Lamentable actuación del sistema nacional de medios públicos en la rueda de prensa del perro Ravell

La forma como te echaron fue antológica, Federico Alberto. Tú pedías tiempo para irte, quedarte unos días más, querías un pequeño respiro para recoger tus bártulos; no podía ser que aquello fuera tan brusco, tan cruel, tan intolerante e “irreconciliable”. Tú mismo dices que casi te da un infarto. Que no podías entender qué pasaba, y que Mezerhane te dijo que estaba recibiendo presiones de Alí Rodríguez y Nelson Merentes y que por eso tenías que irte. Pero tú les dabas el beneficio de la duda, es decir tú no estabas seguro de que eso fuese cierto, no obstante en esa manada de insulsos periodistas no hubo uno solo que te preguntara, qué entonces realmente pudo haber pasado en el caso de que tal hecho no hubiese sido cierto. Es decir, descartando la supuesta presión de Alí Rodríguez y Nelson Merentes, por qué entonces te echaban. Porque es evidente de que te agarraste por los pelos de esa, la coartada que armaste durante toda una semana para tratar de salir airoso de la patada que te habían dado. Y hay que tener en cuenta que Mario Silva lo había señalado con pelos y señales: que el fascista Ravell iba a tratar de echarle todo su peo al presidente Chávez. Realmente en esa rueda de prensa hacía mucha falta Mario Silva.

Insisto, cómo fue que no hubo un solo periodista de los nuestros que no se diera cuenta de esa tronera infernal por la que Alberto Federico entonces hubiese tenido que decir algo de la verdadera razón por la que lo echaron a patadas. Increíble.

Qué lamentable fue allí la actuación de casi todos los periodistas que participaron de nuestro sistema nacional de medios públicos. El tipo con toda su costra llega y dice que él en Globovisión jamás llegó a conspirar contra el gobierno y nadie del sistema nacional de medios públicos le pregunta por qué carajo entonces él se encontraba en Miraflores del 12 de abril de 2002. Por qué carajo se encadenó con los otros canales durante el feroz petrolero de casi tres meses. Por qué carajo hizo un montaje con la masacre de Altamira en el que hicieron aparecer a Freddy Bernal a lado de Joao Gouveia. ¿Por qué carajo tenía él que salir a defender a ultranza a Nelson Mezerhane en el espantoso crimen contra el fiscal Danilo Anderson, al cual Globovisión le dedicó más de tres mil horas de su programación? ¿Por qué allí nadie tuvo las bolas para decirle que fue Globovisión quien comprando policías se hizo con el expediente del caso y manipulo al propio testigo estrella Giovanni Vásquez? ¡Coño, Danilo, cómo te han olvidado!

Te lanzaste pues Alberto Federico de frente contra Mezerhane, y has cazado otra pelea en la que te pulverizarán. Se ve que preparaste tu coartada durante toda una semana, ir contra dos ministros de gobierno y tratar de zafarte de la realidad, lo verdadero, de que te habían echado como a un perro. ¡Tus amigos del alma, te echaron como a un perro!, esos por los que tú te arrastraste defendiéndolos (Zuloaga y Mezerhane) con delirio y locura, decidido como estabas, ir hasta el mismo Diablo y buscar al mismísimo Mandiga, esos, digo, en el último momento te mandaron a comer mierda.

Así son ellos, Federico Alberto, así eres tú.

Tú, le imploraste que por favor que te permitieran quedarte hasta después de carnaval, y Guillermo Zuloaga, tu amado padre y maestro, ese con quien compartiste tantos dolores durante quince años, ese por quien te las jugaste todas, te paró en seco y te dijo: “NO, HASTA HOY ESTÁS AQUÍ, Y QUIERO QUE TE VAYAS YA”. Y con el rabo entre las piernas, con los ojos aguados, con la mirada en el limbo, con la garganta seca, con sudores fríos, con temblor en las piernas…, tomaste un poco de tu propia medicina, y caíste en la cuenta del mundo en que has vivido siempre. Esos, los hombres a los que tú amas, poniéndote la pistola en el pecho, y dijiste como padre CAP, “habría preferido otra muerte”.

Y no te quedó más que solicitar una carta donde constara que te tenías que ir en ese mismo instante.

Una carta que te la dieron porque a fin de cuentas es un documento no vale nada. Y aquella herida mortal, feroz, incruenta, no te la infería el gobierno. No, Federico Alberto. No. Algo así nunca te lo habría hecho el gobierno y tú lo sabes, Federico Alberto. Te lo hizo tu propia gente, la gente de la clase a la que tú perteneces, pero por tu infinita cobardía, por tu triste condición de accionista minoritario, tuviste que recibir ese palo cochinero que ahora tratas de edulcorar diciendo que fue por presiones que salieron de dos ministros del gobierno.

Esa es la gente con la que vives rodeado, esa es la gente con la que te formaste y diste un golpe de Estado, con la que organizaste paramilitares y los metiste junto Robert Alonso en la finca Daktari. Esa es la gente que tú también adiestraste en Globovisión y que ahora te sacan el culo y los ojos. Como el mismo Matacuras, que sus razones tendrá para sólo haberte mencionado de refilón el miércoles cuando reinició su programa.

Todo en esa planta es hipocresía, cinismo y maldición, pero están en lo suyo. Es tu propia sangre, Ravell. Y en el fondo ya todos están felices de que te hayas ido. El turquito y Gustavo Cisneros tampoco te perdonarán todo lo que dijiste de ellos. Y esa salida tuya de que tienes una sorpresa con un medio de comunicación nuevo es pura ridiculez, para tratar de asustar a unos cuantos pendejos, porque todo el mundo sabe que careces de suficientes recursos para ello. Eso es lo que se dice, pataletas de ahogado. Definitivamente eres un cero a la izquierda, y pronto caerás en la cuenta de que todo tu poder estaba en unas cámaras, que ahora ya no tienes. Eres un ser totalmente desamparado y desnudo. Eso sí, tienes unos cuantos videos espeluznantes, pero nunca tendrás bolas ni condiciones morales para mostrarlos: son esos tus desafíos ridículos los estertores de tus últimos chantajes a los te dieron un puntapié por el trasero.

Y comenzará inevitablemente una razzia en Globovisión; algunos se arrastraran hasta lo indecible para demostrar que ya no quieren nada contigo. Lo que menos importa hoy en Globovisión eres tú, Federico Alberto, y ya lo debes saber. Comenzarán a salir graneadamente las víboras que arden de locura, no porque te quieran sino porque ya están locas de bola en el desconcierto total por la hiel que llevan dentro. No les queda otra salida.

Casi reventaste en lágrimas cuando te dijeron que el Matacuras sólo te mencionó de refilón. Se percibieron en tus ojos minúsculos y cagones el ramalazo del dolor, los párpados temblorosos, la voz entrecortada, “coño, tú también Matacuras…”

Hoy el Matacuras es uno de los más felices con tu partida. Cuando todo el mundo pensaba que el Matacuras no volvería al programa allí estaba el miércoles a las 5 al pie del cañón, feliz como nunca, y te salió eso: “Como estamos hablando claro y sin pelos en la lengua, yo también me sentí un poco raro cuando él ayer la mención que hizo de mí fue muy rasante, pero como yo confío en su sabiduría, en su olfato político, en su integridad y como siempre confié en los consejos que me dio y que voy a seguir recibiendo… yo tendré que pensar que el que tenía la razón de haberlo hecho como lo hizo fue él… y no sentirme yo como triste”.

Todo un sainete, en fin.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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