Inclusión o exterminio

La oposición hace desesperados esfuerzos por exacerbar cada vez más los ánimos en torno a la no renovación de la concesión a RCTV, para crear un escenario similar al del 11-04-02, y tratar de salir del gobierno de Chávez con medios violentos. Como está visto que por la vía democrática no tienen ninguna posibilidad de éxito, hacen dramáticos llamados a una insurrección militar que les haga el trabajo. Hay sin embargo grandes diferencias en cuanto a las fuerzas en pugna entre los años 2002 y 2007, porque los fracasos sucesivos de los opositores los han debilitado tanto, que ahora sus demostraciones se miden en metros de pancartas y no en miles de manifestantes. Eso no obstante no los hace menos peligrosos, habida cuenta del apoyo norteamericano y de la desesperación que muestra su liderazgo. En este momento lo más grave es que portavoces de ambos sectores se expresan alegremente, como si lo que estuviera en juego fuera una final del béisbol profesional, cuando de por medio está el riesgo de una confrontación de consecuencias incalculables.

Creo que poca gente mide el peso de sus palabras. Y pocos se han puesto a analizar, cómo el empleo permanente de epítetos ofensivos, denigrantes, que hieren moralmente al contrario, como por ejemplo “escuálidos”, “golpistas”, “hordas chavistas”, “monos” y “lumpen”, han radicalizado las posiciones de cada parte, haciendo que desaparezcan los contactos necesarios para la coexistencia. La experiencia de abril de 2002, muestra que la represión desenfrenada del fascismo en el poder fue tan avasallante y tan humillante, que en menos de 24 horas permitió abrir los ojos a quienes aún siendo de las clases populares, habían sido engañados por la TV privada y habían marchado en defensa de la oligarquía. El pueblo indignado se echó a la calle y reclamó sus derechos, contó con el respaldo decisivo de los militares progresistas y Chávez recuperó su posición, una vez más legitimada. La enseñanza es que nada enardece más a quien pierde un combate, que la burla del ganador, así el vencedor sea la parte mayoritaria del pueblo, como es el caso actual.

Es cierto que en Venezuela vivimos las consecuencias de omisiones gravísimas, tales como la inhibición de la justicia después del golpe de abril, la no aplicación de sanciones a los medios televisivos en su justo momento, la lenidad en el tratamiento de los promotores de guarimbas, e inclusive, fuera del ámbito político, la resaca de un dejar hacer que colinda con la complicidad. Y todo por el temor de que el gobierno pudiera ser visto adentro o afuera, como un régimen represivo. Poco hemos logrado al respecto, porque igual, esa es la imagen que venden las transnacionales de la información controladas por Estados Unidos y sus acólitos, y la situación no va a cambiar, porque nuestros intereses nacionales son contrarios a los suyos: Venezuela dejó de ser colonia gringa.

Por eso, sin que en ocho años haya habido un solo desaparecido o torturado, como era la práctica común de los gobiernos de la “democracia representativa”, Jorge Bayley en una “entrevista al dictador Chávez” donde emplea frases del presidente sacadas de contexto, divierte a su audiencia de derecha en un video que circula por Internet. El periodista luce tan patético que se autocalifica como uno de los enemigos más importantes de Chávez, como si éste tuviera tiempo para cazar lepidópteros.

Se entiende que las omisiones antes señaladas reflejan una debilidad institucional que poco a poco se ha venido superando, y por eso, ahora que la acción gubernamental se fortalece, que los logros macroeconómicos son innegables, que los venezolanos tradicionalmente olvidados disfrutan de un bienestar creciente, que se refuerza la formación ideológica y que la experiencia bolivariana se hace sentir en varios países del mundo, se impone adoptar una posición de hidalguía, de sobriedad, de respeto por el contrario pero sin bajar la guardia, manteniendo una actitud vigilante, y preparados para salir a la calle cuando sea necesario.

Hay que entender que no son pocos los golpes que ha recibido una oligarquía que antes ponía y quitaba ministros y jueces, y que hacía grandes negocios al amparo del estado. Hoy conviene demostrar que quienes fueron calificados por los ricos y nuevos ricos como “la chusma”, tienen mayor estatura moral y riqueza espiritual. No hagamos el juego a los guarimberos dirigidos desde Miami, que buscan sembrar más violencia, para justificar una intervención extranjera que les permita recuperar sus privilegios. Asimilemos el significado de las batallas ganadas actuando con inteligencia, con mesura, sin envanecimientos, porque aún queda mucho por hacer. Y cada vida cuenta.

charifo1@yahoo.es


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Douglas Marín


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