Humorístico pánico de Estocolmo: “Te amamos, seguirás siendo nuestro jefe, pero… chao”

Aquel mar de locos y de locas, empolladas por él, los que participaron “valientemente” en el golpe; los que armaron los laboratorios para la masacre de Altamira y las bombas en las sedes diplomáticas de España y Colombia... Los de tantos y tantos crímenes en nombre de la libertad de prensa, ¡cómo podrían desentenderse de su padre!, ¡de su agudo ductor en las terribles adversidades de estremecedoras jornadas sangrientas y de dolor!

¡Cómo olvidar aquel que salía a dar la cara cada vez que las turbas de los “círculos asesinos” atentaban contra su canal! ¡Cómo olvidar al que en las marchas de los “estudiantes” se colocaba una franela con el nombre del violador  Nixon Moreno!

Valiente, inconmovible guerrero, único, especial, mágico, maestro, amigo leal, cercano a nosotros, hombre incondicional, dispuesto a dar todo por la felicidad de su gente,… qué pena, pero… chao.

Tú Alberto, el ser más honesto,… el de las albertiadas, ¡cómo vivir sin ti!, ¡cómo cargar este dolor inmenso!, ¡sin tu luz!, ¡sin tu nobleza!, ¡sin tu coraje!, ¡sin tu ternura y fuerza, y tu sobrada paz interior!, cómo, cómo, cómo…

El drama supremo de un manicomio que ahora no sabe qué hacer con sus pacientes cuando se les va el terapista, el doctor Phill de la resistencia democrática, de la sociedad civil: ¡Oh!, jefe de agallas tan renuentes, de puertas abiertas, hermano, tío, abuelo protector, a veces implacablemente dulce, a veces cruelmente amable, a veces ingenuamente callado, en extremo exigentemente paciente, a veces apasionadamente brillante; con un altísimo nivel de responsabilidad, de compromiso, de mística y mucho deseo de luchar por nuestra libertad, ¿por qué, por qué Federico te vas y nos dejas?.

Tú, Alberto el grande, pero… chao. Tú, Alberto Ravell con vuelo de águila, con puntería de cazador (como tu ex hermano Guillermo), alma de guerrero (como tu ex hermano Nelson), corazón bondadoso (como tu ex hermano Gustavo).

Por la palabra amiga, el respaldo inquebrantable, el abrazo fraternal y la lucha sin descanso: siempre serás nuestro jefe, pero… chao.

Con este “hasta luego” y no “por ahora” como dijo el malvado; tú, Alberto Federico Ravell,… a los trabajadores nos queda ahora el compromiso de mantener el profesionalismo en la pantalla de Globovisión, dando la cara por quienes desde sus casas confían en nuestra palabra, porque estamos seguros de que no volverás. Sabemos que la información tiene y ha tenido un alto costo a quienes la damos y eso nos hace más responsables, y nos cuesta saber cómo fue que te fueron, cómo es que nosotros no nos vamos. Tendrás que entenderlo, doloroso pero incierto. Cumplir esta tarea sin ti, con el corazón, será la mejor manera de agradecerte todo lo que aprendimos de ti y demostrarle a nuestros televidentes, a ustedes, que seguimos comprometidos con el país, con nuestros valores y principios: la libertad y la democracia, pero no hay vuelta atrás, nos han mutilado. Nos han amputado el alma, querido jefe, amigo, padre para muchos, nada ha terminado, todo está comenzando, aunque chao... Te queremos aquí, sólo una palabra, perdónanos…. Quedamos ahora bajo la dirección del señor Guillermo Zuloaga, quien ha demostrado tener un gran compromiso con el canal y con el país, es decir tu ausencia ya tiene reemplazo. Y para ti querido Alberto, recibe este fuerte abrazo de todos nosotros. Chao, chao,.. Chao, chao,.. ¡chasco!


jsantroz@gmail.com


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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