¿Revolución de colores o golpe suave?

Lo que ha ocurrido en Venezuela en los últimos días no es casual, ni constituye una respuesta espontánea o emotiva de algún sector social descontento. El caso de RCTV es solo una excusa. Esas movilizaciones con una inusual composición social, la presencia fugaz del sicariato y la intervención de organismos internacionales en los problemas internos obedecen a un plan que en otros países se conoce como la “Revolución de Colores” y en Venezuela se ha presentado como una variante denominada “Golpe suave.”

La denominada “Revolución de Colores” es un plan concebido por el Gobierno Norteamericano, con el apoyo de sus aliados, para desestabilizar y derrocar Gobiernos que se convierten en obstáculos a sus pretensiones hegemónicas. Inicialmente estuvo dirigido a lograr el control absoluto de los gobiernos que conformaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URRSS-. Se forjó como la revuelta post-soviética. Se trata de una serie de acciones (continuas y encadenadas) que son ejecutadas por enemigos internos y foráneos con sustento económico desde EEUU. Apoyados en organizaciones como las ONGs con subsidio directo, periodistas mercenarios con tarifas dolarizadas, lideres religiosos subterráneos, supuestos “defensores de los Derechos Humanos” y los medios de comunicación social que funcionan como corporaciones financieras que luchan por imponer la “dictadura de la imagen única.”

La gama de la “Revolución de Colores” ha recorrido el mundo imponiendo su terror y convirtiendo a países en colonias del nuevo orden. En el año 2.003 provocaron la llamada “Revolución Rosa” en Georgia donde lograron imponer un gobierno a su servicio. En el año 2.004 desconocieron los resultados electorales en Ucrania, financiaron movilizaciones (con gente vestida color naranja en oposición al rojo soviético) hasta derrocar al gobierno legitimo con la llamada “Revolución Naranja” y establecieron un gobierno pro-Norteamérica dirigido por Víctor Yushenko. En el año 2.005 organizaron la “Revolución de los Tulipanes” en Kirgüistan y la “Revolución del Cedro” en El Líbano y ahora (en 2.007) enfilan sus baterías hacía América Latina donde comenzamos el año con una sospechosa gira del Presidente Bush.

Coincidencialmente, en todos estos procesos desestabilizadores aparece la presencia de la Fundación Soros, la USAID y la National Endowment for Democracy –NED-. Esta última muy recordada en Venezuela por su financiamiento a SUMATE, una ONG que funciona como apéndice del partido Primero Justicia con la orientación del Gobierno Norteamericano.

Si revisamos la dimensión ideológica o política de estos procesos desestabilizadores, nos vamos encontrar con un rechazo a los ideales igualitarios o cualquier sentido de justicia social, una abierta resistencia a la nacionalización de las grandes empresas porque son fervientes defensores de los nuevos modelos de Acumulación Internacional de Capital y la nefasta globalización económica sin sentido humano. Propician la movilización callejera con un matiz aparentemente pacifico aunque la utilizan como mecanismo para sembrar terror en la población, plantean abrir las puertas a una indiscriminada liberalización política y económica. Utilizan su poder económico para provocar una escasez artificial de los productos de primera necesidad. Poco les importa la Soberanía Nacional. Demandan la participación y la inversión de los EEUU como epicentro de la hegemonía económica mundial, no aceptan ninguna restricción al Mercado al que consideran el mayor ente regulador de la sociedad.

En el caso Venezolano han experimentado varios caminos para frenar la Revolución Bolivariana. Fracasaron con el Golpe de Estado del 11 de abril del 2.002. Fracasaron con el paro-sabotaje a la industria petrolera. Ahora han tomado el caso RCTV como una excusa para impulsar su plan desestabilizador. Se visten de luto, quizás con el ánimo de propiciar la “Revolución del Oscurantismo.” Utilizan a los estudiantes universitarios para darle un nuevo matiz a las movilizaciones mientras que la desgastada dirigencia política actúa tras bastidores como lo demuestra las conversaciones del dirigente adeco Alonso Marquina por un lado y por otro lado el joven empresario Carlos Granier relatando sus travesuras violentas a la madre. Es evidente la actuación de periodistas mercenarios que cobran jugosas tarifas a través de organizaciones de origen Norteamericano matizadas con la descarada intervención de algunos dirigentes religiosos que pretenden escudarse en la fe popular para darle impulso a sus desmesurados propósitos contra la mayoría de la población.

Al mismo tiempo se ha configurado un complot de orden internacional con la intervención de organizaciones ajenas a nuestra realidad y a los intereses de la Patria. La presencia de las mismas ONGs que han actuado en Georgia, Ucrania, Kirgüistan, El Libano, Bielorrusia e intentaron hacerlo en China donde fueron derrotados con anticipación.

La diferencia en el caso venezolano está en que buscaran la aplicación de algunos instrumentos legales que sirven para regular las relaciones internacionales como La Carta de las Américas y al mismo tiempo agotaran la intervención de organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos –OEA-. Todo con la intención de frenar el avance de la Revolución Bolivariana y la Integración Latinoamericana donde Venezuela mantiene un liderazgo indiscutible. Estos matices particulares de la estrategia desestabilizadora conocida como “Revolución de Colores” es lo que hemos denominado “Golpe Suave.”

Que nadie se llame a engaño. Esas movilizaciones estudiantiles no han sorprendido a nadie, ni son respuestas emotivas al caso RCTV. Son parte de una estrategia desestabilizadora bien articulada donde participan los enemigos de la Patria, internos y foráneos. La otra diferencia está en que no consideraron que el alto grado de conciencia alcanzado por el pueblo Venezolano le imprime un carácter irreversible al Proceso de Cambio y Transformación Social que sustenta la Revolución Bolivariana… Que nadie se llame a engaño, es necesario permanecer alerta y activar todos, absolutamente todos, los mecanismos de movilización popular…


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Darío Morandy


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