Tubazo roto

Cuando el “tubazo” anunciado por Globovisión “para mañana a las 7 p.m.” fue develado la víspera por Mario Silva, pensé que el supuesto “bombazo periodístico” sería cancelado o abortado. No se hizo así sino que, como el cazador cazado, se le entregó la “presa” a otros cazadores –Blyde, Arteaga y compañía- para que la presentaran como trofeo.

El periodismo de siempre enseña que los tubazos no se anuncian porque, de inmediato, dejan de serlo. El canal de la oposición olvidó la lección de la vieja y venerable escuela y se fue de boca. Los citados abogados de CAP y Carmona lo que recibieron entonces fue un fiambre, para seguir con el léxico periodístico. Peor todavía, una vez que el contenido del tubazo roto fue anunciado con pelos y señales en “La Hojilla”, quedó convertido en un refrito, algo que detesta todo reportero con algo de autoestima profesional.

Por un resto de prurito, el canal les entregó la magullada “primicia nacional” a dos abogados porque, si se la pasa a cualquier periodista, por despistado que sea, la desecha ipso facto. Los emocionados jurisconsultos, en cambio, en el acto montaron una espectacular puesta en escena con lo que, a esa hora, ya era un auténtico caliche.

Resultaba patética una rueda de prensa en la que todos los reporteros sabían, desde hace 24 horas, lo que Blyde y Arteaga iban a “informar”. Los dos abogados, sin embargo, hablaron entremezclando la adustez de sus rostros con la solemnidad de sus gestos, en una magistral combinación del lenguaje del Derecho Constitucional con el del Derecho de Nacer.

El bumerang del caliche petrolero no tardó en revertir su efecto político. Usar de nuevo PDVSA en días cercanos a diciembre nunca es recomendable. De inmediato el pueblo recordó, o peor, revivió los largos y duros días del sabotaje petrolero. Las interminables colas, día y noche, para echar gasolina. La suspensión del béisbol profesional y la navidad. El vía crucis en los barrios para conseguir una bombonita de gas. Los venezolanos que murieron por no llegar a tiempo al hospital por falta de combustible; o los que fallecieron porque les estalló la pimpina de gasolina en el carro o la casa, en fin.

A los incrédulos televidentes de la inaudita rueda de prensa, los solemnes rostros de Blyde y Arteaga, como en un surrealista juego de planos temporales, se les transmutaban en las caras azogadas de los dos Fernández y Ortega, cuando vociferaban sus partes de guerra de todas las tardes por aquellos días de la ira clasista, la disociación mediática y el odio meritocrático. Más irónico resultaba que el canal le entregara el video a un dirigente de Primero Justicia, un partido que nació subsidiado, de madre a hijo, por la vieja, exclusiva y excluyente PDVSA.

Todo eso recordó el pueblo venezolano frente al caliche televisado y, como ya parece costumbre, a la oposición le salió el tiro por la culata, precisamente en el último mes electoral. Antes de tragarse la pantalla los rostros de los abogados del refrito, un colega murmuró que ese video parecía obra de los enemigos del pobre Rosales. Pues no, aunque no lo crean, fue obra de su propio comando.


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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