atención, y fue ya en los meses de septiembre-octubre cuando ya era perceptible su triunfo electoral, especialmente cuando el buen olfato de Cisneros le abrió cancha en su canal.
En este continente nuestro, Venezuela es el único país que tiene gobierno. Al decir aquello quiero significar un Gobernante capaz de dar respuestas a las necesidades y realidades de la nación. Aunque tenemos otros presidentes tratando de lograr esa realidad y logrando avances en el tema, Venezuela es única. Indudablemente para muchos el ejercer el gobierno es sinónimo de dictadura, y lo tal es así porque nos acostumbraron a “gobernar negociando”: Negociando con el partido, con los empresarios, con el cuarto poder, con los sindicaleros, con USA, y quien sabe con quién más. Todos intereses diversos menos patrióticos. Finalmente los gobernantes nada pueden cambiar y carácter no tienen para pagar el precio. Un verdadero gobierno no puede estar supeditado a intereses ajenos a la nación porque el resultado final es su ineficacia y la típica caída de popularidad. Los grupos anteriores son minoría en todas partes del mundo, y son los pueblos, la mayoría, la que sufre la ineficacia de tantos malos y inútiles gobiernos.
Pero algo más debemos agregar. La eficacia del gobierno venezolano también ha residido en la existencia de una asamblea o congreso aliado al gobierno. Significo con ello una asamblea con el mismo sentir y visión del país que se necesita. Este es otro punto crítico a nivel mundial. Los famosos congresistas (senadores, diputados, representantes, etc.) son usualmente más un estorbo que una ayuda en casi todos los paises. Cierto que deben ayudar al equilibrio de poder, el problema es cuando “el gobernar negociando” abandona el poder ejecutivo y se centra en el poder legislativo. Otra vez: partidos, empresarios, cuarto poder (prensa), sindicaleros, USA, y otros, vienen y compran, presionan, amenazan, apoyan, etc, a los distinguidos legisladores del país para sabotear o estorbar la acción de gobierno. Esta es la carta que la oposición venezolana desea jugar en las próximas elecciones parlamentarias. Ellos saben que pueden sabotear y estorbar la acción del gobierno para disminuir la eficacia de respuesta a las necesidades de la nación, y así comenzar a disminuir la popularidad del gobierno y, al fin, salir de Chávez.
Bueno, si en la imaginación lograsen controlar la Asamblea, lo cual no cabe totalmente en la realidad, ellos tendrían un gran problema aún: un presidente que no se moja en los pantalones como ellos. Las capacidades gerenciales, administrativas, organizativas, estratégicas, etc. de Chávez son IMPOSIBLES de encontrar en la mediocre clase política opositora venezolana. Además, la capacidad que tiene Chávez de trabajar 20 horas y dormir 4 no las tiene el ser humano promedio para la función presidencial, y menos los políticos venezolanos. Nuestros políticos tradicionales, en Venezuela y latinoamérica, duermen 8 horas, van a restauranes para reuniones de corrupción por 3 horas, se emborrachan por 3 horas más, van de compras por 2 horas (sastre, joyero, perfumería, peluquería, armas, carros, etc), echan carro por 3 horas más con colegas, secretarias, amigos, la prensa, la radio, la televisión, etc., y terminan trabajando y sesionando 5 horas al día. Imagínense a un tipo de estos en la presidencia de la república, mejor dicho, recuerden a Lusinchi, Carlos Andrés, Luis Herrera, Caldera, y al frustrado Teodoro. Nadie le aguanta la mecha de trabajo a Chávez, ni los ministros! ¿Con ese animalón es que piensan combatir los oposicionistas?
Venezolanos, lo que no logremos hacer bajo el gobierno de Chávez será imposible en cualquier otro futuro gobierno, es por eso que si tengo que votar por Chávez hasta el 2031, YO LO HARÉ! Quizá para entonces tendrá que dormir 9 horas pero trabajará 15, lo que sigue siendo mucha ventaja ante las 5 horas de los políticos tradicionales. Su carácter seguirá siendo garantía de progreso, y ya entonces veremos si el PSUV será otra versión de AD, COPEI, MAS, ETC o será el liderazgo de una verdadera y progresista Venezuela bolivariana.
Que Dios nos ayude y siga teniendo misericordia de Venezuela!
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